Abril 29,
2014
por
Nuestra voz contra el olvido,
nuestra voz contra el silencio,
nuestra voz por la esperanza
26 de Abril de 2014, amanece el sol a un
ladito del Cerro de la Tortuga en Chila de las Flores, pueblo natal de Bety
Cariño. Su familia se despierta temprano, como siempre lo hacen los campesinos,
pero hoy preparados para recibir a todos los familiares, amigxs y compañerxs,
en ocasión del homenaje a su hija, hermana, sobrina y tía Bety. Empiezan a
llegar las primeras compañeras y compañeros que habían trabajado con ella y en
poco tiempo la cancha del centro de Chila se llena de sillas, el escenario
vestido de una gran manta con la figura de Bety y milpas de su tierra.
A las dos de la tarde empieza el homenaje en la
calle Nardos, afuerita de la casa Cariño Trujillo con un rico mole preparado
por la mamá de Bety, Emma Trujillo y sus inseparables comadres. Siguen llegando
compañerxs de Oaxaca, del DF, compas internacionales, compañerxs triquis,
compañerxs mixtecxs, todas y todos con el corazón abierto como una flor que
espera el sol por las mañanas, todas y todos listos para que los invada el
espíritu sembrador de sueños de la Pitaya Roja. Al interior de la casa,
acompaña la comida un altar lleno de flores, veladoras y sonrisas de Bety
atrapadas en fotos.
A las 4.30 se vienen congregando
unas doscientas personas en la plaza principal de Chila y su hermana, la menor,
Carmen, o la Nena como le dicen de
cariño en Chila, abre conteniendo la emoción el evento, agradeciendo a todos
los asistentes por venir a compartir y celebrar la vida de su hermana Bety y su
trayectoria de lucha, esparciendo su sueños para hacerle justicia, en un
ambiente festivo que era el que a Bety prefería. Es así que empiezan los amigos
y teatreros favoritos de Bety, los Zurdos,
mismos que ella ya había invitado muchas veces para presentarse en las
comunidades de la mixteca. Con su obra “Sigo
siendo el Rey”, entre risas y juegos, hacen una fuerte crítica al sistema
político mexicano que se monta en los hombros de las mujeres y hombres de abajo.
Terminando la obra una integrante del grupo, recita con una impresionante
energía una poesía para Bety, inspiradora de las mujeres que luchan y no se
conforman. Sigue un mensaje de compas de la comunidad del Espinal, quienes
comparten un poco el trabajo de Bety con las cajas de ahorro comunitario y
luego recitan una poesía musical, así como lo hace la compañera Grisel, quien
conoce a Bety desde hace muchos años.
A continuación sube una niña de 9 años al
escenario: es Angi Cariño, una
sobrinita de Bety, quien una voz fuerte y clara recita de memoria una de las
poesías de su tía:
“Después de 500 años,
aquí estamos,
Estos y estas somos,
Rostros del digno y
rabioso color de la tierra…”,
En una explosión de aplausos termina Angi y es el turno de los Alegres del Rancho, músicos populares de
una ranchería cercana a Chila, una familia de amigos a quienes Bety les tenía
mucho cariño, quienes se despiden con la canción Cuatro Milpas. Después
de ellos suben unos compañeros de la Unitierra de Oaxaca, quien no conocieron
en persona a Bety, y leen para todxs una carta que le escribieron…: “Mis
compas y yo somos una generación que apenas viene empezando y para nosotros
saber de ti fue un gran descubrimiento, pues tus palabras nos abrigan en la
adversidad, nos confortan en la lucha, nos nutren de fuerza y coraje para
gritar el YA BASTA que nos libera.
Bety eres luz de luna color pitaya que nos guía en nuestro caminar”.
Siguen las palabras de un compa que compartió
trabajo y lucha con ella, habla de que esta reunión “nos sirve a todos para
sanar muchos dolores que tenemos atrapados y con los que hemos convivido
durante estos cuatro años”. Sigue su participación leyendo un discurso que
Bety le dedicó a Mariano Abarca, luchador comunitario asesinato por defender su
tierra en contra de la megaminería. Adapta el discurso de Bety al Homenaje para
ella y dice con fuerza “Bety, estás nuestra vida. Bety, encariñas nuestra
lucha. Bety encariñas nuestra tierra. Bety encariñas nuestra agua, Bety
encariñas nuestra resistencia, pero sobre todo encariñas nuestra esperanza”.
Después de este fuerte mensaje, sigue la dulce y
firme voz de la cantante Amelia Escalante quien, entre varias canciones, le
dedica a Bety “Yo te nombro Libertad”.
Y como ejemplo de Libertad, sigue la palabra de
una compañera que lleva la voz las y los desplazados triquis. En su digna
palabra reconoce a Bety como un ángel que dio su vida para que ellas y
ellos pudieran salir del drama de la guerra en su propia tierra, de la que
siguen hasta la fecha desplazados.
Después de ella, otra mujer con su fuerza animó
el escenario con su rap y cumbia de consciencia, Mare Advertencia Lírika. A su ritmo todas y todos se levantaron de
pie y levantaron sus manos y sus puños.
Baja Mare y sube al escenario Liz: “cuando yo
estaba chiquita mi tía venía a la casa y yo no comprendía las cosas que hacía,
pero ahora que estoy más grande entiendo más y me identifico con ella y
quisiera preguntarle muchas cosas, por esto le quiero dedicar una
canción”.
Termina Liz y sigue una pequeña obra de teatro, “Cabalga la Esperanza” en la que
compañeras y compañeros de la Universidad de la Tierra de Oaxaca, musicalizando
algunas poesías de Bety y proyectando fotos y videos, ponen en escena la
historia de una joven campesina que se encuentra con un libro de poesías de
Bety Cariño y se llena de su fuerza y grita:
“¡Puños que se alzan
altivos,
puños que se alzan altivos,
Tierra, Libertad o
Muerte!
¡Nunca más sin nuestra
palabra,
nuestra voz contra el
olvido,
nuestra voz contra el
silencio,
nuestra voz por la
esperanza!”.
En el momento de más emoción sube al escenario
el papá de Bety, Don Miguel Cariño, quien con su voz hermosa de ronco pecho,
agradece a todas y todos los asistentes, y le canta a su “Berta” la canción Mi cariñito de Pedro Infante:“¡Ay! que
dichoso soy cuando la escucho hablar con cuanto amor le doy este cantar”,
inundando los corazones de los presentes de cariño. Le sigue una selección de
fotos de Bety desde niña hasta grande recopiladas por su compañero y yerno
Armando.
El homenaje concluyó con tintes vascos, con
videos que mandaron para la ocasión compas de allá, música de acordeón, un
baile que se le dedica a los caídos en la lucha de esa tierra digna y rebelde
que Bety pisó dos veces, compartiendo la vida y la construcción de autonomía
con compañeras y compañeros vascos.
Terminando Doña Emma esperaba a todxs en la casa
con un rico pozole mixteco, ahí siguió la desvelada con alegría y música.
El día siguiente, el 27 de Abril, en
el cuarto aniversario luctuoso, se celebró una misa en honor a Bety, en donde
el Padre Jorge recordó cómo empezó a formar su conciencia y su trabajo
comunitario en los grupos juveniles de las comunidades eclesiales de base e
invitó a los habitantes de Chila a vivir según su ejemplo. De ahí salió una
procesión al panteón, en la que los rezos tradicionales estaban acompañados por
una banda local. La procesión pasó por el mural en homenaje a Bety que una
semana antes artistas oaxaqueños habían pintado en una pared del centro de
Chila y paró en su tumba, donde todxs pasaron a dejar una flor mientras la
banda tocaba la Canción Mixteca.
Se terminó todo otra vez en la casa
Cariño Trujillo con un rico puerco en mole, que los tíos de Bety, ellos también
campesinos, habían preparado unos días antes para la fiesta de su sobrina y más
cantos y baile. Este fin de semana Bety andaba en Chila, viva en la palabra de
sus hermanas, viva en el pensamiento de las compañeras triquis, viva en la voz
de su padre y la hospitalidad de su madre, viva en la esperanza y la lucha de
sus compañerxs, viva en la justicia que se construye en el abajo, en donde las
nuevas generaciones se encuentran con este gran ejemplo y deciden luchar.
¡Bety Cariño Vive, la lucha sigue!
¡Nuestra voz contra el olvido,
nuestra voz contra el silencio,
nuestra voz por la esperanza!
Comité
Homenaje a Bety Cariño
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