Obama, Premio Nobel de la Paz (comandante de las fuerzas armadas más poderosas del mundo): ¡QUE SE LO QUITEN!
Marcelo Colussi
(especial para ARGENPRESS.info)
Domingo, 8 de septiembre de 2013
Una vez más las
fuerzas armadas de Estados Unidos se preparan para una guerra de conquista. En
este caso, en Siria.
Eso ya no es novedad. La rapacidad del gran capital
estadounidense no tiene límites y nos tiene acostumbrados a estas aventuras
bélicas. ¿En qué guerra durante el siglo XX, y ahora el XXI, no participó la
gran potencia indirecta o directamente? Lo de Siria no es nuevo.
En todo caso, la posible nueva aventura guerrerista
abre escenarios preocupantes: estamos ahora ante la real posibilidad de un
conflicto que se puede ir de las manos, que puede terminar en una catástrofe de
escala planetaria.
La guerra, esto no es nuevo, es consustancial al
sistema capitalista. Hoy, quizá más que nunca, la industria bélica (industria
de la muerte) juega un papel fundamental en toda la arquitectura social del
sistema-mundo del capital: hay que destruir para reconstruir, y vender armas,
muchas armas, que se usen y que se sigan vendiendo. Ese esfuerzo -monstruoso, absolutamente
condenable- significa un motor indispensable para el capitalismo, y para los
Estados Unidos representa un cuarto de su economía. Sin ningún lugar a dudas,
este modelo es infame, oprobioso, totalmente repudiable. Pero es el sistema que
domina el mundo.
La posible guerra contra Siria -que en realidad
estaría impulsada por el gran capital de Estados Unidos y algunos adláteres que
sirven políticamente para justificar la intervención- busca reconfigurar la
situación del Medio Oriente a favor de esos factores de poder. El petróleo
sigue siendo el botín principal, a lo que se suman las reservas de agua dulce
de la zona. Un Medio Oriente en guerra permanente sirve a los intereses
hegemónicos de esos grandes capitales, liderados por la potencia militar de la
Casa Blanca, con un Estado de Israel como base operativa para la zona. La
máxima de “divide y reinarás” está
totalmente presente. Pero el peligro en ciernes ahora es que este proyecto
bélico contempla a mediano plazo el intento de asfixia de Rusia y China como
competidores peligrosos. Por cierto ninguno de estos dos países -ahora
capitalistas, con considerable potencial bélico, atómico incluso- dejará que la
provocación siga adelante. Por tanto, el escenario es sumamente complicado.
Se ha hablado de la posibilidad de una nueva guerra
mundial, tal vez sin utilización de material nuclear (¿pero quién puede
garantizarlo?), que Washington y sus aliados estarían pergeñando como rediseño
del mundo, buscando en definitiva el control planetario de los recursos
estratégicos (petróleo en principio), neutralizando el avance chino y ruso. Si
ello es así, el futuro es sumamente incierto, porque más allá de escenarios
trazados con computadora en una confortable sala, nadie sabe a ciencia cierta
qué podría dispararse. La excusa de un ataque a Siria como represalia por haber
utilizado su gobierno -supuestamente, dado que no está demostrado- armas
químicas en contra de su población, no es más que un nuevo ataque a la
inteligencia de la humanidad, una nueva agresión a nuestra dignidad (¿por qué
nos siguen tomando de estúpidos?). Los tambores de guerra suenan in crescendo,
y el clima se va caldeando cada vez más
¿Qué podemos hacer los millones y millones de
ciudadanos de a pie que vemos con consternación todo esto? Aparentemente nada.
La fuerza de los hechos se impone. Y, como dijera alguna vez una pintada
callejera, “donde hay balas sobran las
palabras”.
Acostumbrados como estamos ahora -tras décadas de
capitalismo salvaje eufemísticamente llamado neoliberalismo y extinción de los sueños revolucionarios de hace
algunas décadas tras la caída del Muro de Berlín- a asumir que la fuerza de los
poderosos es casi imbatible, en principio no se ven muchos caminos para
oponerse a este ataque contra Siria. ¿Qué hacer ante no sólo las balas sino los
misiles de alta tecnología, ante la intoxicación informativa de las grandes
cadenas internacionales, ante la monumental desmovilización que se vive?
Pareciera que nada, más que encogernos resignadamente de hombros. Pero siempre
es posible reaccionar (y, ¿por qué no?, pensar que se puede retomar la
iniciativa). Recordemos que la Segunda Guerra Mundial tenía como principal
objetivo de las potencias capitalistas, al menos en un principio, acabar con la
experiencia socialista de la Unión Soviética. Y si bien eso le costó 20
millones de vidas al primer Estado obrero del mundo, la consecuencia fue
exactamente lo contrario a lo buscado por el capitalismo: el país socialista
salió fortalecido transformándose en una de las dos superpotencias globales.
Oponerse a la guerra es tarea de quien sigue
pensando que este mundo está disparatadamente desequilibrado y se necesita otro
modelo. Pero es también tarea de cualquiera que respete mínimamente los
derechos humanos, el derecho a la vida, el derecho a no ser tomados como
estúpidos por la desinformación mediática. Por todo ello, sabiendo que eso es
un pequeño granito de arena que, en sí mismo, quizá no representa nada, pero
que sumado a otros granitos puede convertirse en una montaña, propongo que se
solicite le sea retirado el Premio Nobel de la Paz al Comandante en jefe de las
fuerzas armadas de la primera potencia mundial, el Sr. Barack Obama.
Si albergamos alguna esperanza cuando él asumió la
presidencia de la Casa Blanca (¿los negros al poder?), hoy día es
abrumadoramente elocuente que las decisiones no las tiene él en sus manos, sino
que responde a los intereses del monstruoso complejo militar-industrial que
sigue fijando las políticas a largo plazo. En ese sentido es un contrasentido,
una ofensa a nuestra dignidad, una burla perversa seguir manteniéndole el
Premio Nobel de la Paz. Pedir que le sea retirado tal vez no impida la guerra,
pero ¿por qué no pensar que con pequeñas acciones se puede empezar a construir
alternativas? Los hechos políticos son eso: pequeñas acciones. Si es cierto que
donde hay balas sobran las palabras, pongamos palabras en lugar de las balas:
¡que se le retire ese galardón a Barack Obama!
Dejo en manos de quien quiera darle forma concreta
a la iniciativa haciendo circular por la red el respectivo pedido.
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