Gabriela Hernández, mejor conocida como Luna Flores, “peligro para la sociedad por participar en marchas”
03 abril, 2014
Por Rosalba García
México, DF, 3 de abril 2014.- La activista social Gabriela Hernández, mejor conocida como Luna Flores, fue sentenciada a 1 año, 3 meses de cárcel por el delito de ultrajes a la autoridad, se planteó la sustitución de la pena con un pago de más de 19 mil pesos, cantidad que sus amigos y familiares están reuniendo.
Luna fue detenida el pasado 29 de octubre, afuera del Tribunal Superior de Justicia cuando asistía a los juzgados para apoyar a los procesados del 2 de octubre. En la detención un grupo de al menos 10 policías la abordaron con empujones y golpes, luego de eso fue remitida y trasladada al reclusorio femenil de Santa Martha.
Luna Flores, mujer de 34 años, ama de casa que se caracterizó por ser solidaria y sensible a las problemáticas que enfrenta la gente común, llegó a participar en distintas marchas, mítines o plantones, hecho que la destacó como una luchadora social activa, aspecto que al Gobierno del Distrito Federal (GDF) no agradó, pues tiempo después es detenida y señalada como “un peligro para la sociedad por participar en marchas”. De la misma manera, medios de comunicación comercial desde mucho tiempo antes de su detención se han encargado de difamar su persona al señalarla como “anarquista violenta” que participa en movilizaciones, así lo señaló su hermana Laura Hernández.
Hasta el próximo martes, una vez pasados los 5 días hábiles correspondientes, se definirá si el proceso continúa con la apelación o si se pagará la multa para su liberación. Su hermana comentó: “es injusto que salga con antecedentes penales, Luna debe salir absuelta de delito. La jueza Marcela Ángeles Arrieta actuó por consigna y fue particularmente burlona al sonreír y decir que había hecho su trabajo”.
Laura Hernández destacó que sus amigos más cercanos la han apoyado con tarjetas, comida y otras cosas. También comentó que Frente Oriente ha realizado actividades de poesía afuera del penal y manifestaciones de apoyo. Finalmente, hizo el llamado a solidarizarse con Luna aportando lo que puedan para juntar la cantidad a pagar y la suma de todos los gastos que hasta ahora, indicó, son muchos.
El 10 de junio, al
concluir la marcha conmemorativa por el 42 aniversario de la masacre del ‘Jueves de Corpus’, Luna Flores fue detenida
arbitraria, violentamente por la policía del Distrito Federal. Logró salir
libre bajo fianza, pero siguió solidaria con los compañeros que fueron
encarcelados en otros actos represivos, en particular los del 2 de octubre. Fue
visible en las protestas frente al Tribunal Superior de Justicia del DF, por lo
que la juez le revocó la libertad bajo fianza luego de un acto solidario con
Mario González.
Ahora ha sido sentenciada a 1 año y 3 meses de prisión o
pagar una fianza de más de $19,000, acusada de “ultrajes a la autoridad.
Historias
de ‘ciudadanos independientes’: Luna y Jesse
Es Gabriela
Hernández, mejor conocida como Luna Flores, quien debería estar contando esta
historia, su historia. Pero Luna está presa y no puede hacerlo.
Su historia pública comenzó en octubre del 2012
afuera del Senado de la República. Ese día, entre policías y manifestantes, una
mujer se acercó en solitario y, sin avisar, se arrojó al suelo para evitar que
una camioneta con funcionarios entrara a las instalaciones. Ya en el suelo
pescó la llanta y se aferró a ella no menos de una hora. Llena de aceite y
tierra del pavimento, comenzó a llorar. Ante las cámaras relató que no era
justa la reforma laboral, que el dinero ya no alcanzaba, que como empleada no
tenía seguridad de ningún tipo, que qué futuro se les está dejando a los hijos.
Gabriela, contó aquella vez, trabajaba en una
maquila y nunca antes había acudido a marchas. Por eso su familia se sorprendió
al ver en televisión a una mujer tirada al suelo, tercamente aferrada al
automóvil de un trabajador del Congreso.
“Lo primero
que pensé es que me dio mucha pena, mucha vergüenza verla ahí. Después entendí
que se sentía desesperada, que no encontraba otra forma de sacar su
frustración, su indignación por lo que estaba pasando con el tema laboral. Ella
nos decía ‘si así como están las cosas me va mal, ¿cómo me irá ahora?’”, dice su hermana Laura, una fisioterapeuta.
Poco a poco Luna encontró cobijo con los otros
manifestantes y decidió renunciar a su trabajo en la maquila y dedicarse a
limpiar casas para tener tiempo de acudir a las protestas. Ahí conoció a Jesse
Alejandro Montaño, un joven que también llegó por su cuenta a sumarse a las
marchas.
Ambos han sido catalogados por el gobierno
capitalino como “anarquistas”, según
un informe publicado por el diario Reforma, que ellos desmintieron. Se
reivindican como “ciudadanos
independientes”.
“No
pertenecemos a ningún grupo, los respetamos a todos, pero estamos aquí como
ciudadanos que quieren protestar por lo que está haciendo el gobierno, primero
la imposición de Peña Nieto, luego la reforma laboral, ahora nos quieren
impedir hasta manifestarnos y la represión es cada vez mayor. Tenemos que
unirnos y actuar si no nos van a asfixiar”, dice Jesse Alejandro.
La historia de Jesse también es particular. Ronda
los 30 años y antes de ser figura pública por las marchas fue militar, migrante
y policía en el Estado de México. Con los ahorros de su trabajo montó un café
internet y fue ahí donde supo de las movilizaciones de #YoSoy132, a las que se
sumó.
Jesse Alejandro, al igual que Luna, desconocía las
teorías del comunismo, socialismo o anarquismo. Simplemente, dice, le pasó lo
que a Luna: fue la indignación de ver cómo su trabajo diario no le
alcanzaba para mantenerse, lo que lo sacó a la calle. Participó en las marchas
estudiantiles del 2012, se trepó a la Estela de Luz, hizo huelga de hambre en
solitario afuera de Televisa, se decepcionó de la “pacificidad” de #YoSoy132 y continuó sus marchas en solitario, lo
mismo protestando contra la reforma laboral, energética o maltrato animal, que
en apoyo al SME, a la CNTE y a los detenidos por las manifestaciones durante el
último año.
Sobre los señalamientos en contra de su
radicalismo, Jesse Alejandro ha dicho:
“No quiero
que la gente me escuche como un regaño, quiero que vea mi postura como una
reflexión. La gente tiene que reaccionar, pero ¡ya! Porque cuando quieran
actuar quizá ya sea demasiado tarde. Hace falta radicalizarse y revolucionarse.
Al principio pensaba que la violencia no lleva a nada, pero hace falta un
piquete de costillas para que sepan que estamos ahí y no nos vamos a dejar. Me
da mucha alegría ver que antes la gente estaba agachada y ahorita veo que
quieren darle. Se oye feo, pero no nos dejan otra opción, el gobierno está
acorralado”.
Por su radicalismo fue estigmatizado como “líder de los anarquistas”, fue detenido
durante en noviembre del 2012 cuando protestaba contra las corridas de toros y
liberado; luego durante la marcha del 1 de septiembre fue detenido, preso y
ahora sigue bajo fianza su proceso por resistencia
a particulares, portación de objetos
para agredir y delitos contra la
salud. Los policías aseguran que en su mochila encontraron una bolsa de
marihuana, él y su abogado han pedido pruebas.
Por las detenciones perdió su café internet y ahora
no tiene trabajo.
En ese entonces, cuando estuvo preso, recuerda
Jesse Alejandro, Luna hizo brigadeo en las calles y en redes sociales, con
otros compañeros, para juntar los más de 100 mil pesos de fianza por su
libertad. Ahora es Luna quien está presa, acusada de ultrajes y obstaculizar el
ejercicio legítimo de la autoridad durante las protestas del 2 de octubre.
Si bien se trata de delitos no graves, no puede salir bajo fianza porque la
autoridad judicial la considera de “peligrosidad
social”.
Por eso hoy Luna no puede contar su historia y son
Laura, su hermana, y Jesse Alejandro quienes la relatan: es la mayor de seis
hermanos, uno de los cuales es policía y el otro estudiante de economía; ella estudió
hasta la preparatoria y como obrera y trabajadora del hogar sacó adelante ella
sola a sus dos hijos.
“No podemos
permitir que la autoridad nos esté reprimiendo de esa forma, nosotros queremos
manifestarnos contra lo que nos están haciendo y vamos a defender ese derecho.
El gobierno está usando la violencia y la cárcel para dividirnos, para
desgastarnos y mucha gente no lo quiere entender, no se solidariza, no sale a
la calle a defender lo que es de todos. Pero nuestra idea es que poco a poco la
gente se dé cuenta de lo que está pasando, de cómo te criminalizan por pelear
tus derechos, y que le puede pasar a cualquiera”, dice Jesse Alejandro.
Eso es lo que ha sacado a la calle a gente como
Luna y sus ex compañeras de la maquila, a Jesse y a los vecinos de Iztapalapa.
Entre más.
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