Por Ilka Oliva Corado
26 de diciembre de 2015.
Estados Unidos.
Blog de la autora:
Crónicas de una Inquilina
Kaos en la red
En diciembre de 2012 cuando asumió la presidencia Peña Nieto,
reconoció la “guerra contra el
narcotráfico” que inició Felipe Calderón. En el gobierno de Calderón
comenzarían a evidenciarse las desapariciones forzadas, las torturas y los
innumerables asesinatos de civiles que no tenían nada que ver con bandas
delictivas, cometidos por la Policía, el Ejército y la Marina. En cifras
oficiales se habla de un poco más de 121 mil muertes relacionadas con el “narcotráfico” y de 26,121
desaparecidos. Una muerte cada media hora y doce desaparecidos al día. Se habla
de 4,112 feminicidios y de 112 periodistas asesinados.
Durante el año 2015 se
registraron 14 asesinatos de periodistas y dos que se encuentran desaparecidos.
En cifras oficiales el gobierno reconoce 48 mil asesinatos de diciembre de 2012
a julio de 2015. Durante el gobierno de Peña Nieto desaparecen 13 personas al
día, una cada hora con 52 minutos. Son registrados 7 feminicidios al día. Hay
que recalcar lo de “cifras oficiales”
que sabemos perfectamente que van con sesgo y que buscan minimizar las cifras
verdaderas. Quince meses del crimen de Estado en Ayotzinapa y no hay indicio
alguno de que se esclarezca, todo pinta para que sea un Tlatelolco más.
En cifras oficiales del
año 2006 a enero de 2015 se han registrado 151,857 “homicidios dolosos”. Según el Secretario Ejecutivo del Sistema
Nacional de Salud Pública. “En relación a
desapariciones y extravíos” del año 2005 a enero de 2015 van 25 mil 736.
Según el Registro Nacional de Personas Extraviadas y Desaparecidas. En las
cifras reales sabemos que triplica la cantidad de feminicidios, desapariciones
forzadas y asesinatos. Queda preguntar, ¿México vive un genocidio? ¿Es el
mexicano un estado fallido?
Ahora bien, ¿y si pensamos
en México como el territorio de paso o traslado de migrantes indocumentados en
su camino hacia Estados Unidos? ¿Cuáles serán las cifras de violaciones
sexuales, de desapariciones forzadas, de asesinatos, del tráfico de órganos, de
víctimas de trata con fines de explotación sexual y laboral? ¿Cuántas fosas
clandestinas existen en México que aún no han sido descubiertas? Cualquier
cifra es espeluznante. ¿Y si abrimos los ojos y aceptamos la realidad, que el
abuso de los Derechos Humanos de los migrantes viene del mismo gobierno
mexicano? Con sus ramas en la Policía, Ejército, Marina, entes de Migración.
Que lo avalan las embajadas y consulados latinoamericanos en el país, que lo
solapa la doble moral de la sociedad, que la apatía es el factor principal para
que todo lo que suceda con los migrantes sin documentos no cuente como
injusticia. ¿Y sí decimos las cosas como son y vemos que el genocidio de
migrantes tiene convertido en ríos de sangre el territorio mexicano?
¿Por qué es indispensable
el estado fallido en México para Estados Unidos? Tal vez porque es un negocio
de contratistas militares estadounidenses que al igual que en países invadidos
por la nación norteamericana prestan servicios de asesoría, entrenamiento y
venta de armas. El gobierno Mexicano en sí, con esa horda de lamebotas y vendepatrias
es el brazo armado estadounidense en la región. Para ejemplificarlo un poco
diríamos que en México se vive una guerra parecida a la de Irak que tiene el
mismo objetivo y los mismos planes siniestros, lo mismo que se vive en Siria,
la “guerra contra el narcotráfico” no
es más que la guerra contra el “Estado
Islámico” en aquel país; la excusa perfecta para que Estados Unidos invada
y busque “salvar” la región.
En México es más sutil
pero igual de sangrienta, en lugar de Estado
Islámico es la “guerra contra el
narcotráfico” y también el Plan
Frontera Sur, y en el triángulo norte de Centroamérica Plan Maya-Chortí.
Estados Unidos creó y financia el Estado
Islámico y la “guerra contra el
narcotráfico”. También creó y financia el Plan Frontera Sur y el Maya
Chortí que militariza la frontera desde México hasta Honduras. Para muestra
la aprobación reciente del envío de 750 millones de dólares para el triángulo
norte de Centroamérica en el disfrazado Plan
de la Alianza para la Prosperidad. Y cien millones para México bajo la
etiqueta de Control Internacional de
Narcóticos y Cumplimiento de la Ley. ¿Quiénes son los que manejan los
cárteles de la droga en México? El mismo gobierno, la policía, el ejército, la
marina, los mismos contratistas estadounidenses.
En México, Estados Unidos
no ha necesitado ir a bombardear para robar el petróleo y los recursos
naturales, el gobierno mexicano se los entrega solo, y realiza el exterminio de
su propia gente. Esa guerra contra el
narcotráfico, ese Plan Frontera Sur,
es un genocidio que busca exterminar por completo a los jóvenes, a los
defensores de derechos humanos, a los más golpeados de las clases sociales. Ese
Plan lo único que busca es agilizar
el traslado de armas, recursos naturales y drogas entre Latinoamérica y Estados
Unidos y acaba con todo aquel que se oponga. No se necesita ser muy inteligente
para saberlo.
Viene una pregunta
inocente, ¿Por qué estos presidentes latinoamericanos que claman por el fin de
la “dictadura en Cuba y Venezuela” no
denuncian el genocidio mexicano? ¿Por qué la candidata a la presidencia de
Estados Unidos Hillary Clinton no denuncia el exterminio mexicano como lo hace
exigiendo “democracia” en Venezuela?
¿Por qué Obama no cumplió su promesa de una Reforma Migratoria ni de Acción
Ejecutiva y sigue deportando indocumentados por cantidades? ¿Por qué a aquellos
niños que viajaban solos en el año 2014 y a quienes prometió asilo los ha
deportado?
Todos estos migrantes que
atraviesan territorio mexicano, ya sea de ida o de vuelta, son el negocio
redondo para la “guerra contra el
narcotráfico” que existe en el país. Son la carnada. Así como lo son los
campesinos, los periodistas, los defensores de derechos humanos, las mujeres,
los niños, los ancianos, los más golpeados de las clases sociales.
México se está guatemalizando. Lo que está viviendo
México nosotros lo vivimos durante 36 años, y a esa dictadura, a esa invasión
estadounidense, a ese genocidio le llamaron de distintas formas, de algunas muy
parecidas a “guerra contra el
narcotráfico”. La noticia triste es que nunca acabó, no hay reconstrucción
del tejido social, no hay genocidas en la cárcel, no se han encontrado a
cientos de desaparecidos, hay cantidad de fosas clandestinas en el país. Y una
dictadura más sofisticada ha sido implementada como anexo a esa Operación Cóndor que siempre ha existido
en Latinoamérica. Que nos la cuenten como quieran.
La última pregunta y nos
vamos a celebrar Año Nuevo, ¿por qué guardamos silencio ante el genocidio
mexicano? ¿Acaso no nos duele, no nos indigna y no nos sacude como
latinoamericanos? ¿Qué es realmente una dictadura y bajo qué contexto las
estamos viviendo hoy en Latinoamérica? ¿Qué tiene que ver el neoliberalismo y
la mediatización en todo esto? ¿Y nuestra indiferencia?
DE
LA AUTORA:
Inquilina
peregrina con una maleta de paso cargada de añejas querencias, una hoja en
blanco y lápiz. Una bicicleta con la que recorro galaxias, un morral donde
atesoro quimeras, concierto de grillos y fulgor de luciérnagas. Soy Ilka,
dividida entre las fronteras de reminiscencias e imaginación nadando en el mar
bravío de la migración. Entre otras faenas, indocumentada con maestría en
discriminación y racismo.
Post Frontera
es la ensoñación del ayer y hoy en la vida de una emigrante indocumentada
cualquiera. Es mi obra maestra escrita con la entraña, la honestidad, el
desazón, el estigma de la oscuridad y la ilusión de la luz en la vida de una
niña de periferia, una mujer extraviada entre la multitud del éxodo que como
herida incurable viven millones alrededor del mundo.
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