En el volcán, 06-09-2013
Reseña
del libo de Raúl Zibechi "Brasil potencia. Entre la integración regional y
un nuevo imperialismo"
Raúl
Zibechi es uno de los analistas críticos más respetados por quienes tenemos el
corazón y la mente abajo y a la izquierda. Sus libros y artículos constituyen
ya un acervo de los movimientos antisistémicos que resisten a pie firme el
cataclismo que representa la transnacionalización neoliberal. He venido
coincidiendo con Raúl Zibechi a lo largo de estos años, tanto en las páginas de
opinión de La Jornada, como muy
recientemente en nuestra condición de condiscípulos egresados del primer curso
de La Libertad según los zapatistas, llevado a cabo la semana pasada.
Por estas razones, y por la oportunidad de aprendizaje que
implica analizar la obra de Zibechi, Brasil
Potencia. Entre la integración regional y nuevo imperialismo, agradezco
la invitación para participar en su presentación. De nueva cuenta, es un gran
acierto su publicación en nuestro país por parte de Bajo Tierra Ediciones y
Jóvenes en Resistencia Alternativa, quienes, respectivamente, cumplen una
importante tarea editorial que pretende desbordar, dislocar y deconstruir el
pensamiento dominante, misma que se complementa con la que llevan a cabo los y
las jóvenes con sus acompañamientos de luchas anti-capitalistas de variada
naturaleza, y en favor de procesos autonómicos de múltiples alcances.
Dejo constancia de una opinión general muy positiva de la
obra en comento, tanto por el tema investigado, en este caso, Brasil, un
subcontinente pletórico de incógnitas para la mayoría de los latinoamericanos y
caribeños, incluso al interior de la academia cuya especificidad radica en los
estudios latinoamericanos, como por el monumental esfuerzo investigativo que
representó desentrañar la naturaleza de un proceso en marcha a partir del
triunfo electoral de un partido de trabajadores, que instala en la presidencia
de la República por dos periodos consecutivos a un obrero metalúrgico, y a una
militante de la izquierda anti dictatorial, para el periodo en curso.
Me parece muy importante desentrañar la alianza, impensada
hace unos años, de un sector decisivo del movimiento sindical y del aparato
estatal federal, con la burguesía brasileña y las fuerzas armadas, para dar
lugar a un gobierno que con la bandera del progresismo, establece programas
como “hambre cero”, al mismo tiempo
que desempolva un viejo proyecto de la dictadura militar, como el del complejo
hidroeléctrico de Belo Monte, en el estado de Pará, basado en el más devastador
extractivismo.
Este proyecto, por cierto, es paradigmático en cuanto a lo
poco que ha importado para los gobiernos de Lula y Dilma la oposición activa e
indeclinable tanto de los pueblos indígenas afectados gravemente, como de
organizaciones no gubernamentales, organismos políticos, ambientalistas,
colegios de antropólogos, intelectuales connotados y redes solidarias que fuera
y dentro del Brasil, apoyan sus reclamos legítimos y fundados.
Pero Belo Monte es también significativo en cuanto a lo que
representa esta mega obra para el gobierno de Brasil, que de acuerdo a los
datos de Zibechi, controla alrededor del 70% de las acciones de la empresa que
construye la hidroeléctrica:
“Por varias vías –señala Zibechi- los sindicatos tienen un peso determinante,
ya sea a través de los fondos de pensiones que controlan el 25% de las
acciones, como por su importante presencia en los escalones más altos del
gobierno federal, en los que se toman las decisiones sobre las megaobras…A este
poder empresarial-estatal-sindical, comenta el autor, no le tiembla la mano a
la hora de llamar a la policía militar para poner orden en las megaobras del
Brasil Potencia”. (P. 264)
La presentación de los editores, como es usual en los libros
de Bajo Tierra–JRA, plantea la necesidad de contar con una nueva geopolítica
que genere un cuerpo teórico crítico, que “sin
ilusiones y misticismos”, proceda a explicar esta nueva cartografía del
poder al sur del continente, así como el papel que juegan gobiernos
progresistas que a la vez que practican una política permanente de
mediatización de los movimientos populares, con base en el asistencialismo y la
cooptación, imponen tácticas contrainsurgentes para el desplazamiento de
población indeseable, mega proyectos neo desarrollistas y, finalmente,
políticas capitalistas igualmente etnocidas, ecocidas y depredadoras.
No estoy de acuerdo con la crítica de John Holloway
publicada en la revista Bajo el Volcán (Número 19, año 12, periodo
septiembre 2012-fbrero 2013, pp. 141-144), según la cual Zibechi:
“decide enfocarse (por primera vez) en el enemigo, en la dominación, en este
caso en la emergencia del Brasil como nueva potencia imperialista. El problema
es que toma como cuadro de referencia una teoría de dominación, una teoría que
presenta la historia como un proceso constante de reacomodo entre grupos
dominantes y que nos constituye a nosotros como víctimas, objeto de la
historia. Asume –continua Holloway-, como
su marco teórico la perspectiva del sistema-mundo, una perspectiva que entiende
la historia en términos de los reacomodos a largo plazo de los grupos
dominantes y, especialmente, de los diferentes Estados o partes del mundo”.(p.
142)
De aquí deriva Holloway que el libro “es un poco deprimente” y que las luchas, aunque presentes en el
análisis, ocupan un lugar secundario “hasta
el último capítulo y cuando llegan al centro de la discusión, presentan un
panorama desolador”. (Ibíd., p. 142)
Estas críticas no corresponden a lo expuesto en el libro.
Desde el prólogo a la edición mexicana, Zibechi nos alerta sobre la
militarización y los conflictos armados a gran escala que caracterizan la
actual etapa de mundialización del capital, la reactivación de la IV Flota por
el Pentágono y el despliegue de nuevas bases militares en Colombia y Panamá,
sin contar las instalaciones secretas llamadas “nenúfares”, y en este contexto, destaca el desafío que representa
defender la vida ante el proyecto de muerte de los de arriba y reitera su
confianza que en momentos de caos sistémico, “no perdamos la brújula y mantengamos el timón firmemente orientado
hacia la construcción y reconstrucción permanentes del mundo nuevo”. (p.
15) En ningún momento de la introducción y los diez capítulos de la obra, una
investigación de casi una década, los sujetos, los movimientos, los actores
sociales subalternos, son concebidos en la exterioridad de los procesos
observados. Tampoco coincido en que la crisis de las formas de dominación está
ausente en el análisis de Zibechi. La emergencia de este nuevo sindicalismo,
que de forma estructural, y no como aristocracia obrera, se convierte en parte
de una nueva burguesía con los fondos de pensiones, constituye, precisamente,
una contribución al análisis para formular mejores estrategias para las luchas
de los de abajo. En palabras de Zibechi:
“…siempre es necesario
conocer los escenarios en los que actuamos y, de modo muy particular, las
tendencias de fondo que mueven el mundo en un periodo de especial turbulencia.
Si acordamos que el sistema mundo en que vivimos está atravesando un periodo de
cambios profundos y que los modos de dominación mutan con cierta rapidez,
seguir el rastro de dicha mutaciones es tan importante para el militante como
el reconocimiento del terreno lo es para el combatiente”. (p. 14)
De los cinco aspectos vinculados por Zibechi al periodo
actual en el que la hegemonía de Estados Unidos tiende a ser desplazada por la
de Brasil en América del Sur, tres de ellos refieren a las luchas de los
sectores populares directamente:
1) como oportunidad para
modificar la relación de fuerzas;
4) como necesidad de
establecer alianzas entre los pueblos latinoamericanos organizados en
movimientos y sectores populares que están siendo desplazados y perjudicados
por la expansión brasileña; y
5) como requerimiento de
los movimientos de la región para observar las múltiples presiones a que serán
sometidos en escenarios más complejos y contradictorios.
Las preocupaciones básicas de Zibechi giran en torno a los
movimientos, la criminalización de sus dirigentes por oponerse a las políticas
extractivistas, la contradicción entre “el
corto y el largo plazo, entre los gobiernos y los movimientos, sean del color
que sean unos y otros, y entre el crecimiento económico ilimitado y el Buen Vivir”.
(p. 24)
Nuestro
autor lo expresa con claridad:
“Este libro está
dedicado a lo nuevo que está naciendo en América Latina, a todos estos
movimientos y acciones de rebeldía contra las nuevas formas de opresión como la
minería, los monocultivos, las grandes represas… y los nuevos imperialismos… me
convencí de la importancia que tiene para los movimientos y los militantes
comprender el ascenso de Brasil al rango de potencia como parte del conjunto de
cambios que se están registrando en el sistema mundo. Con esta convicción
escribí este libro”.
(Pp. 24-25).
En suma, el libro de Zibechi no requiere defensa alguna ante
críticas surgidas de perspectivas dogmáticas que demandan sujetarse a esquemas
preconcebidos. Como aprendimos la semana pasada en los cursos de la Escuelita
Zapatista, la realidad sobrepasa en mucho a los más acuciosos analistas,
quienes deberán acostumbrase a seguir procesos sociales y políticos que toman
rumbos inusitados que, a su vez, obligan a modificar planteamientos iniciales e
hipótesis consideradas comprobadas. Así, pudimos constatar que en medio del
caos provocado por el tsunami neoliberal, y no obstante los diagnósticos
negativos de quienes incluso estuvieron en un momento dado junto al EZLN, los
zapatistas, no sin dificultades, están construyendo sus formas de gobierno
autónomo en los tres ámbitos que van desde lo local, municipal y zonal, y a
partir de los siete principios fundados en el “mandar obedeciendo”. El libro de Zibechi constituye la
demostración palpable de que es posible realizar investigaciones que siguiendo
el pulso de las formas de dominación, no pierden nunca el horizonte de las
luchas y resistencias de los dominados.
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