Autodefensas de Tepalcatepec, encabezados por el Dr. Mireles, uno de los voceros del Consejo Comunitario de Autodefensas de Michoacán |
por Olmedo
Beluche
Viernes, 11 de abril de
2014
Mientras usted no salga
del centro o del circuito turístico, México
es una ciudad y un país hermosos, con paisajes, arquitectura, multiplicidad
cultural, musical, gastronómica, gentes amables, una mezcla de modernidad y
herencia milenaria de pueblos y civilizaciones precolombinas. Pero, como está
sucediendo en todos nuestros países latinoamericanos, y tal vez en todas las
sociedades del siglo XXI, junto a esta cara amable y hermosa convive otra
personalidad sombría que pesa como un fardo sobre las clases trabajadoras y
populares: marginalidad, pobreza, desempleo, inseguridad, criminalidad, etc.
Este dualismo, que ya casi aceptamos como “normal”,
tal vez nos advierte que nos mantenemos ante la disyuntiva planteada hace cien
años por Rosa Luxemburgo: “socialismo o
barbarie”.
Las alarmantes
cifras de la violencia
Barbarie, porque junto a
los hermosos frutos de la sociedad humana, que en México saltan a la vista por todos lados, convive una violencia de cifras
escalofriantes que se abate, particularmente, sobre los suburbios obreros, o en
el llamado “México profundo”. El
Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), dio a conocer el año
pasado (2013) su Encuesta Nacional de Victimización y Percepción sobre
Seguridad Pública (ENVIPE). En 2012, se cometieron en la República mexicana
27.7 millones de delitos, o 35.139 delitos por cada 100 mil habitantes.
Según la encuesta del INEGI, en el 32,4% de los hogares mexicanos hubo al
menos una víctima de algún tipo de delito, que en números absolutos significa
que, en 2012, 10.1 millones de familias fueron víctimas de la delincuencia de
una manera u otra. Si en vez de hogares la estimación se hace por personas
tenemos que 21,6 millones de mexicanos y mexicanas fueron víctimas de la
delincuencia en cualquiera de sus modalidades. “El incremento en la tasa de
delitos se debe, en mayor medida, al aumento de de los delitos más frecuentes,
tales como robo o asalto en la calle o en el transporte público, la extorsión y
el robo total o parcial de vehículo”, dictamina el INEGI.
Si bien las cifras parecen indicar una disminución relativa de los
asesinatos, reconocen un aumento en los secuestros (delito que parece haberse
puesto “de moda”). En 2012, hubo
105.682 secuestros en México.
El principal objetivo de esa modalidad es la extorsión a los familiares de las
víctimas. En general, durante el último año de gobierno de Felipe Calderón se
denunciaba la desaparición de, al menos, 60.000 personas muchas de ellas
inmigrantes centroamericanos en tránsito hacia Estados Unidos. Se comenta que
una parte de esas víctimas son abducidas por la trata, mujeres particularmente,
y otras conducidas como trabajo esclavo en fincas de algunos hacendados.
Corrupción y
complicidad de las autoridades
Es altamente
significativo que, en la medida que crece la criminalidad y la inseguridad
públicas, crece de manera directamente proporcional la desconfianza en las
autoridades. Por ejemplo, de los más de cien mil secuestros producidos en 2012,
tan solo se puso denuncia formal en mil trescientos diecisiete casos. De los
27.7 millones de delitos de 2012, sólo hubo denuncias en el 12,2% de los casos,
y tan sólo se inició una “averiguación”
en el 64,7% de ese porcentaje. En realidad sólo fueron investigados el 7,9% de
los delitos, mientras el 92,1% o no se denunciaron, o las autoridades no
hicieron nada respecto a las denuncias, según el INEGI. El 62% de los encuestados
opinó que acudir a las autoridades era “una
pérdida de tiempo”.
La falta de confianza en las autoridades por parte de la gente no sólo se
explica por la inoperancia o incapacidad para perseguir a los criminales, lo
cual es el enfoque habitual de las instituciones capitalistas, por ende, la
solución sería aumentar los presupuestos y el personal. No. La desconfianza
frente a las autoridades se debe a la convicción de que prevalece la corrupción
e incluso la penetración de las bandas criminales en las entidades llamadas a
combatirlo. Cuando la encuesta pregunta por las causas de la inseguridad, el
41,8% culpó al desempleo, el 34,8% a la pobreza, el 32,5% a las drogas, pero el
31,4% culpó a la corrupción, además de “los
malos policías”.
Manta solidaria con Hipólito Mora, dirigente de los autodefensas de La Ruana, actualmente preso, acusado de ¡asesinar a dos Templarios! |
La violencia en
el campo y las autodefensas
Si esta es la situación
general, en el área rural la violencia escala todavía mayor, al igual que la
corrupción y la connivencia de las autoridades con los grupos delincuenciales.
La detención del “Chapo” Guzmán ha
puesto en evidencia la complicidad entre altas autoridades estatales y los
jefes del cartel del narcotráfico. El gobierno de Felipe Calderón (2006 – 2012)
declaró su “guerra al narcotráfico”,
señalando de la penetración de las mafias en las policías estatales y
municipales, por lo que recurrió al propio ejército al cual echó a la calle
para perseguir a los delincuentes. Sin embargo, el resultado ha sido un aumento
exponencial de la violencia sin que haya disminuido el delito, ni mejorado la
percepción ciudadana respecto a la corrupción de los organismos de seguridad.
La impunidad de las mafias locales, la corrupción de las autoridades, el
hartazgo de parte de la ciudadanía con ser víctima cotidiana de las
extorsiones, en particular los propietarios pequeños y medianos del campo, ha
dado lugar al nuevo fenómeno denominado las “autodefensas
comunitarias”. Estos organismos son una mezcla entre una vieja tradición
mexicana de “policía popular o
comunitaria” y grupos paramilitares, pero que contrario al caso colombiano,
surgen de manera independiente del ejército y no son una reacción contra
guerrillas marxistas, sino contra la actuación de las mafias locales que se
mueven con plena impunidad y el aval de las autoridades municipales y
estatales.
Las autodefensas han surgido en diversos municipios de estados como
Guerrero, Morelos, Tamaulipas, Jalisco y, principalmente Michoacán, donde se
localizan las más conocidas por sus sangrientos combates contra la mafia
denominada “Los Caballeros Templarios”.
De Michoacán, municipio de La Ruana, es el principal referente de las
autodefensas: Hipólito Mora. Mora se describe a sí mismo como humilde hombre
del campo, dedicado a la ganadería y a la siembra de limón. Pero él, al igual
que los otros promotores de las autodefensas, no es un pequeño campesino
minifundista o precarista, aunque tampoco es un gran hacendado (más bien estos
últimos estarían relacionados con el cacicazgo tradicional que controla los
gobiernos locales y las mafias como los templarios).
Mora es un propietario de rango medio que contrata peones asalariados.
Mora describe cómo surgieron las autodefensas en su localidad: “Es un cártel
asesino (hablando de los Templarios),
violento, desalmado que se dedicó al narcotráfico, a asesinar gente, a
cobrar cuotas por todo; se dedicaron más a la extorsión porque vieron que eso
les dejaba mucho dinero... El mismo gobierno municipal estaba con ellos, pero
ya no aguanté” (el problema explota por el control de la comercialización
de limones por parte de los Templarios
que amenazaba la propia existencia de estos productores).
“Si no lo hago yo, no lo va a hacer nadie, la gente tiene miedo”, le
dijo Hipólito a su familia y convocó una asamblea popular. “El pueblo sí
acudió. Llego y me paro con tres personas frente a ellos y les digo: señores yo
sé que todos estamos en la misma situación,... los invito a que saquemos a Los
Caballeros Templarios, el que quiera defender a sus familias, sus derechos,
hágase a mi lado por favor. Pasaron como 200 ó 300 personas. Y el que tenga
armas vamos a las casas a sacarlas. Y así empezamos”, dice Mora.
Sin embargo, si uno compara esta historia narrada por el señor Mora con las
fotos de las autodefensas que circulan en los medios de comunicación, se tiene
la sospecha de que no está dicho todo, pues resaltan dos hechos en las
imágenes: primero, que los cabecillas de las autodefensas no son los campesinos
mexicanos típicos de rasgos mestizos o indígenas, sino hombres de tez más bien
blanca, lo que en América
Latina es indicio de pertenencia a los estratos superiores del
campesinado; dos, que no se armaron con escopetas de cacería, que es el arma
habitual entre los campesinos, sino modernos fusiles de asalto.
Guardias comunitarios de Ostula, pueblo nahua de la Costa de Michoacán. |
¿Otra guerra
civil en gestación?
Compañeros dirigentes
del Frente del Pueblo, preguntados respecto a las autodefensas, explican que su
origen principal son los ganaderos, pero que también en algunas localidades
pueden ser campesinos pobres autoorganizados, y en otras hasta las propias
mafias y delincuentes comunes disfrazados. Sea como sea, la política del gobierno
de Enrique Peña Nieto ha sido la de procurar la cooptación de las autodefensas
para meterlas bajo la autoridad de los organismos oficiales de seguridad.
Pero no ha sido fácil, pues la guerra entre autodefensas y mafias
continúa.
Recientemente ha sido detenido el propio Hipólito Mora acusado del
asesinato de dos templarios que
llegaron hasta La Ruana. Esta detención parece parte de la puja del gobierno
federal por someter a las autodefensas a su control. Aunque en realidad siembra
cierta incertidumbre sobre ese proceso que, como contrapartida, requeriría la
liquidación de los Templarios y su
influencia sobre el gobierno de Michoacán. Casualmente, uno de los templarios
asesinados por las autodefensas en La Ruana, José Torres, se le señala
relacionado con la senadora Iris Vianey Mendoza, y con la estructura política
de los gobiernos Lázaro Cárdenas Batel y Leonel Godoy (ambos del PRD) a través
del tesorero Humberto Suárez López. En marzo último, también fue
destituido y detenido el número dos del gobierno de Michoacán, el secretario de
gobierno, Jesús Reyna, acusado por la Procuraduría General de la República de
pertenecer a Los Templarios.
Algunas personas a quienes preguntamos por estos sucesos, conocedoras de la
historia de México,
aseguran que la situación de violencia en el campo se les asemeja a la
existente poco antes de estallar la guerra civil a inicios del siglo pasado.
Veremos.
REFERENCIAS
1. http://www.zocalo.com.mx/seccion/articulo/es-alramante-nivel-de-violencia-en-mexico-1380699219.
9 de abril de 2014.
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