Por
Mauricio Freyssinier
septiembre 18,
2014
Publicado
por Guerrilla
Comunicacional México
Si bien es cierto que el reino de
Escocia se mantuvo más o menos soberano hasta el año de 1707 fecha en que se
firma el tratado de unión entre Gran Bretaña y los escoceses; las pretensiones
anexionistas de los reyes británicos se venían ciñendo sobre esta nación desde
mucho antes. Una de las grandes intervenciones militares inglesas fue perpetrada
por el Rey Eduardo I a quién se le frustraron sus planes de unir a Inglaterra y
Escocia con el matrimonio de su primogénito, esto desencadenó una rebelión de
los clanes escoceses que fue aprovechada por Wallace para intentar proclamar
una primera independencia. El dato anecdótico e histórico viene a raíz del
referéndum que se está llevando a cabo en Escocia para determinar si se
mantiene el pacto unionista con la Gran Bretaña o en definitiva se proclama la
independencia de Escocia después de 307 años de dominio británico.
De ser mayoritario el SÍ se convertiría en algo histórico,
pues sería la primera independencia del siglo XXI y en términos políticos
dejaría muy mal parado al Reino Unido, pues se convertiría en un ejemplo para
otras naciones como Irlanda y Gales y daría un importante empuje para que el
ERI a través de su brazo político el Sinn Fein tomase como estrategia un
referéndum para los propios irlandeses.
En términos económicos Gran
Bretaña perdería los mantos petrolíferos del Mar del Norte principales reservas
estratégicas de hidrocarburos de los ingleses, de igual manera quedarían sin
las minas de carbón y otros minerales que son propias del territorio escoces.
Existe aún diferencia entre los independentistas en cuanto al uso de la moneda,
pues por una parte la libra les daría cierta estabilidad financiera pero
mantendrían ligado su sistema financiero al sistema de los ingleses, por otra
parte el uso del euro como moneda podría ponerlos en competencia pero de igual
manera se limitarían al sistema financiero europeo; los socialistas por su
parte apelan al uso de una moneda propia que los desligue del modelo neoliberal
inglés y les permita ir forjando un mercado financiero propio.
Como mexicanos podríamos pensar que poco o nada nos interesa lo que pasa al
otro lado del “charco” y que lo que
hagan ingleses y escoceses poco o nada nos afecta, sin embargo existen dos
puntos importantes que nos atañen. El primero y más importante a mi entender es
que de lograrse la independencia de Escocia, los británicos perderán
importantes reservas de petróleo con lo que México y su “apertura” de PEMEX quedan a merced de los voraces inversionistas
ingleses- si bien ya estábamos en su mira- que ahora con mayor razón querrán
entrar a la repartición del pastel.
La otra cuestión es el
importante ejercicio democrático que representa el referéndum y la consulta
popular, esto debido a que en nuestro país tenemos en puerta la solicitud para
una consulta popular, que desde la óptica de varios esta puede ser bloqueada y
hasta desechada por la Suprema Corte de Justicia por no convenir a los
intereses del gobierno. Vemos pues que el poderoso imperio británico ha
aceptado –si bien a regañadientes- realizar un referéndum importantísimo y
trascendental en la vida política y económica del reino como un ejercicio
democrático y evitando con ello revueltas sociales, quizá más costosas en
términos políticos con el fin de fortalecerse como paladín de la democracia en
Europa.
La importancia de la
consulta popular en México va por el mismo rumbo, no podemos en nuestro país
hablar de democracia si se nos niega el derecho a decidir desde el pueblo mismo
el destino de la nación. No podemos decir que somos ejemplo si este preciado
derecho de decisión se nos es negado. La Suprema Corte de Justicia de la Nación
tiene la encomienda de velar por los derechos de los ciudadanos y hoy es el
momento justo para que haga valer su poder autónomo.
El mundo cambia y muestra
de ello es lo que sucede en Escocia. México debe cambiar y la consulta popular
es un derecho de los ciudadanos, tenemos el poder de transformar, de decidir,
de opinar, de cambiar el estado de cosas. Tenemos con la consulta popular el
poder de devolver a sus genuinos dueños –el pueblo de México- la industria
petrolera. Escocia es un ejemplo.
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