Por Cynthia Santos
Briones
Este lunes 22 de septiembre –un día después de la People’s Climate
March– alrededor de unas 3.000 personas se congregaron para ocupar la
esquina de Wall Street y Broadway en la ciudad de Nueva York, cuestionando lo
que consideran la intrínseca responsabilidad del capital financiero en las
implicaciones del cambio climático a nivel global. La protesta #FloodWallStreet –la inundación de Wall
Street– dio inicio desde las 9:00 de la mañana en el Battery Park, al sur
de la isla de Manhattan, con la música de la orquesta Rude Mechanical
Orchestra, seguida por la participación de las escritoras Naomi Klein, y
Rebecca Solnit y el periodista Chris Hedges, así como del
movimiento Ocupa Wall Street y Ocupa Sandy,
quienes estuvieron involucrados en la organización de la protesta. A su vez, se
dieron cita grupos ambientalistas, anarquistas y religiosos como el obispo
episcopal George Packard, organizadores comunitarios, activistas de todas parte
del mundo, como Óscar Oliveira –uno de los principales líderes de la lucha en
contra de la privatización del agua en Bolivia– y líderes indígenas
estadounidenses Navajos y Lakotas.
A medio día, los manifestantes
marcharon de Battery Park al distrito financiero en contra del
capitalismo y la crisis climática. Mientras un centenar de periodistas de todas
partes de mundo registraban los acontecimientos se escuchaba al unísono la
épica frase del movimiento ocupa, «mic
check» –el micrófono de la gente–, seguida de consignas replicadas contra
los bancos, el mal gobierno, las corporaciones y la policía. El arte
decoró la marcha con creativas pancartas y mantas que decían «calles inundadas», «alto al caos climático», «game
over», «el fracking envenena el agua»,
«especies en peligro de extinción», «el capitalismo destruye el planeta», «la democracia no está en venta» y una
pelota gigante inflable que decía «la
burbuja de carbón».
Vestidos con ropa color azul la
mayoría de los asistentes se sentaron un par de horas alrededor de la famosa
estatua del toro en Wall Street, como un acto de desobediencia civil.
Así, por unas horas, se celebró el derecho a manifestarse, cantando, bailando,
tocando música, brincando y gritando en español “anti, anticapitalista”, reclamando la libertad y el poder que
tiene el pueblo de expresar sus inconformidades respecto a las condiciones que
está padeciendo el mundo ante la devastación del medio ambiente y su
subsecuente cambio climático voraz.
Horas después, alrededor de las 4 de
la tarde, la marcha siguió su paso a la bolsa de valores, sin embargo la
policía cercó los caminos bloqueando distintas calles con la finalidad de
impedir el paso de los manifestantes. Algunas personas gritaban a los policías
frente a las cercas: “recuerden que son
humanos ante todo”, “¿a qué le tienen
miedo?”. Mientras los manifestantes trataban de abrir el paso, la policía
forcejeaba y los intimidaba echándoles gas pimienta en los rostros.
“No nos van a arrestar, nos están cansando, el alcalde [Bill de Blasio] no ha dado la orden, con Bloomberg ya nos
hubieran apaleado”, dijo un manifestante.
Al caer la noche, comenzaron los arrestos y se detuvo alrededor de 100
activistas, los cuales salieron horas después con el cargo de “conducta desordenada” por sus actos de
desobediencia civil y ahora seguirán en un proceso legal.
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