John Beck
Resumen Latinoamericano
Vice News, 17 de agosto de 2015 – Se han excavado trincheras
en Cizre. De varios metros de ancho y protegidas con montículos de tierra y
material de construcción, aparecieron bloqueando las carreteras en este enclave
kurdo en el sureste de Turquía después de que Ankara lanzara, en julio, una
campaña aérea intensiva contra el prohibido Partido de los Trabajadores del
Kurdistán (PKK).
Los niños juegan en
ellas durante las horas diurnas. Pero por la noche, cuando la policía se
acerca, están patrulladas por grupos de jóvenes armados, quienes tratan de
repeler estas incursiones mediante feroces enfrentamientos que han dejado al
menos un muerto y numerosos heridos.
Cizre ha pasado años al
margen de la guerra. La anodina ciudad de algo más de 100.000 habitantes se
encuentra a orillas del río Tigris, a unos 48 kilómetros del punto dónde
Turquía lidia con el conflicto que devasta Siria e Irak, y dónde la violencia
se extravía con regularidad a través de las fronteras nacionales. Ahora, el
ciclo de ataques aéreos y los ataques del PKK renovados contra las tropas
turcas amenazan con un retorno a las tres décadas de lucha entre las dos partes
que se ha cobrado más de 40.000 vidas. Y aquí los residentes se sienten como si
fueran el epicentro de la contienda.
“Hay un dicho, ‘si
hay paz, comenzará en Cizre, y si hay guerra, comenzará aquí también'”, dijo la co-alcaldesa
de la ciudad Leyla Imret, de 28 años, a VICE News recientemente. “Y ya podemos decir que tenemos una guerra
civil en Turquía”. Imret, cuyo padre fue asesinado por las fuerzas de
seguridad cuando tenía cinco años y creció en Alemania, describe su barrio como
un epicentro de resistencia contra el presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, y
su Partido por la Justicia y el Desarrollo (AKP).
Es obvio, incluso sin
las trincheras. Las paredes grises de la ciudad están grafiteadas con las
siglas de grupos combatientes kurdos: el PKK, la organización que agrupa en la
Unión de Comunidades Kurdas (KCK), la rama juvenil del YDG-H, la franquicia
siria de las YPG-YPJ, y con el apelativo “Apo”:
una referencia al fundador del PKK y aún líder, Abdullah Ocalan. La
presencia de la policía en la ciudad es mínima, a pesar de que las autoridades
piden refuerzos de los alrededores y las patrullas se llevan a cabo en convoyes
de vehículos blindados.
Los ataques aéreos
comenzaron el 24 de julio después de que el PKK matara a dos agentes de policía
en represalia por un atentado suicida en la ciudad fronteriza de Suruç, que
dejó a 33 activistas pro-kurdos muertos. El atacante fue entrenado por el
llamado Estado Islámico (EI), pero los kurdos culparon a las fuerzas de
seguridad turcas de laxitud y de estar confabuladas con el grupo y afirmó que
los oficiales asesinados habían estado trabajando con los yihadistas.
Los ataques del gobierno
turco son parte de una dual “guerra
contra el terror”, que asegura que está centrada tanto en el PKK como en
EI, pero que hasta ahora se ha concentrado, casi exclusivamente, en los
combatientes kurdos. Desde entonces, este grupo, que Turquía y los EE.UU. ven
como a una organización terrorista debido a su historia de ataques contra
objetivos civiles y militares, ha lanzado una serie de ataques contra objetivos
militares y policiales, matando a varios de sus efectivos.
La historia de Cizre de
agitación y apoyo al PKK se remonta a décadas. Durante los peores años de la
insurgencia, en la década de 1990, decenas de personas murieron en las
frecuentes luchas callejeras.
Un acuerdo de alto el
fuego en 2013 trajo una paz frágil al sureste de mayoría kurda en Turquía y
concedió más derechos a una población largamente sometida a las restricciones
en el uso de su propia lengua y en sus prácticas culturales. Pero Cizre fue uno
de los puntos dónde las grietas en el proceso de paz se mostraron primero.
Cuando Estado Islámico
pretendía capturar el enclave fronterizo sirio-kurdo de Kobane a lasYPG en
octubre mientras Ankara miraba, aparentemente poco dispuesta a ayudar, los kurdos
de Turquía estallaron. Los enfrentamientos entre los partidarios de las YPG y,
el islamista y kurdo Partido de la Causa Libre (Hüda-Par) y las fuerzas de seguridad
mataron al menos a 35.
El YDG-H posteriormente
proclamó la autonomía en Cizre, excavó trincheras y estableció puestos de
control en busca coches y gente desde la noche hasta el amanecer. Las tensiones
aumentaron de nuevo en invierno, cuando un grupo de jóvenes murieron en
combates, entre ellos dos niños — Umit Kurt, de 14, y Nihat Kazanhan, de 12 —,
que al parecer perecieron a manos de la policía en enero.
Posteriormente, Ocalan
llamó a la calma a Cizre en una misiva ampliamente vista como un toque de
atención al ala juvenil, YDG-H. Estos se echaron atrás y desmantelaron las
fortificaciones. Para el grupo es fácil el reclutamiento entre la población
empobrecida debido a las pocas oportunidades de empleo y la mano dura policial
que golpea a muchos jóvenes por sus presuntos vínculos con el KCK, allanando,
en el proceso, el camino hacia la militancia en el grupo.
Un joven de 18 años de
edad, que pidió que se le presentara bajo el seudónimo de “Shorishger [revolucionario] Botan”
llevó a VICE News en una patrulla nocturna por un barrio de Cizre del que
su grupo era responsable.
El grupo de adolescentes
enmascarados, calzando zapatillas multicolores y con pistolas metidas en sus
pantalones recorrió su camino por los callejones mal iluminados, y llenos de
agujeros de bala, turnándose para lanzarse a través de los callejones en los
que la policía puede usar sus armas y saltando por los tejados con un sistema
de escaleras improvisadas que les permiten llegar a los puntos de observación.
Algunos estaban tensos,
pues un gran número de fuerzas de seguridad habían intentado entrar en el
distrito por múltiples rutas varias noches antes, dando lugar a intensos
combates que dejaron a varios de ellos heridos. No hubo repetición de la
ofensiva masiva esa noche, pero los disparos esporádicos continuaron hasta las
primeras horas de la mañana y la policía, en varias ocasiones, disparó gases
lacrimógenos en el vecindario.
Botan dijo que en su
grupo se turnaron para observar las rutas de entrada, tanto de día como de
noche. Señaló con orgullo las fortificaciones defensivas, y dijo que habían
sido excavadas con una de sus excavadoras, para volver a ser excavadas cuando
la policía intentó taparlas, y re-excavadas de nuevo. Fueron lo suficientemente
grandes como para no permitir a vehículos blindados entrar, pero el pie o menos
de espacio libre a cada lado permitió a los residentes locales sortearlos,
corriendo o en moto.
Destacó los “equipos” de su grupo, organizados en
diferentes roles, incluyendo el suministro y el uso de diferentes armas, tales
como piedras y cócteles molotov. “Tenemos
piedras, bombas incendiarias, fuegos artificiales y también armas”, dijo. “Cuando las cosas se ponen tensas los chicos
armados intervienen. Todo el mundo tiene una responsabilidad”.
El sentimiento de
resistencia masiva va mucho más allá de la juventud. La mayoría de los
residentes la ven necesaria para detener la represión contra los kurdos que la
perciben caracterizada por las detenciones masivas de jóvenes y la extrema
brutalidad policial.
La represión, dicen, es
su venganza. En las elecciones generales del 7 de junio de Turquía, el
pro-kurdo Partido Democrático de los Pueblos (HDP) superó el umbral de voto del
10 por ciento necesario para garantizar a esta comunidad una presencia
parlamentaria por primera vez. Al hacerlo, se bloquearon las ambiciones de
Erdogan de asegurar un “súper mayoría”
para el AKP, que a su vez le permitiría modificar la constitución y ampliar enormemente
sus propios poderes.
Desde los ataques
aéreos, el presidente también ha hecho un llamamiento para que los miembros del
HDP sean despojados de la inmunidad parlamentaria, acusándolos de tener
vínculos con el PKK. Cientos de personas, entre ellas miembros del HDP y del
Partido Democrático de las Regiones (BDP) han sido detenidos por cargos
similares.
“Todo el mundo está cavando trincheras. Antes los jóvenes
eran los objetivos, pero ahora todo el mundo en su casa es una diana para la
policía”,
asegura Mesut Nar a VICE News, copresidente local del DBP en oficinas del
partido en Cizre. Mientras hablábamos, informaciones de un ataque aéreo turco
en el pueblo de Zergele, en las montañas de Qandil, en el que murieron ocho civiles
aparecieron en un televisor montado en la pared. Hombres mayores bigotudos
negaron con la cabeza y chasquearon la lengua ante las imágenes en bucle de
cuerpos envueltos en mantas siendo apartados de los escombros de las casas.
Un hombre de 38 años de
edad, quien pidió que se le identificara como “Rebar Cudi” porque acababa de ser liberado de una pena de cárcel
debido a sus actividades políticas, mostró a VICE News los alrededores de la
ciudad durante el día. Dijo que las trincheras y barricadas eran necesarias
para detener las olas de arrestos, y agregó que fueron construidas por grupos
de gente tan pronto como comenzaron los ataques aéreos y las detenciones. “Cuando hay pequeños incidentes esto no
ocurre, pero cuando sabemos que una política gubernamental implica un ataque
sistemático contra nuestro pueblo, tomamos precauciones”.
La policía se está
adaptando a las defensas, añadió, y van a rebufo de excavadoras armadas. Una de
estas había sido utilizada la noche anterior con el fin de llegar a un camino
bloqueado a través de dos paredes de un recinto de una fábrica.
“Al igual que los ataques aéreos, las incursiones en la
calle se realizan de noche para ejercer presión psicológica”, dijo. “Este es el precio del 13 por ciento [el
porcentaje de voto del HDP]… Ellos
[el AKP] están vengándose del HDP”.
La última víctima de la
violencia fue Hasan Nerse, de 17 años, que al parecer fue muerto a tiros por la
policía el 29 de julio. Fotos circularon mostrando su cuerpo ensangrentado,
horas después. Vestía ropajes tradicionales y fue aparentemente ejecutado
sumariamente: tenía las manos esposadas a su espalda, una herida de bala en la
pierna y varias en el pecho.
Las circunstancias
exactas de la muerte de Nerse no están claras. Sus familiares dicen que él y algunos
amigos habían ido a la ciudad a por un helado alrededor de la medianoche. En
algún momento, el coche se desvió para evitar un control de carretera de la
policía, lo que provocó una persecución corta antes de que los chicos se
estrellaran y trataran de escapar a pie, mientras la policía disparaba sobre
ellos. Nerse fue alcanzado en el muslo y arrestado mientras sus compañeros
escaparon. Los resultados de la autopsia aún no han sido mostrados a sus
familiares y abogados.
En la carretera de doble
carril donde murió, agujeros de bala disparados desde al menos dos posiciones
diferentes impactaron contra escaparates y dejaron cicatrices en una pared
adyacente. Las calles estaban tranquilas y los comercios cerrados cuando esto
sucedió. Los residentes reportaron haber oído los disparos, pero la mayoría se
puso a cubierto en vez de investigar más a fondo.
En un edificio de
enfrente, un adolescente dijo a VICE News que había oído gritos de que alguien
estaba herido y trató de salir a la calle, pero rápidamente se retiró cuando
los agentes apuntaron sus armas hacia él. Luego, la policía detuvo los
vehículos con el fin de ocultar la escena, asegura. Después, él afirma haber
escuchado repetidas órdenes para que alguien pusiera las manos en alto.
Otro hombre mostró a
VICE News un vídeo grabado con el móvil que dijo que había tomado desde un
balcón. En este, a un hombre joven, que dice que es Nerse, se le puede ver la
cara esposado en la calle entre los vehículos de policía, todavía consciente y
en movimiento. Este hombre también explicó que los vehículos se trasladaron para
que no se viera la escena.
Otro testigo, que
también habría estado cerca del escenario de los hechos en el segundo piso de
un apartamento, contó a VICE News una versión similar. “La gente decía que alguien estaba herido, pero a cualquiera que sacara
la cabeza fuera de la ventana ellos [la policía] le lanzaban gases lacrimógenos a… Ellos [la policía] gritaban ‘¿Qué tienes en tu mano?’ y le
hacían preguntas como ‘¿Quiénes son las personas que estaban contigo?’… pero no
quiso dar los nombres de sus amigos”.
Nerse provenía de una
familia típicamente numerosa, con sus padres aún vivos y con cuatro hermanos y
dos hermanas. Un pariente cercano, que pidió no ser identificado, habló con
VICE News en el tercer día de su funeral en la mezquita central de Cizre.
Sentado en medio de un grupo de hombres de mediana edad intercambiando sorbos
de agua y té con azúcar, y abanicándose con tiras de cartón, describió a Hassan
como a un buen estudiante de escuela secundaria que era muy querido y estaba “obsesionado” con el fútbol y viajar,
aunque no era políticamente activo.
Más tarde, ese mismo
día, un cortejo fúnebre partió de la sede DBP, una ceremonia en la que
asistieron familiares, funcionarios locales y docenas de vecinos. La multitud,
encabezada por miembros de la familia, con un cartel con la cara de Nerse junto
a Ocalan, corearon consignas contra el gobierno y se dirigieron a la mezquita,
sorteando las barricadas y rodeando las zanjas.
Hablando fuera de la
mezquita, rodeada de otras mujeres de la familia, la madre de Nerse, Emine, de
50 años, desafiante, tomó una foto de su hijo envuelto en colores kurdos. “No era más que un niño que no tenía nada
que ver con la política”, dijo a VICE News. “Sólo estaba usando ropa tradicional. Es nuestro traje, que hemos
estado usando desde hace cientos de años. Justo acababa de cenar cuando se fue
con sus amigos al mercado”.
Emine también entendió
su muerte como el resultado de las políticas anti-kurdas que perciben en el
AKP. “Ellos [la policía] no diferencian entre las mujeres, niños y
adolescentes: acaban matando a todo el mundo. Lo que exigimos es solamente
nuestros derechos, utilizar nuestra lengua y que respeten nuestra identidad… Es
lo que nuestro hijo quería y lo qué todos los seres humanos quieren. No
queremos guerra, queremos paz, y una vida pacífica y ver a nuestros hijos crecer”.
Pero, inevitablemente,
más hijos e hijas perderán sus vidas en este período de disturbios actual. El
HDP y otros grupos políticos están haciendo un llamamiento a la paz, al igual
que la co-alcalde Imret, lamentando que los muertos eran víctimas inevitables
del proceso político.
Erdogan dijo el mes pasado que la paz era “imposible” y Zagros Hiwa, portavoz del
KCK, dijo a VICE News que “una nueva era
de lucha y resistencia ha comenzado para los kurdos”. Y la violencia ha
continuado en Cizre casi todas las noches. El viernes, asaltantes vinculados al
PKK dispararon rifles y granadas propulsadas por cohetes a un equipo de la
policía que llegó a una de sus trincheras, hiriendo a un oficial.
Unos días antes, Botan
prometió que él y otros como él lucharían hasta la muerte. El YDG-H está
formado por jóvenes radicales que crecieron en el conflicto con el Estado. Pero
tiene poco recorrido en el camino del liderazgo formal y puede que no sean
fáciles de controlar. “Habrá una guerra
civil en Turquía”, interviene otro joven enmascarado. “Vamos a ir pueblo por pueblo”.
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