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#Ayotzinapa: Aldo Gutiérrez Solano, el primer herido del 26 de septiembre, sigue luchando contra la muerte

Aldo Gutiérrez fue el primer herido aquel 26 de septiembre en Iguala.
Su cerebro sigue infartado; una bala atravesó su cabeza
La familia de normalista recurre a la música y la comida en busca de sacarlo del coma.
Los médicos no reportan cambios.
Paula Mónaco Felipe
Especial para La Jornada
Sábado 4 de abril de 2015, p. 6
Ayotzinapa, Gro.

Aldo Gutiérrez Solano está tendido en una cama de hospital desde hace seis meses, en un coma profundo.
Él puede respirar por sí solo, pero sigue inconsciente desde la noche del 26 de septiembre de 2014. Su cerebro sigue infartado, neurológicamente está igual, explica su hermano mayor, quien pide ocultar su nombre por razones de seguridad.
En Iguala, durante los ataques en contra de normalistas, Aldo fue el primero en caer, eran alrededor de las 22 horas. Se desplomó en la calle cuando una bala de la policía le atravesó la cabeza. Entró de izquierda a derecha, arriba de la sien, y salió. Cruzó la bala, cruzó. Su hermano respira profundo, se sobrepone a su propio silencio y remarca: “cruzó…”.
El muchacho, de 19 años y cuerpo atlético, quedó tendido en el pavimento. Sus compañeros querían ayudarlo y las descargas de los policías les impedían acercarse. ¡Ya le dieron a uno!, gritó entonces otro estudiante, quien ha pedido se le nombre Ernesto Guerrero Cano. Estaba a su lado, recuerda la impotencia de ver a su amigo tendido y las llamadas desesperadas para pedir una ambulancia. Cuando por fin llegó una de la Cruz Roja, relata, los policías –algunos municipales y otros mejor equipados– no permitían a los paramédicos acercarse al herido.
Seis meses después, su hermano lo cuida en el hospital de Neurología, en la capital del país, y no puede dejar de pensar en las horas que pudieron cambiar su destino. ¿Por qué no lo atendieron? (en Iguala) ¿Por qué lo dejaron tanto tiempo tirado en el suelo cuando necesitaba atención en ese instante? Estuvo aproximadamente dos horas tirado en el piso, ¿por qué la ambulancia llegó tan tarde?
El tiempo, tan valioso para Aldo, parecía no importarles a las autoridades. Su familia logró llegar al Hospital General de esa ciudad entre las siete y las ocho de la mañana del día 27, es decir, nueve a 10 horas después del balazo, “y todavía no lo habían ingresado en terapia intensiva, estaba en un cuarto normal”.
En ese sitio mi hermano no estaba en las condiciones necesarias. Había un neurólogo pero sólo iba los fines de semana, y ¿si empeoraba en la semana?
Ante la deficiente atención, la familia Gutiérrez Solano pedía que lo llevaran a la capital, pero nos decían que las condiciones no lo permitían, que no podían trasladarlo por helicóptero ni por ambulancia porque posiblemente le afectaría el viaje, añadió.
Fue el 24 de octubre, casi un mes después, cuando finalmente lograron el traslado a la ciudad de México. Aquí, dice, han tenido la mejor atención con un neurólogo, un terapeuta físico y expertos en cuidados integrales. Sin embargo, no hay cambios en su salud, “nos dicen que no hay avances, pero que tampoco ha empeorado. El diagnóstico es que se mantiene estable”.
Él está vivo, sigue respirando y su corazón aún late, eso es lo que, como familia, nos mantiene con esperanzas. Saben también que su estado es delicado: ha perdido 20 kilogramos, cerca de un tercio de su peso normal; tiene flemas y las llagas en la piel no se cierran. Los médicos les han advertido que Aldo podría tener secuelas, como perder la motricidad, el habla y otras consecuencias graves. Pero si él está luchando por su vida desde el primer momento, ¿por qué no apoyarlo?, apunta una de sus cuñadas.
La familia completa se dedica a cuidarlo. Padres, sobrinos, cuñados y 13 hermanos están pendientes de él. Se organizan para viajar cada semana desde Ayutla de los Libres, Guerrero, con el fin de acompañarlo día y noche.
El gobierno federal les ha ayudado por medio de la Comisión Ejecutiva de Atención a Víctimas (CEAV), aunque no siempre logran gestionar boletos y entonces todo se torna más difícil para esta familia de campesinos, ya que solamente para autobuses necesitan mil 800 pesos por semana.
Tienen poco, pero lo intentan todo. “Lo cuidamos y nos pasamos todo el tiempo hablándole, animándolo. Le ponemos la música que le gusta, de la costa. Le ponemos cumbias, futbol y las películas que veía, como El señor de los anillos. Hacemos oraciones junto a él. Los sobrinos le llaman por teléfono para darle ánimo y le traemos su comida preferida”. Aldo no puede comer, pero cada semana en su casa de Ayutla se guisan sus platos favoritos. Mole perfumado, guisados y chilate fresco; viajan cientos de kilómetros para llegar recién hechos en cada relevo. Quieren despertar sus sentidos, quieren tenerlo de regreso en la mesa de su familia.
 “43: La vida detrás de cada nombre”, Aldo Gutiérrez Solano
por Taykauraki
febrero 18, 2015

A mí no me da miedo la muerte, muerte es no hacer nada. Yo por eso la escuela, los partidos de fut, porque hay que moverse. La muerte debe ser una explosión en la cabeza, luego un zumbido largo, infinito.

No nos apunten, no estamos armados. Es lo que siempre les decíamos a los uniformados, porque a los otros no puedes hablarles, esos nada más te tiran y ya, sin dejar que les hables, sin hablarte. Sí, me llamo Aldo, quiero decirles, ¿en dónde están mis compañeros?

Un día normal es de calor, de campo. A veces cuando vamos a jugar vemos camionetazas pasar en friega, buscando balazo, con tipos chuleándose a las muchachas, burlándose de las mujeres, de los niños, provocando a los hombres.

La gente en el pueblo está harta. Por donde quiera los ojetes causan desmadre. Mis hermanos se hacen de la vista gorda, nadie quiere desmadre. Yo por eso mejor la escuela, para ser alguien, trabajar con los chavitos. Y de todos modos mi má lloró cuando le dije que me iba. Son dos horas y feria de camino, má, de todos modos, estar aquí es lo mismo que morirse, si no sales de aquí no haces nada.

No nos apunten, no estamos armados. Pero nos bajaron a madrazos y uno ya sabe que esto es cuestión de resistir, como le hacemos todos los días allá, aguantar o la otra opción es esconderse, que de cualquier forma, no es garantía de seguir respirando. Y uno aguanta, trabaja y va a la escuela, hace boteo hasta que empiezan las detonaciones y pam pam pam pero a mí no me da miedo la muerte porque esa habita en mi pueblo y sus alrededores y allá no hay a quién arrimarse y tiiiiii un zumbido que no termina.

Calmados, no estamos armados, es más, somos de primero. Traigan una ambulancia, que hay un compañero que se está muriendo. Pero morirse es darle chance a los culeros, morirse es no opinar, morirse es dejarse escupir, dejarse violar, morirse es que te desplacen de tus tierras, morirse es ver cómo arrastran por el camino al compadre de tu papá o cómo el hermano de la mamá de tu vecino amanece en el campo, a punto de reventar como los perros muertos sobre la autopista, nomás que en vez de atropellado, baleado, y no poder hacer nada.

Mi papá no chistó. Anda vete, siempre haces lo que quieres. Eso pensaría pero no lo dijo, nomás me abrazó. Por la que siento más feo es por mi mamá, que llora sin sollozos, que llora sin gemidos porque uno de sus hijos se le va. Pero regreso, má, no llore que se le sube el azúcar, a ver si el otro domingo vengo y me va a ver jugar. Cuando salga de la normal voy a dar clases y me la llevo de aquí. Y mi mamá no chista tampoco, sólo oigo el zumbido, largo, interminable. Mejor prendan la luz.

Un día común es de mucho calor, gente metida en su casa, niños que van a la escuela, los adolescentes ya menos, ya para qué, aquí creces rápido, aquí creen que estudiar los deja igual, aquí los que pueden, los que tienen, ni siquiera estudiaron, aquí es la ley no del más fuerte sino el del más ojete. Y yo quiero ayudar, ser alguien. Los chavos ya para qué, lo malo es que no les quedan muchas opciones. O uniformados o en la mierda que es casi lo mismo. Aquí sólo unirse a la comunitaria, o de maestros, que de cualquier forma no tienes garantía, aunque es bueno lucharle, no rendirse antes de tiempo.

Sigue el zumbido y esas personas que vienen y dicen mi nombre. Yo quiero saber dónde están todos, a dónde se los llevaron o si están aquí al lado mío, con las manos y los pies vendados, pero como está oscuro ni ellos ni yo sabemos, no nos damos cuenta que podemos estar juntos. Sigue el zumbido y esa gente que viene y me pica con el dedo en el pecho y yo les digo, que no, que me dejen. Pero ellos no me oyen. ¿En dónde están mis compañeros? Grito. Y sigue el zumbido. Que alguien me diga dónde están mis compañeros, dónde mis papás, mis hermanos, mi hermana. Por favor, que alguien prenda la luz.
GRAVE ESTUDIANTE NORMALISTA SOBREVIVIENTE DE MATANZA EN IGUALA GUERRERO ALDO GUTIERREZ
Publicado el 14/10/2014
Aldo Gutiérrez Solano, normalista de 19 años, sobreviviente de los hechos violentos de Iguala continúa hospitalizado y su estado de salud es grave. Resultó herido en el ataque de la Policía Preventiva Municipal de Iguala contra normalistas la noche del 26 de septiembre.
En esa ocasión, 25 personas resultaron lesionadas: 3 fueron al ISSSTE, 3 al IMSS, 2 a una clínica privada, y 17 fueron ingresadas al Hospital General de Iguala "Jorge Soberón Acevedo", pero una murió.
De los lesionados, sólo Aldo Gutiérrez Solano permanece hospitalizado y continúa grave.
"Aldo todavía se encuentra en la Terapia Intensiva porque se encuentra en coma vigil. Eso fue a consecuencia de una herida por arma de fuego en la región frontal de su cabeza. Se llegó a la conclusión de que el daño es aproximadamente en el 65 por ciento de su cerebro", dijo José Fernando Yáñez Ménez, director del Hospital General de Iguala.
El director del Hospital General de Iguala, José Francisco Yañez, dijo que gran parte del cerebro del joven está dañado por lo que el pronóstico no es alentador:
"Aldo tiene un mal pronóstico para la función todavía se encuentra en riesgo su vida".
Aldo cursaba el primer grado de la normal rural "Raúl Isidro Burgos" y es originario de Tutepec, población indígena ubicada a 11 kilómetros al norte de la cabecera municipal de Ayutla de Los Libres, en la región Costa Chica de Guerrero.
El área de Terapia Intensiva para Adultos del Hospital de Iguala se encuentra fuertemente vigilada por elementos de las fuerzas estatales y federales, en esa área se encuentra recibiendo atención médica el normalista Aldo Gutiérrez Solano.
Sus familiares han permanecido junto a él y no pierden la esperanza de su recuperación.
"La familia está de pie, está luchando junto con él. Él está con vida y para nosotros tener vida es una esperanza, tenemos fe en que él va a salir adelante", comentó un familiar de Aldo.
El próximo miércoles, luego de nuevos estudios clínicos, se decidirá si es trasladado a la Ciudad de México.

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