Por
Heriberto Paredes
Agencia Autónoma de Comunicación SubVersiones
07
octubre, 2014
Testimonios de estudiantes normalistas de Guerrero
https://www.youtube.com/watch?v=qjmqHm93Mfc
Publicado el 06/10/2014
Tanto normalistas como familiares anunciaron que
intensificarían las acciones para presionar al gobierno estatal y federal,
reafirmaron su postura firme para continuar las investigaciones y denunciaron
las versiones que se han difundido a nivel nacional e internacional que
aseguran que los cuerpos encontrados en fosas son los cuerpos de los
estudiantes.
La
guerra ha comenzado. Ésta es la última frase de una manta que apareció el día
de ayer colgada en la ciudad de Iguala, Guerrero. Se atribuye a la organización
Guerreros Unidos (GU) la autoría del
mensaje; en éste dan 24 horas al gobierno estatal para entregar a los 22
policías detenidos como responsables de la matanza de estudiantes. No se hace
un canje, simplemente se anuncia lo que es ya una verdad dicha por todos lados:
la guerra entre organizaciones criminales ha comenzado y la disputa por el
control de las plazas es ya una realidad innegable. Los primeros episodios
–previos a la oficialización– son la batalla entre Los Rojos y GU por
Mezcala y Carrizalillo, en el municipio de Eduardo Neri, y el combate de Los Rojos contra los Ardillos en la ciudad de Chilapa hace
menos de dos meses. Este lunes se hizo oficial un nuevo periodo en la historia
reciente de este golpeado estado pero también se confirmó la participación del
crimen organizado en el asesinato y desaparición de los estudiantes.
Mientras esto ocurría en uno de los centros en disputa por los cárteles
locales; en las instalaciones de la Escuela Normal «Raúl Isidro Burgos» –ubicada en la comunidad de Ayotzinapa,
municipio de Tixtla– los familiares de los estudiantes desaparecidos se reunían
para una conferencia de prensa y para comenzar una serie de rezos colectivos
que permitieran mitigar un poco el dolor que lleva días oprimiéndoles el pecho.
Tanto normalistas como familiares anunciaron que intensificarían las
acciones para presionar al gobierno estatal y federal; reafirmaron su postura
de continuar las investigaciones y denunciaron las versiones que se han
difundido a nivel nacional e internacional que aseguran que los cuerpos
encontrados en fosas son los cuerpos de los estudiantes, «todavía no se han terminado los exámenes médicos y de ADN, así que
para nosotros aún no están muertos y los vamos a seguir buscando, pero exigimos
también a las autoridades, a la policía municipal, que los presente con vida de
inmediato» dijeron mientras muchas de las madres lloraban silenciosamente.
Luego de estas declaraciones los familiares se reunieron frente a un altar
y muchas velas encendidas, ahí comenzaron los rezos que continuaron hasta
algunas horas después. A su alrededor los estudiantes de la Normal iban y venían
trayendo café y galletas, ollas llenas de comida, garrafones de agua, vasos
desechables. Un ir y venir de jóvenes llenaba la cancha de básquetbol en medio
de la cual los rezos se mantenían al unísono. «Pareciera que en la actualidad van a acabar con todos los jóvenes,
porque todos los días, padre mío, aparecen jóvenes muertos, no sé qué está
pasando» dijo con firmeza una de las madres que conducía el rezo.
Logramos conversar con algunos estudiantes, uno de ellos, Uriel Alonso,
estuvo en el lugar de los tiroteos y nos permitió recopilar su testimonio. Nos
contó ampliamente lo que pudo observar mientras los policías municipales
disparaban sin ser atacados. También pudimos contar con las valoraciones de
otro normalista, David, quien nos recordó la situación de los jóvenes heridos
que aún permanecen en el hospital y categorizó todo esto como un cambio de un
movimiento estudiantil a un movimiento social. Ambos testimonios se pueden
conocer en el video que acompaña esta publicación.
El dolor que impide el habla
Preguntamos
algunas veces sin ser insistentes y con mucho cuidado, pero la respuesta –salvo
una excepción– siempre fue negativa. Es todavía el momento en que el dolor de
la incertidumbre impide hablar frente a personas desconocidas, sobre todo si
éstas tocan el tema del origen de tanto dolor. Nuestras preguntas serán
inútiles cada vez que nos acerquemos a alguien que tiene un familiar
desaparecido, las palabras que logremos dirigirle serán agresivas, tontas,
nunca lograrán acercarnos a la desesperación. Esto lo entendimos cuando nos
cruzamos con una señora que llevaba un vestido azul, el cual le daba un aire
vistoso entre los pasillos de la Normal; justo al pasar cerca de nosotros nos
animamos a preguntar y con una mirada desconsolada nos pidió disculpas «siempre nos preguntan lo mismo y nunca
hacen nada; porque ahora no puedo, no puedo hablar de esto». Su llanto
inmediato nos desgarró.
Y así fuimos dando rostro a muchos familiares que andaban ya incorporados a
otras tareas en la escuela, una gran familia se había formado a pesar de todo.
Además, habitantes de la población de Tixtla y de otros pueblos cercanos
llegaron a lo largo de toda la jornada cargados de comida y víveres, de gente
dispuesta a apoyar a los estudiantes. La memoria de los desastres naturales no
se forja en vano; fueron entonces los normalistas los primeros en meterse a las
casas inundadas o en buscar a familiares de las personas afectadas por ciclones
y derrumbes. Hoy ellos traen la comida y las aguas de frutas.
De todo el país llegan autobuses llenos de otros y otras normalistas. Nos
toca ver a los de Mactumatzá, Chiapas, y entre la gente que mira el autobús se
dibuja una sonrisa: «los de Chiapas son
bien combativos, no nos iban a dejar solos». En el transporte público
entre Tixtla y Chilpancingo hay pintas de apoyo a los normalistas, frases muy
concretas desmienten la absurda versión de los medios de comunicación de paga,
comerciales o como se llamen sobre la poca relación de los ayotzinapos
–como despectivamente les llaman— con el pueblo. Cada combi y camión tiene
escrita la misma exigencia: «Queremos
justicia y la queremos ahora».
La actitud depredadora de la prensa en la conferencia fue evidente,
mientras las madres de los muchachos desaparecidos pedían comprensión por no
dar nombres, las agencias internacionales insistían hasta tres veces y lo
hicieron con ese gesto burlón de quien no tiene ni idea de lo que es un dolor
de ese tamaño. Afortunadamente estas personas se fueron rápido y, en el caso de
Televisa, su reportero fue «invitado a
retirarse» dejando claro lo inevitable de la prohibición para que esta
televisora y TV Azteca se acercaran siquiera.
Al final del día, Fernando, el tío de Carlos Lorenzo Muñoz Hernández, uno
de los estudiantes desparecidos accedió a compartir algunas palabras para
SubVersiones:
El decidió que quería hacer carrera en esta institución, hizo méritos para
estar aquí. Pasó su examen. Su meta era transformar su vida, ser alguien en la
sociedad […] Desgraciadamente en el estado de Guerrero tenemos un gobierno corrupto,
desde arriba hasta aquí, así que no hay más que culpar al gobierno del estado,
a Ángel Aguirre Rivero, él sabe dónde están estos jóvenes […] No tenemos visita ni del presidente, ni de
un diputado, ni de las autoridades estatales, federales, no sabemos nada, todo
lo que pasan en esos medios de comunicación son mentiras, ¿dónde están esos
jóvenes que dice que aparecieron, acaso él ya vino y le dijo a los padres de
familia?
El testimonio completo lo puedes escuchar en el
siguiente enlace:http://subversiones.org/archivos/101212
Los batallones que se forman
Por un
lado están todos los rumores que se cuentan acerca del nivel de responsabilidad
de las autoridades municipales y estatales en la masacre; lo que
definitivamente no está en duda es la imbricación entre crimen organizado y
funcionarios públicos. Faltan algunos elementos aún para que esta parte del
rompecabezas comience a tener sentido y para avanzar en conocer el paradero de
los normalistas.
Para los familiares esta situación es en extremo compleja, por el momento
la versión que afirma que los cuerpos encontrados en las 6 fosas de las
cercanías de Iguala son los restos de los estudiantes, no es aceptada, para las
madres y padres, sus hijos están aún vivos y los gobiernos estatal y federal
deben presentarlos con vida de inmediato.
Como en un campo de batalla, los distintos bandos –por un lado el crimen
organizado y el gobierno en sus distintos niveles, por el otro, normalistas,
familiares y todas las personas que han manifestado su repudio a la violencia y
la muerte— se preparan para enfrentar episodios que aún desconocemos pero que
no serán fáciles. La escalada de corrupción, engaños, amenazas y muerte es
todavía la tendencia en Guerrero, y no hay indicios de que esto vaya a
detenerse, mucho menos si las elecciones estatales no están tan lejanas y se
trata, o de conservar el poder por parte del bloque de Aguirre o de
recuperarlo, tal y como la familia Figueroa pretende.
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