30 de abril de 2015
“las masas reclaman la unidad. Las masas
quieren fe. Y por eso su alma rechaza la voz corrosiva, disolvente y pesimista
de los que niegan y de los que dudan, y busca la voz optimista, cordial,
juvenil y fecunda de los que afirman y de los que creen”
José Carlos Mariátegui
Nuevamente nos enfrentamos a un primero de mayo
desprovistos de los instrumentos organizativos necesarios para combatir
frontalmente al bloque dominante y sus políticas capitalistas. La unidad de los
trabajadores cuaja -demasiado- lentamente en nuestra tierra. Debemos acelerar
el proceso de maduración de la conciencia de clase, apresurar el tranco. Lejos
estamos aún de convocar y organizar las fuerzas necesarias para golpear a los
patrones con el poder necesario para imponer nuestros derechos. Pero poco a
poco madura en el seno mismo de nuestro pueblo la conciencia que asumirá la
lucha por las demandas más urgentes y a futuro la destrucción definitiva de la
explotación y la opresión burguesa.
Decimos lo anterior con
indignación y frustración. Pues, hoy día gobierna la misma Concertación que durante veinte años entregó a los poderosos lo
poco de dignidad que le quedaba a nuestro pueblo. Ese mismo bloque de partidos
que hoy muestra su verdadero rostro como mero instrumento de lo más rancio de
la clase dominante. Los revolucionarios siempre lo dijimos, siempre lo supimos.
Sin embargo nuestro pueblo trabajador, ávido de esperanzas, depositó su
confianza en los traidores y mentirosos.
No obstante, durante los
últimos años (sobretodo meses) se ha develado el rostro oscuro de quienes
gobiernan. A los “escándalos” de SQM
se suman los de Penta y se potencian con las “desventuras” del mismísimo hijo de quién gobierna a nombre de
nuestro pueblo. Los verdaderos dueños de este país se muestran tras las
sombras. Lentamente, tras cada nuevo hecho de corrupción, se figura el nombre
de algún poderoso grupo económico. Nuestra clase comienza a delinear el
verdadero perfil de los rostros de esa burguesía miserable que se enriquece a
costa de nuestro sudor y sangre. La misma que gobernó al alero de Pinochet y
que baila disciplinadamente al ritmo del imperialismo.
La crisis política del
bloque dominante abre nuevas y más profundas posibilidades para las fuerzas
políticas y de masas de los trabajadores y el pueblo. Hoy el bloque político
que administra el poder ya no da más. Sumergido en una profunda e irreparable crisis
de legitimidad hurgue artilugios políticos mediante los cuales busca
re-reconstruir la confianza perdida durante la última década. Para ello,
escudriñan en artilugios institucionales, reformas políticas que intentan dar
nuevos bríos a un régimen que sufre rápidamente su descomposición. El hedor de
su propio cuerpo podrido llega a las narices de la burguesía misma que
desesperada mueve los hilos sobre sus partidos políticos para que encuentren un
acuerdo que permita conservar la “paz
social”. Obviamente sin ceder una gota de las suculentas ganancias que han
convertido a este país en uno de los más desiguales del mundo entero. Paraíso
para los ricos; infierno para los trabajadores.
No hay manera ni forma
de recuperar un régimen político de dominación y un modelo de explotación del
trabajo que se ha ganado el amplio rechazo de las fuerzas sociales y de las
fuerzas políticas en su totalidad.
Hay que decirlo con
claridad: ni el fin al sistema binominal o la convocatoria a un proceso
constituyente podrán recuperar las confianzas de un pueblo trabajador que tras
dos décadas y media de mentiras ya no tolera más injusticia, traición y
mentiras.
No caeremos en la trampa
del proceso constituyente que abre la clase dominante, ni en los juegos electorales
que hoy pretenden hacer transitar a nuestro pueblo por un camino que solo nos
llevará a un abismo. No tranzaremos con ladrones, explotadores, ni criminales. No jugaremos en una cancha
diseñada por los enemigos de clase para nuestra anulación y derrota. Nuestro
camino es frontal, directo y radical. No hay caminos intermedios entre
explotadores y explotados.
Los trabajadores y el
movimiento de masas en su conjunto, deben avanzar con total independencia
política respecto a todas las formas y medios institucionales que pretenden
detener las fuerzas clasistas que hoy maduran en la lucha misma, en la protesta
y en la confrontación. Hoy día el camino correcto nos lleva directamente al
enfrentamiento contra toda la maquinaria que el bloque político en el poder ha
construido para acallar nuestras voces y neutralizar nuestras energías.
La clase trabajadora hoy
mide su conciencia frente a enormes desafíos: nos arrebatan el mar. Nos roban
nuestras pensiones que durante décadas creamos con nuestro propio esfuerzos y
sacrificio. Nos mienten con promesas de campañas que en la práctica son apenas
tibios cambios superficiales que solo favorecen a los ricos y poderosos. Ya lo
vimos durante más de un año de gobierno sin cambios estructurales reales. Solo
maquillajes de tercer nivel, con suerte.
La clase trabajadora
también palpa las mentiras. La reforma
laboral pretende asegurar derechos a la clase empresarial limitando aún más
la ya estrecha legislación laboral que rige desde la dictadura militar. Por
cierto, mientras la CUT mira incólume como los derechos de los trabajadores son
nuevamente aplastados y la pasividad cómplice de un Partido Comunista que se
sienta con torturadores y asesinos, no merece perdón ni olvido.
Se vienen tiempos
complejos para nuestra clase. La lucha contra la reforma laboral debe marcar la
agenda política de las organizaciones sindicales honestas y de las fuerzas
políticas revolucionarias y clasistas. No por nada, importantes sectores de
trabajadores y trabajadoras se preparan para las batallas venideras uniendo sus
esfuerzos, pese a las diferencias, en todos los rincones del país para hacer
frente aquella reformas laboral a la medida de la clase patronal; al robo del
mar por parte de las familias más ricas; al sistema de AFP que nos expolia
hasta el último aliento de nuestros días; y al montón de reformas mentirosos
que no pretende sino que neutralizar las demandas y las luchas que en nuestra
clase maduran.
Hoy la tarea de la clase
trabajadora y de los revolucionarios en su conjunto se sintetiza en una sola
gran y simple consigna:
¡UNIDAD PARA LUCHAR!
¡UNIDAD PARA VENCER!
CLASE TRABAJADORA
¡FUERZA DE REVOLUCIÓN!
Comentarios