Video grabado días antes de que 43 normalistas de Ayotzinapa fueran
secuestrados por la policía de Iguala y que permanecen desaparecidos desde la
noche del 26 de septiembre.
Aquí se encuentran trabajando en uno de
los proyectos productivos colectivos que dan sustento a la Normal Rural. El
agrícola es uno de los proyectos autogestivos de la Normal. Lo desarrollan de
manera natural, pues es campesino el origen de los estudiantes.
La Normal es una de las pocas
alternativas educativas de formación profesional con que cuentan los jóvenes
del campo. Aquí pueden estudiar hijos de las más familias humildes. Cuentan
con dormitorios y comedor, tienen
derecho a becas. Pero el gobierno ha escatimado el recurso que por ley debe
proporcionar a estas escuelas rurales.
Aunque cuentan con estos proyectos
productivos, no son suficientes para que la escuela cuente con todo lo
necesario. Por eso ha sido necesario salir en busca del apoyo de la población.
Eso es lo que hacían el Iguala el 26 de septiembre. Fueron a recorrer los barrios,
a explicar a la población la precariedad en la que sobreviven y se forman como
profesores, solicitando la solidaridad.
Por: Sarai Reyes
¿Qué habrán hecho aquellos
estudiantes para que les fuera como les fue? Parece sorprendente pero es la pregunta que una
ciudadana del D.F me hizo cuando le entregaba un boletín de prensa redactado
por la Escuela Normal Rural de Ayotzinapa, durante la reciente marcha del
pasado miércoles 08 de octubre que inició en el Ángel de la Independencia y
concluyó en el Zócalo de la Ciudad de México.
Mi asombro ante tal cuestionamiento
fue inminente, no podía creer lo que estaba escuchando. Mi respuesta fue: “ahora resulta que si nos matan y
desaparecen es culpa nuestra”. La señora me miró un tanto confundida y
dijo: “está raro… ¿no?”, como
insinuando que los estudiantes se lo buscaron. Insistí diciendo que todo es
culpa del gobierno que toma nuestro cuerpo, nuestros pensamientos e ideales,
nuestra vida como si fuéramos unos muñecos de papel a los cuales puede desechar
sin tener el menor remordimiento, sin ninguna represalia. Sin que nadie alce la
voz.
Somos las piedras en su camino. Los
rebeldes que luchamos por lo justo. Los que no nos pasamos horas viendo las
telenovelas. Los que no le creemos a Televisa y Tv Azteca pues sabemos su
función en los medios. Los que queremos un país libre, justo y sin violencia.
Sólo somos eso. Los que no nos conformamos con las migajas que nos quieren dar.
Los que creemos que todo puede cambiar si nos unimos a una misma lucha. Los
pobres, los de abajo, los que la hija de Peña Nieto llama “prole”. Nosotros somos eso. Los que ganamos el salario mínimo. Los
que trabajamos en el campo. Los estudiantes que se van comunidades alejadas a
enseñar a leer y escribir a la población que al igual que nosotros es pobre.
Somos los que decimos ¡basta! ante las injusticias propias y ajenas. No somos
delincuentes, ni somos asesinos.
Yo no me pregunto ¿Qué habrán hecho
aquellos estudiantes para que les fuera como les fue?, yo me pregunto ¿Por qué
Ayotzinapa?, ¿Por qué otra vez el normalismo rural? ¿Qué pudo ser tan grave
para que pase lo que está pasando? Nada justifica estos hechos. Nada. ¿Qué
necesita el pueblo de México para ser menos apático, menos insensible, menos
individualista? Es hora de abrir los ojos a la horrible realidad que está en
nuestras puertas. No estoy en Guerrero, pero como me duele todo esto. No son
mis familiares, pero como me llena de rabia la impunidad del Estado. No conozco
a ninguno de ellos, pero ellos para mí son parte de esta sociedad, y tienen el
mismo derecho que tú y que yo a la vida. No sé sus nombres, pero espero su
regreso. No puedo permanecer como un robot sin sentir ira, sin sentir dolor,
sin sentir tristeza. Sin actuar. Nadie merece ser lastimado por pensar
diferente, por luchar ni por expresarse. Nadie merece lo que pasó en
Ayotzinapa.
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