Ayotzinapa: Crimen de
Estado
La Voz del Anáhuac
El 8 de octubre, en el DF, en diversos estados de
la república y en otros países se realizaron manifestaciones, bloqueos,
mítines, protestas frente a las embajadas de México, para exigir la
presentación con vida de los desaparecidos y justicia por los estudiantes
asesinados.
Esta masacre es un
crimen de estado, es terrorismo de estado, por más que el gobierno mexicano trate de atribuirlo al
crimen organizado, pues fue muy evidente la participación de la policía.
Sabemos que los policías sólo saben obedecer órdenes, por absurdas y criminales
que estas sean.
No se trata de que el
narco corrompió a ‘algunos policías’,
está claro que hay una simbiosis entre las bandas criminales y el estado (Simbiosis: Asociación íntima de dos organismos de
distinta especie con importante beneficio para ambos). Los cuerpos militares y policíacos, a todos los niveles,
como brazo armado del estado, no hacen
sino cumplir las órdenes de sus superiores. Son los autores materiales de la
masacre, los ejecutores. Para simular que se hace justicia, detienen a algunos
de los policías ejecutores y a algunos sicarios. Sin duda son asesinos, son
quienes accionaron sus armas para ejecutar estudiantes. Frente al reclamo de
justicia son peones sacrificables.
Pero los autores
intelectuales, los que dieron las órdenes, son los que han encontrado gran beneficio
para sus intereses políticos y de clase en la simbiosis con las bandas
criminales (ya estructuradas como verdaderas empresas capitalistas, algunas de ellas
con alcance transnacional). Ellos, que son también quienes controlan el poder
judicial, que son los que, en última instancia, imparten justicia, no se van a autosacrificar. No, no va a llegar
hasta esos niveles del poder político la aplicación
rigurosa de la justicia. Cuando mucho encarcelarán a algunos de sus peones,
por un tiempo. Y cuando la agitación disminuya, cuando las presiones amainen (sobre
todo las de sus socios capitalistas que reclaman estabilidad en los países en
los que invierten, para garantizarse las ganancias esperadas), los liberarán,
como ocurrió con los paramilitares confesos de la masacre de Acteal.
No es ahí donde hay que
buscar la justicia. No la vamos a encontrar. La verdadera justicia será posible
cuando nosotros, los de abajo, el pueblo trabajador de la ciudad y del campo,
logremos sacudirnos el control político-ideológico de los dueños del capital,
de los que ostentan el poder. Será en la medida que nos organicemos desde cada
lugar donde estamos, desde nuestros pueblos y barrios, desde los centros de
trabajo y de estudio, desde las calles y plazas, desde donde podamos hacer
valer nuestros derechos y nuestro poder como pueblo. No esperamos que alguien
llegue a “salvarnos” desde arriba.
No, no buscamos cambiar de amo o mandón. Lo que necesitamos construir es el
poder comunal, es decir, el autogobierno. No que alguien que diga ser ‘el bueno’ venga y nos diga que ahora
hay que obedecerlo a él, sino que desde donde vivimos, trabajamos y estudiamos,
entre todos decidamos cómo andar nuestro propio camino. Esto es la autonomía,
el ejercer la soberanía popular, nuestra libre determinación, donde no manda un
líder, sino la asamblea de los que ahí somos, en función del bien común.
Como lo hacen en Chiapas
los pueblos zapatistas desde hace 20 años, en rebeldía contra el mal gobierno,
formando desde sus asambleas comunitarias sus Juntas de Buen Gobierno, sus
gobiernos autónomos, nombrando a sus consejos municipales, a sus comisiones de
salud, de educación, de vigilancia, de justicia, organizando el trabajo
colectivo, desarrollando proyectos productivos comunitarios, haciendo realidad
que ahí el pueblo manda y el gobierno –su gobierno- obedece.
Y con sus formas
propias, pero en el mismo sentido, en Guerrero se organizan así los pueblos en
la Coordinadora Regional de Autoridades Comunitarias en la Montaña y la Costa
Chica, con su propia Policía Comunitaria. Y en Michoacán el pueblo purépecha de
Cherán y el nahua de Ostula. En el Istmo de Tehuantepec van hacia esta forma de
organizarse las asambleas de los pueblos que se oponen a los megaproyectos
eólicos que les despojan de su territorio y destruyen su entorno ecológico. Y
así, por ese camino van muchos otros pueblos en el Estado de México, el Puebla,
en Morelos, en Sonora. Ese fue el anhelo que impulsó a algunos de los pueblos
que se alzaron con las autodefensas en Michoacán para expulsar de sus
territorios a las bandas criminales que los extorsionaban, que secuestraban y
asesinaban a los que no se sometían, hasta que intervino el estado, no para
combatir a los narcos sino para someter a su control a las autodefensas y
encarcelar a quienes no se dejaron someter.
Así que para Ayotzinapa, para los yaquis, para los
pueblos del volcán en Puebla, para los del río Papagayo que se oponen a la presa
la Parota, para todos los pueblos que sufren la cárcel y la muerte como única
respuesta del gobierno a sus justas demandas, habrá justicia si es que todos
aprendemos a organizarnos y a ser autónomos. Sólo hay que agregar que la
autonomía no es en sí misma la liberación, pero es un buen camino para aprender
a ser libres.
Video:
La masacre de estudiantes de Ayotzinapa, Guerrero
Publicado el
05/10/2014
Este video contiene la
narración de la masacre a partir del minuto 7. La noche del viernes 26 de
septiembre de 2014, el Gobierno de Guerrero ordenó a Policías Municipales
acribillar a estudiantes de la Normal Rural "Raúl
Isidro Burgos" de Ayotzinapa, Guerrero. 57 estudiantes detenidos
ilegalmente y entregados al Cártel Guerreros Unidos, por la Policía Municipal
de Iguala, lo que los convierte en víctimas de la desaparición forzada. Los
Sicarios dejaron libres a 14 estudiantes. El 5 de octubre de 2014, se
encontraron en fosas clandestinas, los restos mortales, al parecer, de 20
estudiantes normalistas. Aún se busca desesperadamente a los 43 jóvenes
estudiantes desaparecidos.
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