Publicado por Colectivo
del Periódico el Zenzontle
18/03/2015
En medio de una escalada represiva con
nuevos asesinatos -como el del maestro rural jubilado Claudio Castillo en Acapulco-,
operativos contra marchas y bloqueos, cárcel y cerrazón ante las exigencias de
familiares y compañeros de los normalistas asesinados, heridos y desaparecidos,
el pueblo incrementa sus esfuerzos de organización desde abajo y la
articulación de sus luchas y sus propósitos de autogobierno, autogestión y
defensa de sus territorios por el bien común.
No son
las mismas condiciones de octubre a diciembre para los movimientos populares en
las calles, plazas y edificios del poder repudiado por quienes, a la vez que
buscan la verdad y la justicia con castigo a los culpables del terror impuesto
contra el pueblo, construyen asambleas, congresos de pueblos, iniciativas
constituyentes desde comunidades rurales
y urbanas, con miras a hacer realidad el derecho soberano del pueblo a
gobernarse de acuerdo a sus necesidades y anhelos. No se ha detenido la lucha
de calles y el reclamo por la aparición con vida de los desaparecidos
normalistas, y las decenas de miles atacados por la guerra del Estado y su
mafia empresarial y criminal contra el pueblo. Sin embargo, se han reducido
durante febrero de este año las acciones solidarias masivas que se habían logrado en multitud de lugares.
No
obstante, desde el 5 de febrero se presentaron varios procesos de convergencia
con los primeros lazos o puentes entre quienes construyen una fuerza social con
sujetos conscientes y organizados, capaces
de defender territorios, derechos y vida y de tomar la iniciativa
cultural y política. No se trata ya de seguir a los partidos del sistema de
dominación, ni a políticos profesionales
en la corrupción y la sumisión al poder del dinero, por el contrario la gran
mayoría de los que hoy convergen quieren ejercer autonomía, democracia popular
y la solución propia de sus necesidades y anhelos.
En la
Ciudad de México, aproximadamente mil asistentes de 2 docenas de estados y
numerosas organizaciones, colectivos y personas activas escucharon -unos por
primera y otros hasta por quinta ocasión- la iniciativa conocida como del Obispo Raúl Vera de construir, desde
abajo, sin partidos ni de políticos del sistema, una Constituyente Ciudadana y Popular que produzcan, en un diálogo de
iguales, las líneas de una Nueva
Constitución, contraria a la que hoy es el cadáver de muchas conquistas
sociales y nacionales arrebatadas al pueblo por las trasnacionales, el capital
financiero y el sistema de partidos e instituciones que ejercen el poder como
crimen, corrupción, despojo y violencias represivas. Los ahí reunidos van a
formar facilitadores de las comunidades y colectivos, a acercarse a otros
proyectos de articulación de luchas como el originado en la resistencia que
tiene como centro Ayotzinapa y definirse ante el proceso de farsa electoral, el
21 de marzo, así como a organizar una nueva asamblea nacional del 2 de mayo
próximos.
En
paralelo, se desarrollaron el 5 y 6 de febrero los trabajos de una Convención Nacional Popular, luego de
movilizarse en Chilpancingo, Guerrero, recordando la muerte de la constitución
de 1917, particularmente de sus contenidos sociales y de las garantías básicas
para la libertad de personas, comunidades pueblos y organizaciones sociales. La
presencia ejemplar de familiares y compañeros de los normalistas de Ayotzinapa
asesinados, heridos y desaparecidos, llevó a trazar una agenda de trabajo y
movilización. Ella pone adelante la continuación y extensión de la búsqueda de
los desaparecidos, exigiendo la apertura de los cuarteles militares a la que se
niega gobernación y los mandos militares y buscar repuestas al destino de los
43 normalistas, igual que el de otros desaparecidos de todo el país y migrantes
a su paso por México. Se proponen la tarea de hallar oídos y justicia en los
organismos mundiales de derechos humanos y el desconocimiento al gobierno, al
sistema de partidos cómplices del terror de Estado y al proceso electoral ya
iniciado con las mismas mañas de siempre, y que en Guerrero significa trasladar
la atención de la exigencia de justicia y aparición hacia legitimar a los
verdugos y saqueadores de los medios de vida de los pueblos.
Esas
acciones han iniciado y es sobre algunas de ellas sectoriales o solidarias que
los gobiernos han lanzado operativos de represión como los de Acapulco (contra
maestros), Puebla (contra estudiantes y opositores al gasoducto en las faldas
del Popocatépetl) y en Cancún a solidarios el 26 de febrero.
También
en estos días ha aparecido la declaración y propuesta de La casa de todos y todas de Nuevo León que además de ser la
organizadora del museo y archivo de la memoria de los fundadores del EZLN, son
miembros activos de la Sexta y quienes coinciden en los motivos para agruparnos
nacionalmente, y proponen que también desde abajo y de manera directa, personas
honestas, comunidades, organizaciones y colectivos construyamos un “acuerdo social” de corte popular,
claramente opuestos a a la oligarquía, al imperio, al sistema todo de partidos
y desde un acercamiento real y directo mediante encuentros regionales.
Son
todos esos esfuerzos practicables y consecuentes, si como ya lo muestran las
luchas regionales en Guerrero, Oaxaca, Chiapas, Michoacán, Puebla y ahora
Morelos (con su avance para construir el Congreso de los Pueblos) si se evita
la burocracia, el iluminismo vanguardista, los colados del oportunismo que
concilian con el sistema. Pero
necesitaremos más diálogo donde todas y todos aprendamos de todas y todos, para
encontrar desde abajo y desde ahora medios para la defensa del territorio y de
los derechos del pueblo, medios para resistir a la escalada represiva y a las
amenazas de una fiscalía contra el pueblo acompañada por la voz acusatoria de
Televisa y los medios masivos de
gobernación.
Nuestra
nueva constitución, nuestros autogobiernos comunitarios y municipales buscan
algo que ya ejercemos poco apoco: el bien común, la dignidad y la justicia, los
saberes para liberar a México y emanciparnos de la explotación, la opresión y
las discriminaciones. Es un proceso a diversos ritmos tan diferentes como los participantes. No son ni deben ser los
ritmos del Estado (fechas de elecciones, de
planes de gobierno y de
represión), sino que son los tiempos del diálogo, el acuerdo para la acción y
la organización conjunta, el tiempo de la defensa legítima y del ejercicio
integral de los proyectos de vida y autogobiernos que el pueblo decida.
El
poder opresor quiere que le temamos, no le importa que lo amemos o lo odiemos
en encuestas o en las urnas. Hemos perdido casi todo, es hora de perder el
miedo, luchando.
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