Escrito por Tania
Cantarell
Enlace original:
https://www.facebook.com/notes/tania-cantarell/imagina-que-tienes-un-hijo-si-ya-lo-tienes/857443720963047
Publicado en Proyecto AmbulanteLunes, 13 Octubre 2014
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Publicado en Proyecto AmbulanteLunes, 13 Octubre 2014
Imagina que tienes un hijo, si
ya lo tienes, imagínate quitándote el pan de la boca, trabajando de sol a sol
para él. Lo ves crecer con el orgullo de tu sacrificio y lo imaginas un día
llegando alto, mucho más de lo que tú pudiste llegar. Sabes que él sufre por no
poder estar contigo y tú a la vez sacrificas su presencia con la esperanza de
ver coronada la espera cuando algún día lo llamen “maestro”; porque como tú no pudiste estudiar, en la calle te hacen
de menos, en los grandes festines tú no tienes lugar, y existen un sin número
de cosas a las que jamás tuviste acceso y no quieres lo mismo para él.
Lo has visto partir tantas veces con el estómago vacío, y ha logrado
llegar hasta la carrera aun cuando pedaleaba horas en bicicleta para ir a la
escuela, cuando se enfermó y no le compraste sus medicinas, cuando se levantaba
de madrugada e iba con sus ropas rasgadas en épocas de frío, y se pasaba el año
con una sola libreta para todas sus materias; o que a veces, cuando te mandaban
llamar a su escuela, no podías ir porque no tenías dinero, o no tenías donde
dejar a sus hermanitos o no te dio permiso el "patrón" o a la "patrona".
Imagina que en tu casa no hay televisión, ni tienes celular, pero te
avisaron que tu hijo está detenido, que paso “algo” y “que se lo llevaron
al ministerio público de Iguala”, dejas todo, pides prestados unos centavos
y corres con la policía. Nadie te da razón, vas a la escuela, preguntas a otros
padres y todos están igual que tú, tienes hambre, ya entró la noche, y nadie
parece saber nada. Después de algunos días te enteras que dicen en los
noticieros que ya apareció tu hijo; el corazón te da un vuelco, pero dicen los
demás que en una “fosa común”, como
no entiendes muy bien el español le preguntas al de al lado -¿qué es eso?- y
te responde que es “donde tiran muertos”.
No lo crees, no lo entiendes y corres a preguntar sin soltar la foto con su
rostro ¿dónde está tu hijo? ¿A dónde lo llevaron? ¿Quién se lo llevó? Un
reportero se para y te pregunta, echas a llorar, le cuentas cómo era tu hijo y
le pides ante una cámara que si te está viendo que regrese, que lo extrañas, y
no hay respuesta.
Ya llevas días enteros ahí sentado, y cada vez que llega alguien te
acercas a ver si hay noticias, no has podido comer, ni piensas en bañarte, no
logras hallar descanso ni de noche, ni de día.
Por momentos te sientas a recordarlo, a llorar desconsoladamente y a
preguntarte: ¿por qué? ¿Por qué se lo llevaron si a él solo le gustaba jugar
futbol? ¿Por qué si el solo quería ayudar a sus hermanos menores? ¿Por qué si
solo buscaba un mejor futuro? ¿Por qué si solo quería ser maestro?
Tu hijo podría ser Yosivani, el menor de 7 hermanos, que salió de la
secundaria con un promedio de 9.8 y estudiaba para maestro porque el dinero no
alcanzaba para costear otra carrera; o podría ser el “frijolito” que desinteresadamente donó su sangre a un enfermo que
ni conocía; o Jorge que hace unos días cumplió años y hablaste por teléfono con
él y le prometiste hacerle su comida favorita, el mismo que te cantaba y tocaba
la guitarra mientras hacías tortillas.
Imagina a tu hijo caminando lleno de miedo por un camino obscuro,
empedrado y solitario y a punta de pistola; imagina que lo hincan y lo hacen cavar
su propia tumba, mientras oye como van matando a sus demás compañeros, sabe que
él puede ser el siguiente. Le rompen los huesos, lo rocían con algo que él no
sabe que es… y le prenden fuego.
Queman sus sueños. Tus sueños. A tu amado e inocente hijo. Luego lo
cubren con ramas y tierra y lo abandonan.
Pero ¿sabes qué? afortunadamente esta historia no es la tuya. ¡No eres tú
ni es tu hijo! Hoy no te tocó a tí, hoy lloran en casa del vecino, pero eso no
debería significar que permanezcas impávido, apático, insensible. Las
injusticias llegan por todos lados y cuando menos lo esperas te ves envuelto en
una de ellas, y será entonces cuando desearías que tu voz gastada tenga eco en
los demás que tienen mejor suerte que tú.
Tus condolencias, mis condolencias y los “perdone usted” de la clase política que encubrió a los asesinos no
sirven de nada, inclusive la propia aplicación de la justicia de poco puede
servir cuando se trata de sanar dolores como este, pero al exigirla al menos
nos daría la tranquilidad de saber que nos unimos como pueblo, y que sus
muertes no fueron del todo en vano.
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