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Acuerdo de Asociación Transpacífico: un proyecto de recolonización para América Latina

Publicado el 22/11/2013
La semana pasada, el 13 de noviembre, Wikileaks filtró el capítulo de Propiedad Intelectual (PI) del Acuerdo de Asociación Transpacífico (TPP, por sus siglas en inglés). El texto, aún preliminar, ha servido para comprobar las advertencias de numerosas Organizaciones de la Sociedad Civil (TPP Abierto y ONG Derechos digitales, entre muchas otras), con respecto al retroceso democrático que implicaría la firma y ratificación del Acuerdo. Las medidas jurídicas de ampliación, protección y promoción de la propiedad intelectual favorecen ampliamente a los intereses del capital privado. Se constituyen, además, como serios riesgos para la defensa y práctica de derechos colectivos e individuales en temas de acceso al conocimiento, la cultura, la salud y la información. Además, el TPP busca colocar a las empresas transnacionales por encima de la justicia estatal, al permitir a las primeras demandar a cualquier país en cortes internacionales, sin antes pasar por las locales y nacionales. Así, el Acuerdo es también un ataque a la capacidad de acción, regulación y decisión de los Estados.
Hasta ahora, la mayoría de los análisis se han enfocado en temas de acceso a la información y la cultura en medios digitales. Sin embargo, el capítulo incluye también medidas referentes a la propiedad intelectual sobre medicamentos, variedades de plantas y conocimientos tradicionales. En el caso de las medicinas, el TPP plantea, entre otras cosas, períodos más largos para la protección de patentes. Organizaciones como Médicos sin fronteras han advertido de los riesgos que esto plantea para el acceso a la salud, afectando sobre todo a las poblaciones más pobres que dependen en gran medida de medicamentos genéricos, de bajo costo y fácil fabricación y distribución. El caso de la propiedad intelectual sobre plantas, semillas y conocimientos tradicionales será el tema de este artículo, no sin antes dar una pequeña introducción sobre el tema.
¿Qué es el TPP?
El TPP está siendo negociado por 12 países: Australia, Brunei, Chile, Canadá, Estados Unidos, Japón, Malasia, México, Nueva Zelandia, Perú, Singapur y Vietnam. Las rondas de negociación comenzaron en 2005, entre Brunei, Chile, Nueva Zelandia y Singapur. En 2010, Estados Unidos se integró. En 2012 México manifestó su interés por formar parte del mecanismo. El Secretario de economía de México, Ildefonso Guajardo ha asegurado que el TPP estará concluido en el 2014, negando que éste represente un riesgo para los derechos colectivos e individuales de los ciudadanos de los países firmantes. La filtración del capítulo de PI muestra la falsedad de sus declaraciones.
El TPP es un acuerdo comercial de ‘última generación’, que trasciende los temas de comercio formal al instituir un régimen de protección de derechos del capital privado anónimo y de las corporaciones transnacionales. En temas de PI, la protección de los derechos del capital privado se ejecuta a través de la extensión de los periodos de validez de las patentes; de las cosas que pueden ser patentadas, y de la ampliación de las capacidades de espionaje, persecución y castigo en caso de violaciones a tales derechos. La mano dura que estas medidas muestran dejan en claro que la negociación del TPP ha sido secreta únicamente para la sociedad civil y sus organizaciones, y abierta para las empresas y el gran capital, que le ha dado forma al contenido del Acuerdo al lado de los gobiernos que lo firman.
El TPP y el campo latinoamericano
El TPP plantea, en su primera página, la posibilidad de que se patenten variedades de plantas. Esta medida es idéntica a la que existe, por ejemplo, en el Tratado de Libre Comercio (TLC) EUA-Colombia. En este caso, la PI sobre la semilla del arroz, establecida en el acuerdo comercial —detentada por Monsanto y otras transnacionales, y protegida por el Estado colombiano̶ ha representado un duro golpe a la vida y el futuro de las y los campesinos, y del campo en aquel país. Como el documental 9.70: La historia de la semilla privatizada -llamado así por la norma que establece los mecanismos de protección de la PI en semillas- muestra, las consecuencias de estas medidas son tan amplias como funestas.
La historia, que es una advertencia para Chile, Perú y México, va así: el tratado establece que la PI sobre las variedades de plantas es legal y crea los mecanismos para crearla. La norma 9.70 establece que únicamente se pueden sembrar semillas registradas. Para que puedan registrarse, deben estar patentadas. Las semillas no registradas son ilegales. El Instituto Colombiano Agropecuario (ICA), adquiere la capacidad de destruirlas.
Los campesinos colombianos, que en el caso del arroz han seleccionado las mejores semillas, las han separado de las cosechas, y las han usado como base de una mejora gradual, empírica y colectiva de sus granos, comienzan a ser perseguidos por llevar a cabo esta práctica ancestral. Sus cosechas, que son riqueza social en función del conocimiento genético común que contienen, son destruidas. Se les imponen multas enormes, que les obligan a incurrir en enormes deudas. A éstas se suman las que deben contraer para comprar las semillas certificadas, año con año, pues no pueden ser utilizadas para sembrar nuevas cosechas. Las semillas patentadas, además, han mostrado no estar adaptadas al medio colombiano. La producción ha descendido. El campesino, antes independiente, se ha vuelto un esclavo de la propiedad capitalista, del endeudamiento y de las instituciones financieras internacionales y nacionales. La norma 9.70, y el TLC EUA-Colombia, representan un proceso de recolonización del campo.
Estas mismas medidas están planteadas en el TPP. Al establecer que las variedades de plantas pueden ser patentadas, se abre la posibilidad para crear mecanismos de registro de semillas. El capítulo de PI filtrado establece, y aquí ya de forma definitiva, que los productos que sean determinados ilegales pueden ser destruidos y quienes los utilizaron han de ser multadas o encarceladas, mientras el Estado queda obligado a perseguirlas. Bajo el riesgo de ser multado y perseguido el campesino ya no lo hace. La trama, idéntica a la colombiana, tiene grandes implicaciones para las y los campesinos, y para la sociedad civil en general, en Chile, Perú y México. A continuación, profundizaré sobre el caso mexicano.
La recolonización del campo mexicano mediante el Libre Comercio
En 1992, en el gobierno de Carlos Salinas de Gortari, se promulgó la Ley Agraria hoy vigente. En ella se establecieron dos medidas que han marcado el presente y los posibles futuros del campo mexicano. La primera, se declaró terminado el reparto agrario. La demanda revolucionaria que hizo idénticos a la propiedad de la tierra, a la capacidad de utilizarla como medio de subsistencia y vida, con la libertad colectiva del campesinado oprimido fue relegada a la historia y a la obsolescencia. En su lugar, se estableció una segunda medida: la posibilidad de transformar la propiedad social -el ejido y la comunidad- en propiedad privada.
A través de esta medida, Salinas y su ideólogo, Arturo Warman (2003), abrieron las puertas a la degradación final del campo. La desigualdad en el campo se profundizó (Wiggins et al. 2002). El acceso a créditos, que la Ley y sus promotores planteaban como un mecanismo para salir de la pobreza, se distribuyó, lógicamente, de forma dispar. Los grandes productores accedieron a ellos, ampliando su dominio sobre los pequeños. De éstos, los que lograron conseguirlos, a menudo se vieron atrapados en un círculo de deuda y esclavitud ante el crédito. En un nuevo marco de competencia, con costos crecientes y ganancias mínimas, y ante la entrada de productos de Estados Unidos y Canadá, las y los campesinos encontraron como única salida la migración y el trabajo asalariado (Tetreault 2010). Estas dos últimas consecuencias, lejos de ser un efecto colateral negativo, son efectos deseados por la Ley, como múltiples estudios del Banco Mundial dejan ver. La Ley Agraria buscó destruir la propiedad social para crear mano de obra barata para la producción capitalista transnacional, y al mismo tiempo abrir el espacio para la propiedad y la producción capitalista trasnacional en el campo mexicano.
Ahora, a casi 10 años de la entrada en vigor del TLC, el TPP se presenta como una nueva estrategia para profundizar el proceso de recolonización del campo mexicano. Como ha sucedido en Colombia, ésta ya no va por el lado de poseer físicamente las tierras, sino de insertar en el ciclo de las mercancías y el capital al proceso y materia mediante los cuales se crea y sostiene la vida: el alimento.
De esta forma, el TPP tendría al menos tres consecuencias claras para el campo mexicano. Primero, el control del campo a través de las patentes colocaría a México, como país, en una posición precaria para procurar la alimentación de su población. Segundo, el cultivo de subsistencia, que es característico de muchos espacios del campo mexicano, se pondría en riesgo ante el alza de costos y la imposibilidad de usar semillas no-patentadas. Tercero, la migración y proletarización del campesinado serían catalizadas. El uso del campo como fuente de mano de obra continuaría.
Sin embargo, las premisas del TPP no son sólo económicas, y por tanto sus características y consecuencias no pueden limitarse a ese ámbito. Las nociones que existen sobre la tierra, el alimento, las relaciones interpersonales, el presente, pasado y futuro están también en juego. El TPP -y el libre comercio- son también culturales: producen, reproducen y representan un modelo de civilización. La posibilidad de patentar semillas, de integrar al ciclo de las mercancías el conocimiento que existe sobre la genética y la ingeniería, de subordinar la alimentación y la vida a la obtención de una licencia, son todos rostros de ese proceso. Del otro lado, hay un México en el que la tierra no es sólo un recurso, sino un ser con quien se pueden entablar relaciones económicas, políticas, éticas y simbólicas. El alimento, el origen, los ancestros y los tiempos de la vida están ligados a la tierra y al cultivo. Las múltiples variedades de maíz que existen en nuestro país no son sólo facetas de la biodiversidad, sino de la diversidad de mundos, visiones y prácticas vivas de un México que no cabe en las definiciones estrechas de individualismo y competencia del capitalismo global. Esta dualidad de visiones también busca ser integrada y colonizada por el TPP.
Los conocimientos tradicionales en el TPP
Dentro del capítulo de PI hay un apartado dedicado a las patentes sobre conocimiento tradicional. Ahí se establece que cualquier país Parte puede impedir que se patenten en su territorio ‘inventos’ relacionados a conocimientos tradicionales, en caso de que éstos atenten contra el ‘orden público’ y la moralidad. La afirmación es vaga, y esto no es una casualidad. Una prueba de lo poco que esta disposición significa, es la existencia de maíz genéticamente modificado en el país, a pesar de las muchas advertencias que se han hecho en torno a sus pruebas y posible comercialización.
Si el maíz genéticamente modificado fuera privilegiado a través del TPP, no sólo la moralidad o el orden público, sino las visiones fundamentales sobre la vida y la cultura como significado y práctica estarían en riesgo. Los conocimientos tradicionales ligados a esta planta, a su cultivo, consumo y valor simbólico se encontrarían, como han estado históricamente, bajo el ataque de las premisas capitalistas que buscan ordenar la realidad.
“Si aceptáramos la PI sobre el maíz, a la cual, por condiciones técnicas y monetarias, sólo podrían acceder grandes empresas -mexicanas y extranjeras- estaríamos condenando al campesino a la pobreza, al campo a la recolonización, y a la riqueza y diversidad de nuestro maíz a los libros de historia” (Pepe Flores en El impacto del TPP en el campo).
El texto del capítulo de PI contiene otras medidas que es necesario mencionar en lo referente a los conocimientos tradicionales. En un punto, establece que es necesario que se consulte previamente a los pueblos originarios que detentan colectivamente conocimientos relativos al uso de plantas medicinales, al cultivo de variedades de plantas, o cualquier otra práctica material y cultural. Párrafos más adelante, esta propuesta es anulada. El texto dice que cualquier Parte podrá patentar los conocimientos que considere útiles con el fin de ‘protegerlos’. Protección se convierte en un eufemismo para decir privatización. A través del TPP se impediría que los pueblos que colectivamente han creado y descubierto diversos expresiones materiales, que hoy son útiles para la reproducción y expansión del capitalismo, puedan usarlos libremente. La propiedad intelectual capitalista es, en sí, un ataque a estos conocimientos tradicionales. El TPP plantea una forma de acumulación por desposesión que ya no se limita al territorio, sino que se extiende sobre las prácticas culturales y materiales que hasta hoy se han mantenido lejos de la lógica del capital.
Los pueblos y la sociedad civil frente al TPP
La recolonización del campo mexicano no es un proceso novedoso. Como mencioné antes, la transformación de la Ley Agraria en 1992 fue un paso en este sentido. El TPP representa una profunda y violenta ampliación de esta estrategia y proceso. Sin embargo, éstos jamás han transcurrido sin oposición. Desde abajo y colectivamente, movimientos, iniciativas y acciones se han emprendido no sólo para limitar la expansión de esta forma de crear y ser en el mundo, sino para también crear formas distintas, plurales, colectivas y profundamente creativas. Una que merece nuestra atención, respeto y celebración es la fundación del Ejército Zapatista de Liberación Nacional y la creación de un mundo distinto, en el que quepan muchos mundos, que han desarrollado en el Sureste mexicano.
Esta resistencia, en el cual los valores y prácticas que se crean privilegian la colectividad, la justicia y equidad social, la solidaridad y empatía, el respeto y la relación mutuamente dependiente con la tierra, entre muchos otros, son una alternativa real a la depredación y degradación que es consustancial al capitalismo. Su libertad y amplitud permitirán siempre el diálogo horizontal entre experiencias y prácticas de resistencia y revolución. Es, de muchas maneras, la antítesis del sistema capitalista, apareciendo en sus intersticios y márgenes. Es, en el caso del TPP una imagen de otra forma de desarrollo posible, que está aún en construcción y de la cual podemos ser parte, haciendo real, local y desde abajo el uso y la práctica de la democracia.
Los pueblos y la sociedad civil han tomado históricamente acciones frente al Libre Comercio, sus mentiras, sus realidades, y su siempre creciente producción de desigualdad. Hoy deben hacerlo de nuevo frente al TPP. Una primera medida es echarlo atrás. No únicamente ha sido negociado a espaldas de la sociedad civil. Representa la ampliación de un modelo antidemocrático, de recolonización, que es defendido por las cúpulas empresariales y política; ajeno a América Latina y a su diversidad y riqueza; productor de desigualdades, injusticias, muerte y devastación, y contrario a la construcción de un mundo en el que quepan muchos, con justicia, dignidad y solidaridad colectivas.
De la experiencia no sólo del EZLN, sino de las muchas luchas colectivas de nuestra América, pueden surgir acciones y creaciones que ofrezcan vías adelante para todas y todos. En muchos lugares la propiedad del campo es colectiva, inconmensurable, intangible e inexpropiable. Para muchos pueblos campesinos y originarios, la mera idea de la propiedad de la tierra como fundamento de la explotación y el lucro es impensable. En su lugar, se encuentran la interconexión de las colectividades y los múltiples sujetos, la necesaria interdependencia y el respeto. En ese conocimiento tradicional, que no puede ser patentado, porque no sirve para la reproducción del modelo capitalista de civilización, podemos encontrar respuestas viejas a problemas nuevos. Ahí, en el diálogo horizontal y la práctica plural y colectiva, podemos encontrar fuentes de inspiración para el pensamiento y la acción contra la recolonización de América Latina y su campo.
REFERENCIAS:
Wikileaks (13 de noviembre de 2013). «Secret Trans-Pacific Partnership Agreement (TPP)». wikileaks.org
TPP Abierto. tppabierto.net
ONG Derechos digitales. derechosdigitales.org
Fundación Solón / CEPRID (26 de septiembre de 2013). «El Acuerdo Transpacífico, la reconstitución capitalista». Rebelión. rebelion.org
Médicos sin Fronteras (23 de septiembre de 2013). «TPP: Los medicamentos no deben ser un lujo». Medecins sans frontieres, Médicos sin Fronteras. msf.mx
Clementina Producciones – Victoria Solano. «9.70 La historia de la semilla privatizada». documental970.com.ar
Warman, Arturo (2003). “La reforma agraria mexicana: una visión de largo plazo”, en «Reforma Agraria: Colonización y Cooperativas». FAO. Pp. 84-95.
Wiggins, S., et. al. (2010). “Agricultural Policy Reform and Rural Livelihoods in Central Mexico”, en «The Journal of Development Studies». Vol. 38, no. 4, pp. 179-202.
Tetreault, Darcy Victor (2010). “Alternative Pathways out of Rural Poverty in Mexico”, en «European Review of Latin American and Caribbean Studies». No. 88, pp. 77-94.
Flores, Pepe (15 de noviembre de 2013). «El impacto del TPP en el campo». Veo Verde. veoverde.com
Santoyo, Becky (9 de octubre de 2013). «Maíz transgénico gana terreno en México». Veo Verde. veoverde.com
 
 

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