A los 43 estudiantes secuestrados por
policías y narcotraficantes en Guerrero "los
mataron", y a algunos "los
quemaron vivos", dijo con base en testimonios de testigos el sacerdote
Alejandro Solalinde, Premio Nacional de Derechos Humanos de México 2012, en
entrevista con la agencia Nóvosti.
"Estaban heridos, y así como estaban heridos,
los quemaron vivos, les pusieron diésel. Eso se va a saber, dicen que hasta les
pusieron madera, algunos de ellos estaban vivos, otros muertos", dijo el sacerdote, de 69 años, quien dirige un
albergue para migrantes ilegales en el estado de Oaxaca (sur), que colinda con
Guerrero.
La categórica
afirmación se basa en los testimonios de testigos entre los policías, dijo
Solalinde, quien además está en comunicación con los estudiantes sobrevivientes
de la escuela rural de maestros de Ayotzinapa, estado de Guerrero, reprimidos
la noche del 26 de septiembre en la ciudad de Iguala (200 km al oeste), con
saldo de seis muertos, 20 heridos y 43 estudiantes desaparecidos.
"La primera información directa la tuve el
domingo pasado. La segunda la tuve ayer, en la Ciudad de México. Lo primero que
supe es que hay testigos, pero tienen miedo de hablar, son testigos de los
mismos policías", dijo Solalinde.
"Siempre hay alguien que tiene conciencia;
pero si hablan temen que los vayan a matar. Dicen que a unos jóvenes los
quemaron vivos y los mataron",
describió.
El sacerdote
ofreció la versión en entrevista exclusiva con la agencia Nóvosti y el diario
austriaco Der Standard de Viena, en el marco del XI Foro de Derechos Humanos
del Sistema Universitario Jesuita, en la Universidad Iberoamericana de Puebla
(70 km al este).
Es la mayor figura
de la Iglesia católica que trabaja por los derechos de los migrantes ilegales
en México, es uno de los líderes humanitarios mexicanos que denunció la masacre
de 72 migrantes, perpetrada por traficantes en agosto de 2010 en Tamaulipas
(noreste) y recibió el Premio Nacional de Derechos Humanos 2012, el 10 de
diciembre de ese año, de manos del presidente de México, Enrique Peña, en el
Día Internacional de los DDHH.
Por los ataques y
la desaparición de estudiantes, México ha recibido reclamos de parte de
organismos internacionales como la ONU, la OEA, la Unión Europea, Amnistía
Internacional y decenas de organismos humanitarios y de la sociedad civil
mexicana para encontrar a los culpables y castigarlos.
Estudiantes en la miseria en la mira del gobernador
Solalinde señala que el gobernador de Guerrero, Ángel Aguirre, sabía de los vínculos
del alcalde prófugo José Luis Abaraca con los delincuentes de la mafia llamada
Guerreros Unidos: "No es casual lo
que pasó con los jóvenes. Es una línea clara de represión que se ha presentado
en muchas partes", relató el prelado Católico.
"El Gobernador sabía en qué estaba metido el
alcalde (narcotráfico), y tiene relación con la esposa del alcalde. Él mismo ha dicho que
conocía de esos vínculos. Él sabe también cómo mataron a esos jóvenes",
sostiene.
"Los mataron
–insiste–. Escuché al gobernador (de
Guerrero, Ángel Aguirre) decir que tenía
esperanza de que estuvieran con vida. ¡Qué hipócrita! Él sabe perfectamente que
los mataron y sabe cómo los mataron", sentenció Solalinde.
"Él dijo también que estaba trabajando el
equipo Argentino de Antropología Forense
(que ha investigado otras masacres en América Latina y llegó a México a pedido
de los familiares y líderes humanitarios) y
que les habían dado todas las facilidades. Pero cómo pueden trabajar con unos
restos totalmente calcinados, que es sumamente difícil encontrar su ADN porque
se altera, por el fuego".
Para retratar la
vida que llevaban los alumnos de la Escuela Normal de Maestros de Ayotzinapan,
Guerrero, el padre Solalinde describe: "Hay
que ir a un internado de esos (en los que viven los estudiantes agredidos) para
darse cuenta de que están en la miseria, que no tienen siquiera algún confort
para ellos mismos, no tienen nada".
Los estudiantes que
fueron atacados por policías y narcos, de acuerdo con las primeras pesquisas,
que arrojan hasta ahora unos 50 detenidos, la mayoría policías municipales y
algunos narcotraficantes, y casi 15 fosas clandestinas con restos humanos que
hasta la fecha no coinciden los registros genéticos de los desaparecidos.
"Estos jóvenes son muy politizados, porque
tienen una conciencia desde abajo, son contestatarios. En un momento dado
pueden confrontar la gestión pública",
explicó Solalinde sobre la combatividad de los aspirantes a maestros rurales.
Los testigos de Solalinde
El testimonio de los testigos "lo están dando a personas muy
conocidas en México, que están investigando y han despertado la confianza de
ellos. A mí me lo contaron y me lo confiaron. Todo lo que yo sepa, si es para
el esclarecimiento de la verdad, lo voy a decir, salvo que afecte a terceras
personas", aclaró.
Los testigos y
sobrevivientes confiaron detalles al sacerdote, quien el martes tuvo contacto con
otro joven que estaba entre los 80 estudiantes agredidos a balazos la noche del
26 de septiembre y la madrugada siguiente.
"Quiero describirlo. Esta persona, es un joven
totalmente indígena. Es el rostro de nuestra gente sencilla, morena, bajito,
delgado. Y me dijo: yo estuve allí, me salvé de milagro. Nunca esperábamos que
nos fueran a atacar y a disparar, como si fuéramos un ejército. Así nos
trataron. Logramos huir y vimos muchas cosas".
"Me dijo también –prosigue el laureado defensor humanitario– ‘tengo la esperanza de encontrar vivos a
nuestros compañeros’", recuerda el encuentro con el sobreviviente.
"Pero no es lógico, basándome en los
testimonios de esta otra persona
(vinculada a la policía) que vio que los
que habían quedado vivos, heridos, los quemaron vivos y los mataron. Esos
detalles no se los dije a él, pero le dije que todos están muertos. Y comenzó a
llorar y llorar", prosiguió el relato.
El sacerdote
enfatiza que el testigo que afirma que los estudiantes fueron asesinados es
parte de los agresores: "Es una
persona que tiene mucho miedo y estaba hablando. Pero sabe que si se sabe que
hablaron, los van a matar. A los estudiantes los mataron, es lo que esta
persona está diciendo. Los calcinaron con diésel".
El sacerdote
considera que la versión ofrecida por las autoridades hasta la fecha pretende
deslindar a los policías de los narcotraficantes: "Quieren dar la impresión de que fue algo temperamental de la
señora del alcalde de Iguala, que estaba dando su informe de labores (la
noche del 26 de septiembre), que lanzaba
su campaña, que hace berrinche, que se queja con su esposo".
La explicación
oficial indica que "su esposo
(el alcalde) que es un asesino, ordena
reprimir. Pero qué casualidad que llegan a matar, a tirarles. Y luego los
llevan a otro lado los policías de Iguala a entregarlos a otro municipio
(Cocula) y después a los Guerreros
Unidos, al cartel del crimen organizado, a los delincuentes. Y que los
entregaron vivos y no saben qué paso".
"Es una manera de lavarse las manos", sentencia Solalinde.
La revelación de
los testimonios ocurre un día después de que el presidente Enrique Peña dijo
que "el sentimiento colectivo de
indignación, de dolor y de coraje demuestra que los mexicanos estamos unidos,
que somos solidarios con el sufrimiento de nuestros hermanos, y lo más
importante, demuestra que rechazamos la violencia".
El clima de
descontento se extiende cada día y el lunes causó la destrucción del Palacio de
Gobierno del estado de Guerrero y otros edificios públicos por manifestantes
que acompañaban a los familiares en la capital estatal, Chilpancingo, a medio
camino entre la Ciudad de México y el puerto de Acapulco.
La declaración
presidencial es emitida un día después de que expertos forenses descartaron que
28 cuerpos calcinados encontrados, el domingo 6 de octubre, en fosas
clandestinas, en los cerros que rodean Iguala, sean de los 43 estudiantes
desaparecidos.
Las esperanzas de
los familiares de los 43 estudiantes desaparecidos han renacido, pero surgió
una nueva incógnita sobre quiénes son los muertos en esas fosas, mientras se
analizan otras cuatro encontradas el 9 de octubre y un grupo más de entierros
clandestinos anunciado el martes por la noche, por el procurador general Jesús
Murillo, sin mayores detalles. Otros cuatro entierros fueron revelados este
miércoles por campesinos.
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