¿Quién no recuerda el día en
el que la estrella roja, ubicada en el centro de una gorra de corte militar que
descansaba sobre un pasamontañas negro, contrastaba con el verdor de unos ojos
que en ocasiones pestañeaban por la molestia que producía el humo de una pipa?
Estas imágenes despertaron la atención del mundo entero, cuando al dirigirse
ante la opinión pública el Subcomandante Insurgente Marcos mencionó: “Por mi voz habla el Ejército Zapatista de
Liberación Nacional”. La aparición en público del Sup posibilitó la continuación de un ideario colectivo de
exigencias y propuestas autónomas, forjadas en el interior de las comunidades
indígenas chiapanecas (Tzotziles, Tzeltales, Tojolabales); demandas
reivindicativas que anunciaron el 1 de enero de 1994 el surgimiento del
Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN).
Por otro lado, también recordaremos el día en el que el Sup, después de asistir al funeral del
compañero Zapatista Galeano, asesinado por integrantes de una organización
conocida con el nombre de CIOAC el mes de mayo de este año, pronunció: “Dicho todo lo anterior, siendo las 02:08
del 25 de mayo del 2014 en el frente de combate suroriental del EZLN, declaro
que deja de existir el conocido como Subcomandante Marcos, el autodenominado
subcomandante de acero inoxidable (…) Buenas
tengan compañeros y compañeras. Mi nombre es Galeano, Supcomandante Insurgente
Galeano” (SupMarcos, 2013). Con la desaparición discursiva del SupMarcos, no solamente se transformó el
símbolo y desvaneció el holograma, sino que se evidenció el proceso político de
resistencia zapatista que venía caminando hace más de 20 años. Ese día nació el
Supcomandante Insurgente Galeano.
Ese mismo día se demostró lo que ya se había enseñado en las escuelitas
zapatistas, en donde asistimos centenares de personas, para escuchar con el
corazón lo que nuestrxs compañerxs zapatistas entendían por Libertad.
Acompañadxs de un Votán, “Guardián y
corazón del pueblo, Guardián y corazón de la tierra, Guardián y corazón del
mundo” (SupMarcos, 2013),
caminamos por los territorios autónomos zapatistas para comprender de la voz de
los compas, que la libertad no se
conquista ni con acuerdos, ni con plantones, se consolida a partir de la
iniciativa de los pueblos. Podemos decir que ya nos podemos gobernar, estudiar,
decidir cómo vamos a vivir- nos decían.
Al arribar al Caracol de la Realidad nos recibieron gritando: “Que viva el EZLN, Que vivan lxs alumnxs
de la Escuelita”. Nuestrxs guardixnxs, lxs Votanes, nos acompañaban a los
lugares asignados para descansar, muchxs de ellxs no habían vivido en carne
propia el levantamiento del 94, pero llevaban en su caminar el legado de un
historial de lucha, organización y resistencia. El Votán con el que me movilicé
de arriba abajo no había cumplido los 20 años y al referirse constantemente al
proceso zapatista me decía: para muchos
es una utopía, para nosotrxs es una Realidad.
De las interminables conversaciones con el Votán y lxs compañerxs bases
de apoyo de la comunidad zapatista a la cual nos desplazamos para aprender en
la practica el significado de la libertad, comprendí que la autonomía en estos
territorios se constituyó sin pedir permiso, sin recibir los recursos del
gobierno mexicano, que con sus programas asistencialistas intentaron dividir el
movimiento. Si bien esta guerra de baja intensidad presiona día tras días a estas
comunidades, lxs compas bases de apoyo siguen en pie de lucha, cultivando sus
milpas, produciendo sus productos y logrando gobernarse de la manera que
colectivamente se ha concertado, -nos mantenemos sembrando, no aceptamos ayuda
del mal gobierno- decían.
Las bases de apoyo zapatistas continúan construyendo y protegiendo un
proyecto político que no termina, un proceso que intentaron aplacar con el
cobarde asesinato del compañero Galeano, Votán, Guardián y corazón del Pueblo,
Guardián y corazón de la tierra, Guardián y corazón del mundo.
Pensaron que al acallar su voz podrían silenciar a lxs Zapatistas
quienes hablan y resisten por si solxs. Se imaginaron que el liderazgo dependía
de una sola persona, creyeron que el Zapatismo podía declinar, anunciaban que
con la desaparición del SupMarcos la
estructura organizativa se vendría abajo. Pero no fue así, el zapatismo se
transforma, se renueva, se fortalece, su metamorfosis cotidiana emprende el
rumbo de un sendero que se pierde en la lejanía del horizonte, de ese horizonte
de esperanza que nos enseña la fuerza que tiene la palabra resistencia, que se
edifica días tras día, que se pone en la practica desde lo individual,
familiar, colectivo y comunitario.
Cuando escuchamos por última vez las palabras del SupMarcos, se comenzaba a diluir el holograma que lxs zapatistas
crearon y le mostraron al mundo, pero con la aparición del SupGaleano se reforzaba el ideario de la fuerza colectiva que
solidifica la propuesta Zapatista, edificada por centenares de manos y voces que
proclaman la libertad y la autonomía como fundamentos de su digna lucha contra “el mal gobierno”. Según el SupMarcos las comunidades zapatistas
decidieron destruir al personaje, acabar con el holograma para seguir sembrando
la semilla zapatista que no dejará de germinar y florecer, “es nuestra convicción y nuestra
practica que para rebelarse y luchar no son necesarios ni lideres ni caudillos
ni mesías ni salvadores. Para luchar se necesita un poco de vergüenza, un tanto
de dignidad y mucha organización”.
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