Gaspar Morquecho
El panorama de los llamados movimientos
sociales en Chiapas se desliza entre los matices del gris al negro. Bueno pues… entre
azul y buenas noches. Mmmmmh. Ya pues… Ta’ bueno... por allá, digamos, muy a
lo lejos se ve un tenue, muy tenue
resplandor. ¿Qué será?
Cuando hablo de
los movimientos sociales en Chiapas me refiero a ese destartalado abanico de
agrupaciones que se pretendieron alternativas, democráticas e independientes del
Estado burgués mexicano. Organizaciones que se crearon y desplegaron en la
década de 1970 en algunos municipios y regiones de la entidad. Algunas hicieron
explícito el propósito de la “toma del
poder” y el “cambio radical” del
Sistema. La lucha se daba en torno a la tierra, por la libertad de los presos
políticos y contra la represión. Las diferencias ideológico–políticas y
soberanos sectarismos evitaron las alianzas. Menos se podía pensar
en la Unidad ,
a pesar de que en las innumerables jornadas de protesta se coreara: “El pueblo unido jamás será vencido”.
Otras, desde una
perspectiva teológica, se proponían la “Construcción
del Reino de Dios en la Tierra ”.
En otro nivel había agrupaciones que demandaban respeto a sus derechos políticos
y religiosos, las había reivindicativas y economicistas. Las más, apenas demandaban
atención a sus necesidades inmediatas.
Las plataformas
en las que se sostenían esas agrupaciones eran organizaciones y partidos
políticos. En veces clandestinos, en veces abiertos; unos electoreros y otros no. Otra plataforma era la Diócesis de San Cristóbal
de Las Casas que con la “opción
preferencial por los pobres” acompañó sendos procesos. Debajo del follaje
de las montañas del Sureste Mexicano se andaba, calladito, el proceso político
militar de las Fuerzas de Liberación Nacional.
Durante el
Sexenio de Carlos Salinas de Gortari se hizo evidente el agotamiento de los
movimientos sociales y la estrategia Neoliberal mostró su eficacia. Desde la
campaña electoral Salinas amarró “compromisos”
en Chiapas, por ejemplo, con la
ARIC Unión de Uniones y la OCEZ. Luego creó el
Congreso Agrario Permanente (CAP), es decir, el aparato de control nacional de
los movimientos sociales en el campo y para el marchanteo de recursos. La cara bonita del Liberalismo Social fue
el Programa Nacional de Solidaridad (PRONASOL) “para dar más a los que menos tienen”.
El último evento
de una alianza coyuntural de los movimientos sociales en Chiapas -antes del levantamiento de 1994-, se dio en
1992 con la creación del Frente de Organizaciones Sociales de Chiapas (FOSCH)
que movilizó, al menos, 15 personas el 12 de Octubre de ese año en San
Cristóbal de Las Casas. Meses después, del FOSCH quedaba sólo el recuerdo.
El levantamiento
armado del Ejercito Zapatista de Liberación Nacional del 1 de enero de 1994, impulsó
a los movimientos sociales a nivel nacional y en particular a los de Chiapas.
El Estado mexicano no se cruzó de brazos y en la marcha elaboró una estrategia
político-militar contrainsurgente para neutralizar, aislar y en su caso aniquilar a la fuerza
rebelde. Se alternaba la ocupación militar y el diálogo con el EZLN.
Paralelamente el Estado creó el Consejo Estatal de Organizaciones Indígenas y
Campesinas (CEOIC) para “atender” sus
demandas. Con la derrota electoral de 1994, se hizo añicos el proyecto de la Convención Nacional
Democrática y se disolvió meses después. En diciembre de 1994, el EZLN lanzó la
ofensiva militar de diciembre. En febrero de 1995, el Gobierno Federal lanzó su
ofensiva militar y ocupó prácticamente todo el territorio zapatista. En esas condiciones se llevaron a cabo la
segunda ronda de diálogo entre las partes que concluyó con los acuerdos
deshonrados por el Gobierno Federal.
En paralelo, las
agrupaciones indígenas y campesinas “independientes”
se reagruparon en la
Asamblea Democrática Estatal del Pueblo Chiapaneco (ADEPCH) y
el gobierno federal les mandó a Dante Delgado para “atender sus demandas”. La derrama de dinero fue abundante y la “independencia” fue a parar al drenaje
de la oficina de la ADEPCH
en Tuxtla Gutiérrez y, no pocas veces, en el caño de los burdeles. Dirigentes y
bases de los movimientos sociales habían logrado lo que querían: atención y
recursos. Además. La “recuperación de
tierras” procuró que algunos de los líderes se hicieran de unos sus ranchitos. Si no era entonces
¿Cuándo? Vamos la rebatinga fue el signo
de los tiempos. La descomposición de los movimientos por el arrebato de los recursos desató el
rompimiento de los existentes y la multiplicación de organizaciones indígenas y
campesinas de todo tipo. Las fracturas le garantizaba a cada facción y a sus
líderes el acceso a los recursos del Estado.
En una segunda
etapa, a la fragmentación y lucha por los
recursos del Estado se sumó la disputa por las “carteras” en el Gobierno de la Alternancia , es decir,
en el gobierno del ex priísta Pablo Salazar.
Más de un dirigente de los movimientos sociales y de los organismos no
gubernamentales, ocuparon un puesto. Pablo Salazar, ex senador priísta y ex miembro
de la Comisión
de Concordia y Pacificación (COCOPA) estrechó la relación con el Obispo de San
Cristóbal y su primer círculo. Galardonó a Andrés Aubry.
Fue en ese entonces
cuando los “pablistas” de la Organización de
Cafeticultores de Ocosingo (ORCAO), lanzó su primer ataque a las bases de apoyo
en Moisés Gandhi. Desde la
Secretaría de Gobierno de Chiapas se administraron los
recursos que iban a parar a manos de las organizaciones sociales y de sus
dirigentes.
Como quiera el
gobierno de Pablo Salazar fue un respiro para los rebeldes que habían resistido
la brutal campaña contrainsurgente de Zedillo, de Ruiz Ferro (Matanza de
Acteal) y del Croqueta Albores (ataques a los Municipios Rebeldes
Zapatistas). Pablo Salazar le pidió a Vicente Fox limitar su intervención en
Chiapas. El EZLN, realizó sin mayores complicaciones la Marcha del Color de la Tierra. La Ley Indígena
que aprobaron los representantes del PRI-PAN-PRD en el Congreso se ganó el
repudio de los zapatistas. En Chiapas, la distancia de los movimientos sociales
indígenas y campesinos con el EZLN se hizo enorme.
Con el gobierno
del ladronzuelo de Juan Sabines Jr., la derrama de recursos a los movimientos y
dirigentes sociales se prolongó y fue abundante. La Secretaría de Gobierno
seguía repartiendo dinero. Nos cuentan que las dietas iban de 50 a 100 mil pesos mensuales,
incluso, a dirigentes de poca monta.
Otros hicieron su agosto. Nos cuentan
que un tal Juan, dirigente de la
ORCAO tiene un su
ranchito de hartas hectáreas por allá por
los rumbos de Tuxtla.
En la víspera
del 40 Aniversario del Congreso Indígena y del 20 Aniversario de Levantamiento
Armado del EZLN, Carlos Salinas de Gortari cabalga
de nuevo. Como he dicho: Viene cabrón
el Hijo de… Agualeguas. No viene
por un sexenio. Viene a concluir su proyecto Neoliberal Conservador que echó a
andar hace más de tres décadas, que se afinó en la Secretaría de
Programación y Presupuesto (1982-1988) y que el EZLN descarriló en 1994. En el
primer año de Peña Nieto, el Estado Neoliberal se amparó modificando la Ley de Amparo, creó un aparato
político con el PRI, el PRD y el PAN: el Pacto
por México. Ahí se toman los acuerdos que aprueba el Congreso. Así, cada
una de las Reformas Estructurales contará con los votos necesarios de la “representación
de las mayorías”.
Si en el pasado
el PRONASOL fue el programa estrella de Salinas. Ahora, con Peña Nieto, lo es la Cruzada
Contra del Hambre.
Como Salinas también viene a cobrar cuentas pendientes, el pasado 21 de enero
de 2013, Peña Nieto lanzó la Cruzada
en el emblemático municipio de Las Margaritas, Chiapas. El Sub Marcos le dedicó una señal obscena. El
19 de abril, Peña Nieto regresó para iniciar la Cruzada
en Navenchauc con el Programa Sin Hambre
y se hizo acompañar del exitoso ex presidente brasileño Luiz Inácio da Lula Silva y de la señora Rosario Robles
titular de la Secretaría
de Desarrollo Social (SEDESOL). La estrategia de reclutamiento para la Cruzada es fenomenal.
Como sabemos, la
señora Robles -que aspira a la presidencia de la República - fue militante
del PRD y Jefa de Gobierno del Distrito Federal. En septiembre de 2003, Rosario
Robles acompañó a Carlos Ahumada a Cuba para encontrarse con el entonces
exiliado Carlos Salinas de Gortari. Cuando Salinas regresó a México la señora
Robles lo visitaba a hurtadillas en su residencia. En una de esas, Carlos
Salinas bajó su Banda Presidencial, la presentó sobre el pecho de la señora y
le dijo: “Se le ve muy bien”.
En Chiapas, el
coordinador estatal del Programa es Martín Longoria. Por supuesto, una persona cercana
a Rosario Robles. En la década de 1970, Martín Longoria era dirigente de una colonia por allá en las faldas del Ajusco. Participó
en el Frente Popular Independiente y en algún momento fue reclutado por la
maoísta Organización Revolucionaria Compañero (ORC) y se destacó en el
Movimiento Urbano Popular. En la
ORC -onde también
yo milité-, Martín Longoria formaba parte de la facción de los Terceristas. Con los votos de su facción
hicieron mayoría en el congreso extraordinario que llevó a la ORC , a disolverse en el PRD. Martín
es un buen malabarista. Con una pata se paraba en el PRD; con otra en la Convergencia de
Organismos no Gubernamentales para la democracia; y con una más, pivoteaba con la Iglesia. Con Javier
Vargas desde Enlace y la Misión de Ocosingo en
Chiapas. En 1994, junto con Mario Saucedo, Longoria me vino a ofrecer una
diputación plurinominal del PRD. Al final él fue el diputado. Se involucró en la CND , luego optó por el proceso
de la Aric
Democrática e Independiente, apoyó la candidatura de Porfirio
Encinos para la presidencia municipal de Ocosingo, luego para Secretario de
Pueblos Indios (SEPI). Le fue bien con Pablo Salazar y mal con Juan Sabines Jr.
Cuentan que en 2011 y 2012 tuvo serias limitaciones económicas. En resumen, Martín
Longoria tuvo una larga trayectoria en las filas de la
vieja izquierda, en el PRD y en las ONGs, conoce de las entrañas de la política
nacional, sus facciones, conoce bastante bien las fuerzas que se mueven en las
Cañadas de Ocosingo. Muy probablemente Martín propuso como coordinador de La
Cruzada Contra el
Hambre en Ocosingo a un dirigente indígena de la comunidad de San Miguel de
la Cañada de
Patihuitz, de apellido Lorenzo. Para la ejecución del Programa, la tarea es
crear Comités en cada comunidad. Martín
Longoria alardea tener “todo bajo
control” en los Caracoles zapatistas. Interesante el nomadismo político de
Martín Longoria: de la colonia popular del Ajusco, a la organización
revolucionaria y al Movimiento Urbano Popular, luego su deslizamiento a la “democracia electoral” en el PRD y “Construcción de Ciudadanía” en las ONGs
y su vínculos con la Iglesia
para intervenir en Chiapas. Su participación en los “gobiernos de la alternancia” para aterrizar en 2012-2013 en el
Proyecto Neoliberal Conservador del PRI-Salinas-Peña Nieto como coordinador
estatal de la Cruzada contra el Hambre.
Lo de los
Comités por Comunidad es interesante y otra de las genialidades de la
estrategia de la Cruzada. Anula a las
organizaciones sociales que se han convertido en un fardo de conflictos. No son
nada para la Cruzada y las coloca en serio peligro de
extinción. Veamos: de una Central Independiente de Obreros Agrícola y
Campesinos ahora tenemos cinco. De una Aric Unión de Uniones, ahora tenemos
seis. De una OCEZ, me cuentan que hay, al menos diez. Solo en el municipio de
Venustiano Carranza hay tres facciones. La lista de agrupaciones en Chiapas es
enorme como también la de los organismos no gubernamentales. Por lo general
enfrentadas, confrontadas y la gran mayoría en un estado de corrupción
irreversible. Son tres décadas sin brújula, de crisis internas.
Es muy probable
que la bolsa para el apoyo/control a las organizaciones sociales y a sus
dirigentes se vaya achicando para que
mueran de inanición mientras la
Cruzada construye
su propia estructura con los Comités Comunitarios, a través de los cuales, se
canalizarán los recursos de los programas sin que los restos de las “organizaciones sociales” puedan
intervenir.
Pronto ni sus polvos veremos.
Es muy probable
que desde la perspectiva de Martín Longoria la Cruzada sea un servicio para la paz en Chiapas.
Es muy probable que estemos frente a la etapa terminal de los movimientos y
organizaciones sociales que se forjaron en la década de 1970.
Les digo que no
hay que menospreciar al enemigo.
P.D. Con el deseo de
que el profe Patishtán mejore en su salud y pronto lo veamos en libertad.
P.D. Con el deseo de
que los Príncipes de la
Iglesia resuelvan sus diferencias por el bien de sus fieles.
P.D. Que baja las expectativas: “El 88.9% de los
encuestados por GCE están de acuerdo en que los profesores deben ser evaluados,
de los cuales 75.2% están “muy de
acuerdo”.
Según la
encuesta de BGC Beltrán y Asociados, “82%
no apoyó los movimientos magisteriales en contra de la reforma educativa”.
P.D. Tenía 8 años
cuando aquel movimiento magisterial de 1958. Recuerdo que después de unos meses
de huelga, llamaron a ir a las escuelas porque se “reiniciarían las clases”. Un montón de chamacos y sus padres nos
arremolinamos a la entrada. En eso un trabajador de Departamento del Distrito
Federal, vestido de gris y con casco blanco, saltó la reja y con un martillo
rompió el candado y la Huelga. Hace
55 años de eso. Más de medio siglo y la gran mayoría de los profesores no han
querido democratizar el SNTE. La gran mayoría de los trabajadores fabriles o
no, siguen sin democratizar sus sindicatos.
P.D. A lo mejor
notaron que viajamos en el Cabús de la Historia.
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