La represión antropológica (o la paramilitarización invisible). La represión es logística pura del Estado-capital.
Por El Fauno
Dedicado a los Estudiantes Normalistas de Ayotzinapa,
a los activistas y luchadores sociales desaparecidos por el Estado
y a todos los inocentes caídos en la “Guerra” contra el Narcotráfico
INTRODUCCIÓN
Sería burdo pensar que los
gobiernos han adquirido sensibilidad en cuanto a las peticiones de los
movimientos sociales. La historiografía mexicana y el sentido del “¿para qué hacer Historia?” apuntan a
que aún nos encontramos en una era pos-Revolución, pues la toma del poder
político por parte de la burguesía institucional y los cómplices de la economía
de Estados Unidos (hoy el FMI) han sido los encargados de barrer con toda
iniciativa democrática entre los periodos de 1929-2014, curiosamente, ambos con
la preponderancia del estudiantado como nueva clase social.
El gobierno de Peña Nieto está bajo la mira internacional, y no sólo por
los actos sangrientos que ha perpetrado en Ayotzinapa, Tlatlaya o Cocula, sino
porque se ha convertido en el jerarca con menos aceptación de la Historia
mexicana, el más inepto y al que en menos de dos años han respondido los
sectores combativos con manifestaciones de toda índole. La represión que ejerce
el Estado peñista no tiene mucha distancia con la de Díaz Ordaz, pues sus
políticas de terror hoy se muestran mediante la criminalización eterna que se
dicta en los discursos gubernamentales (llegando al oído de más espectadores
que los sonidos de una marcha de veintenas de miles de manifestantes), en los bots virtuales y en el dominio de la “imagen de esperanza” como práctica de
masificación de las ideas, continuación predilecta de la guerra sucia de los
años 70’s.
Se necesitan medios represivos que ataquen la raíz, el origen de las
manifestaciones, no a la manifestación misma, al ser del manifestante. Nos
convertimos en fuentes de comprensión del problema, allí es donde reside el
meollo del asunto. El Estado se acapara por la vía de comprensión de que la
arqueología del saber es nuestro fuerte, y es a lo que su mass-media, como principal herramienta deshumanizadora, habrá de
atacar. Esto es la miseria de la cibernética.
Ante la Revolución invisible, la represión antropológica.
LA
PARAMILITARIZACIÓN INVISIBLE
1: EL INFILTRADO VESTIDO DE
LUCHADOR SOCIAL.
El espionaje dentro de las revoluciones es un elemento inminente
para enmascarar a los movimientos políticos.
En Mayo del 2007, se comenzaría la
construcción de una fábrica química en Xiamen –China-,
causa de un movimiento en gran parte de las ciudades bautizado como el “mobilised by mobile”, el
cual, a partir de mensajes de texto mediante teléfonos celulares se escribió: “¡En nombre de nuestros hijos y
nuestros nietos, actúa. Únete a otras 10,000 personas el 1 de junio a las 8 de
la mañana frente al edificio del gobierno municipal. Lleva en la mano un lazo
amarillo. Envía este mensaje a todos tus amigos de Xiamen” [1]. El gobierno chino no
tardaría en comenzar a censurar las redes telefónicas unas semanas después,
pero principalmente a usar a los empleados de las empresas susodichas para
hallar con los focos de mayor alcance. ¿Es posible creer que a ningún líder
político le haya llegado dicho mensaje?, la nano-información circula
velozmente, arriesgándonos a perder la confidencialidad de nuestras estrategias
de lucha.
En 2007, el periódico británico The Guardian informa sobre
una reciente inversión que hizo la CIA a través de un órgano institucional –Greylock Venture Capital-,
todo ello se refería a la compra de 1.6% de Facebook como empresa. De un éxito
dentro de un campus universitario, logramos generar un nuevo aparato ideológico
de Estado. En el 2011 habrían varias revueltas callejeras en El Cairo,
Alejandría y El Suez –Egipto- debido a decenas de años de corrupción e
implementación de Leyes de
Emergencia de Hosni Mubarak, establecidas en eliminar los derechos
constitucionales y la libertad de expresión cuando se considerara pertinente,
frecuentemente en casos de “inestabilidad
social”. El 25 de Enero el pueblo saldría fúrico a protestar, ese Día de la Ira provocó dos
manifestantes y policía muertos por las trifulcas en El Suez. ¿Pero cómo se
logró vincular la gente en una dictadura que acostumbraba cortar las líneas
telefónicas?, mediante el Facebook. El 28 del mismo mes, el grupo público facebookero que convocó a las
protestas anteriores saldría de nuevo a las calles con el lema de “la marcha de un millón de hombres”. Ya
para ese día no era necesario que los infiltrados de Estado espiaran a
hurtadillas, pues tal vez ya estaban en el mismo contingente de resistencia.
¡La CIA controlando el Facebook! No basta con nombrar los alcances de esta red social
como medio masivo, sino de cumplir una función analítica de ésta dentro de los
movimientos sociales en la estructura asamblea-publicación
e infiltrado-luchador social,
pues desde el 2012, el activismo social en México tuvo al Facebook como
principal arma organizativa, recordar el #YoSoy132
es permanecer fiel al uso de la red social como medio alternativo, y como todo
buen cabo en una nueva trinchera, habrá de adaptarse a ella mediante el axioma humeniano sobre la
naturaleza.
Para el año 2013, se registraron 47
millones de usuarios mexicanos en esta red social. Los eventos para difundir
marchas y acciones políticas se tornarían más visibles para los sistemas de
vigilancia del gobierno, dando perfecto tiempo de adentrar a sus elementos a la
manifestación, en forma de las temidas “cobras”,
en los “judas” y en
uno que otro policía encapuchado con los contingentes anarquistas (esto para
aclarar que los jóvenes libertarios reconocen a leguas quién no pertenece al
grupo radical).
En nuestras cuentas virtuales a
veces abunda el narcisismo de la privacidad como una arqueología del
exceso de información, los infiltrados rondan en todas partes. Los
luchadores sociales están en las comunidades, en las fábricas y en las
Universidades, pero los infiltrados también, pues estos son la mente de los
cuerpos paramilitares que nos condenan a la paranoia y a la psicosis.
El infiltrado es ese ente que se
filtra dentro nuestra convicción para cambiar las condiciones de la realidad,
es decir, dentro de la sangre que oscila como el legítimo e imparable derecho
al movimiento.
2: LA DESAPARICIÓN FORZADA Y EL
EXTERMINIO SILENCIOSO. México hoy es un cementerio, pero no de forma metafórica; es una fosa
clandestina. Aun habiendo superado las prácticas de las fosas comunes de la
Europa bucólica del siglo XVIII, los mexicanos tienen dos formas de ‘pasar al otro mundo’: o debiendo lo
intereses de una funeraria, o enterrados en las cercanías de la carretera.
Inspirados en organizaciones que
están en pro de los Derechos Humanos que se han reivindicado independientes a
los diversos Estados, con el antecedente histórico de la Seguridad Nacional en
vísperas de la Guerra Fría o tras todos los crímenes perpetrados por la
Operación Cóndor entre 1970 y 1980, se torna asequible explicar que el combatir
estas formas de tortura sólo podrán tener eficacia rechazando cualquier forma
de Estado, pues éste se ha encargado de ocultarlas.
Con la llegada de Felipe Calderón a
la presidencia nacional se daría un fenómeno de porte tan transparente (así
como la obra homónima de Carlos Fuentes) que resulta difícil creerlo en carne
propia: la Guerra contra el narcotráfico y el aumento de la pobreza durante el
sexenio, la primera dejando aproximadamente 121,683 muertes violentas [2] y la segunda, políticas que
orillaron a 15.9 millones de habitantes a la pobreza que antes del 2006 no
sufrían [3].
Conocer las tácticas de
operación de los cárteles del narco, es conocer la parte más inhumana y
visceral del mexicano: la faceta del auto-exterminio. Cabezas rodando, miembros
amputados, cuerpos colgados en los puentes, sangre y cartuchos de calibre .14,
rostros desollados…
La pregunta obligada es: ¿por qué
esta guerra contra el narco no es efectiva? Ante la política estadounidense del
conservador Ronald Reagan en contra del tráfico de estupefacientes, surgida en
1989, el capo Miguel Ángel Félix Gallardo comenzó a oler la ruina de su
monopolio, para evitarlo accionó de forma sencilla e inteligente en demasía:
dividir el negocio en lugartenientes, cual mercado de materias primas durante
el feudalismo. El poder económico de los narcotraficantes es parte esencial en
las transacciones del capital de hoy en día, es por ello que las condiciones
del paramilitarismo del narco son formas de defensa ante el gobierno federal, y
este a su vez, de ceder ante el show de la “defensa
nacional”. Ese título de “guerra
contra el narcotráfico” no es más que una representación aristofánica de la
verdadera masacre. Los capos ya no sólo desaparecen a sus enemigos de frontera,
sino que también lo hacen con los luchadores y estudiantes anti-sistema, pues
México se cimienta en un narco-Estado.
Ahora, no pretendo generar
apriorismos, pero la carga de mantener al pueblo resulta más sencillo cuando
las personas desaparecen, cuando los núcleos criminales son ejecutados, o en
nuestro caso, cuando los luchadores sociales son aprisionados. Como
mencionábamos en la Prisión Educativa, el estudiantado ha sido el sector más
despierto en cuanto a los procesos de cambios estructurales, pero que
lamentablemente, le ha tocado gran parte de la brutal represión, y a partir del
fenómeno de los 43 de Ayotzinapa, ha sido visto como el ad misericordiam del movimiento nacional.
Cuando hay estudiantes presos en la
Ciudad de México, a veces todo el mundo llega a enterarse, cuando asesinan a
estudiantes su rostro llega a todas las universidades y se realizan marchas,
mega-foros y mil actividades artísticas para con su conmemoración, ¡lo aplaudo
y me he unido a ellas!, pero, ¿qué sucede con los demás estados del país? Entre
el 2000 y el 2014 se han asesinado a 102 periodistas, 61 defensores de los
Derechos Humanos y centenares de luchadores indígenas pertenecientes a
organizaciones ajenas al Estado, todo esto en estados como Veracruz, Chiapas,
Oaxaca y Guerrero. No queremos caer en el número como símbolo de agresión, sino
enfatizar que el exterminio silencioso se va destapando de forma paulatina,
pues la misma decadencia de las “instituciones
encargadas de la justicia” conlleva traicionar sus propios principios,
haciendo del exterminio de su propio pueblo una forma entendible (pero de una
contradicción tan enorme) de legitimarse en el poder.
Las torturas, las desapariciones
forzadas y las ejecuciones extrajudiciales caen en un patrón endémico y
sistemático de impunidad, la represión es logística pura.
Hasta que el individuo deje su
alienación y tome justicia por su propia mano, que interprete una sinfonía de
ruido ante los oídos recostados en el desconocimiento de este infierno, lo
único que será forzado a desaparecer será la angustia de vivir en este país de
criminales.
[1] Charles
Tilly, “Los Movimientos Sociales entran en el Siglo XXI” en Los Movimientos
Sociales, 1768-2008 – Desde Sus Orígenes a Facebook, Barcelona, Crítica,
2010, p. 189.
[2] “La
guerra contra el crimen organizado durante el sexenio de Felipe Calderón dejó
un saldo de 121 mil 683 muertes violentas, según datos dados a conocer hoy por
el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI). Estas cifras se
desprenden de los registros administrativos generados por cada entidad
federativa, básicamente de defunciones accidentales y violentas. Los reportes
contienen registros de 4 mil 700 oficialías del Registro Civil y mil 107
agencias del Ministerio Público que mensualmente proporcionan información al
INEGI”. (“El Saldo de la Narco Guerra” en Revista Proceso, 30 de Julio
del 2013).
[3] El sexenio de Felipe Calderón
Hinojosa sumó a 15.9 millones de mexicanos a la pobreza medida únicamente por
ingresos –la medición oficial hasta 2008–, ya que en 2006 había 45.5 millones y
para 2012 se llegó a 61.4 millones, esto es, 52.3 por ciento de la población.
(Datos del CONEVAL vertidos en Julio del 2013).
Burlándose aún del robo de elecciones y varios
achaques contra los movimientos sociales, ignorando otros como la tragedia de
la Guardería ABC en junio del 2009.
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