La historia de Julio César Mondragón, estudiante de Ayotzinapa, asesinado y desollado en Iguala el 26 de septiembre
Me preguntaron en el Semefo: "¿está
segura que quiere verlo?"
Marissa
Mendoza se enteró en las redes sociales que su esposo había muerto en el ataque
contra los normalistas en Iguala; viajó a Guerrero con la esperanza de que no
fuera él.
Alejandra Arteaga
01/10/2014
Ciudad de México
Marissa estaba desesperada.
Aún tenía fe en que el cuerpo que estaba a punto de ver no fuera el de su
esposo, Julio César Mondragón. Antes de pasar al anfiteatro del Servicio Médico
Forense de Chilpancingo la detuvieron: ¿está segura que quiere pasar?
Los forenses repetían la pregunta porque lo que le había pasado a Julio
César era terrible. "¿Está segura
que quiere verlo?", "tiene
que ser muy fuerte", insistían.
"Pues... pasé", dice Marissa Mendoza. La
esposa del normalista apenas podía contener el dolor que le rompía la voz. "Jamás nos dijeron que Julio César
había sido encontrado así, en ese estado....fue desollado".
La única explicación que ella encuentra es la tortura.
Era sábado en la mañana cuando Marissa, de 24 años, escuchó el nombre de
su esposo en los noticieros. Julio César Mondragón era uno de los estudiantes
de la Escuela Normal Rural de Ayotzinapa muerto en una balacera en Iguala.
Marissa estaba en la ciudad de México.
No había hablado con su esposo en varios días porque había perdido su
teléfono celular. Intentó hablar con sus compañeros normalistas, pero nadie le
decía nada, así que el domingo viajó a la Normal de Ayotzinapa.
Julio César, de 22 años, se fue a vivir a la Normal a mediados de julio,
un mes antes de que naciera su hija, Melissa. "Estaba allá para superarse, para que cuando saliera, me prometió,
iba a comprar un piso para que viviéramos juntos, viviéramos con nuestra
hija".
"Era un hombre extraordinario, el mejor de
todos, era muy cariñoso, detallista, era muy atento conmigo", cuenta.
Aunque sólo gozó a su hija dos meses, Julio César siempre fue un padre
cariñoso. "Cuando estaba embarazada,
le daba muchos besitos a mi vientre, me abrazaba. Deseábamos tanto que ya
naciera para que estuviéramos con ella", cuenta Marissa.
La joven conoció a Julio César durante un baile en el pueblito
mexiquense de San Miguel Tecomatlán, donde él vivía. Después de esa noche no
volvieron a hablar. Ella vivía en el DF y él allá.
"Después nos contactamos por Facebook.
Empezamos a platicar. Estuvimos así, que será, uno o dos meses, en contacto por
Facebook. Después decidimos rencontrarnos personalmente, y él vino al
Distrito", cuenta.
Fue en Facebook donde Marissa vio por primera vez el cadáver de su
esposo, el sábado 27. "En el
Internet, en Facebook, subieron varias fotografías, entre ellas, pues la de
Julio César. Entonces, como yo conozco su ropa, conozco parte de su cuerpo y
todo, descubrí que era él".
Al llegar a la Normal de Ayotzinapa, los estudiantes que viajaban en el
camión con su esposo le contaron lo que había pasado durante la balacera. "Me dijeron que fueron a una actividad
y que ya venían de regreso cuando los interceptaron unas patrullas. Y que los
chavos se bajaron amablemente diciéndoles que por favor les permitieran el
paso, entonces los policías comenzaron a dispararles. Sin ninguna razón".
Los mismos compañeros de Julio César le recomendaron a Marissa que fuera
al Semefo a reconocer el cuerpo de su esposo.
"Sentí mucha tristeza de que ya no volvería
a ver a Julio César y se me vinieron muchas imágenes, así como si yo hubiera
estado con él en el momento en que le hicieron eso, de que le quitaron la cara
completa, vivo, torturándolo de la manera más cruel, porque ni siquiera tenía
impacto de bala, solamente tenía muchos golpes, en la parte del pecho, la
cintura, la manos", dijo.
La policía de Chilpancingo le dijo que habían encontrado el cuerpo de
Julio César "en la zona industrial
(de Iguala), cerca de Pemex",
que "ya estaba la denuncia y que
todos los policías estaban arraigados. Y que no están laborando, ninguno, en
Iguala, y que iban a estar investigando".
Marissa no sabe quién mató a su esposo ni por qué ni cuándo dejará de
quemarle el pecho el dolor de haberlo perdido. Ahora sólo le queda su pequeña
hija de dos meses, Melissa, que tiene la cara de Julio César. Ella es "el único recuerdo que tengo de
él".
"¿Está segura que quiere verlo?"
Julio César había sido desollado.
#AlertaAyotzinapa #SOSporMéxico.
Video publicado el 04/10/2014
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en www.ellosynosotros.com
Encontré esta historia de Julio César Mondragón, el compañero de Ayotzinapa
que fue desollado. Pongo la foto, no para el morbo, sino para que tengamos
presente que vivimos en el horror y para que lo sintamos en nuestras vísceras,
para que este rostro sin rostro, desde esa imagen de horror, reciba una
respuesta de nuestra parte.
*Esta historia la retomamos del blog de Elia Casillas.
2 octubre, 2014
En vida se llamaba Julio César Mondragón,
estudiante de la Escuela Normal Rural “Raúl
Isidro Burgos”, cursaba el primer año de su Carrera Profesional y era
originario del Distrito Federal. Era un joven con muchas ganas de estudiar,
pero por la falta de recursos económicos de su familia dudo en hacerlo, en su
búsqueda de escuelas donde no tuviera que gastar mucho se enteró que aquí en
Guerrero había una escuela con modalidad de internado en donde no tendría que
pagar renta, ni alimentos, y solo gastaría en algunos materiales educativos.
Cuando se
enteró de esto no lo dudó más, y emprendió su camino, salió de la Ciudad de
México preguntando donde se encontraba la tierra del Ilustre Vicente Guerrero,
es decir, buscaba Tixtla, municipio donde se encuentra Ayotzinapa.
Luego de
requisitar y aprobar el examen de admisión el día 18 de agosto se presentó a la
institución en donde pronto hizo amistad con todos sus compañeros que son de
distintas partes del país, pues Ayotzinapa permítanme decirles que alberga a
estudiantes de Guerrero pero además les brinda oportunidad a jóvenes de estados
colindantes.
Luego entonces
todo marchaba en orden, hasta que un día sus compañeros le informaron a todos
que tenían que ir a la marcha histórica del 2 de Octubre en el DF, una marcha
en donde se recuerda la matanza de estudiantes que se manifestaban en ese
entonces, claro que para ir tenían que buscar las condiciones para ello, por
eso optaron por salir a todo el estado a botear (pedir cooperación), al grupo
del “Chilango”, que era como le
decían sus compañeros por ser originario del D. F.
Decidió ir a
Iguala a recabar recursos. Su mala suerte fue que ese día daba su informe la
esposa del Presidente Municipal y Presidenta del DIF, y ese evento los
resguardaban, policías federales, estatales y municipales, además eran apoyados
por la delincuencia organizada.
Luego entonces
estas corporaciones, al ver la llegada de esta caravana de vehículos
procedentes de Ayotzinapa, persiguieron a los camiones por toda la ciudad,
hasta que en una calle lograron cerrar el paso.
Ante eso un
estudiante se bajó de camión para solicitarle el libre tránsito, pues no
entendían el porqué del acoso. Se abrió la puerta del camión el estudiante
temeroso bajo y disimuladamente vio su reloj, apuntaba las 8:00 de la noche,
después de dar 5 pasos más y dirigirse a la patrulla municipal, se oyeron
disparos certeros que dieron a la cabeza de estudiante.
Cayó muerto al
instante, sus compañeros al ver lo que sucedió y sentir las balas encima,
salieron del autobús huyendo de la masacre, entre ellos el “Chilango” que salió junto con un compañero pero las balas de los cuernos de chivo eran más veloces que su
pies.
A unos cuantos
metros cayó al piso y sus compañeros vieron cómo lo subieron a una patrulla
Municipal. En un inicio pensaron que lo llevarían a un hospital o ya lo peor
detenido, pero nunca pensaron lo inimaginable.
Horas más
tarde fue encontrado su cuerpo sin vida y desollado (le quitaron la piel del
rostro).
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