San
Cristóbal de Las Casas, Chiapas, México,
12 de septiembre de 2013
Magistrados en Chiapas
niegan libertad al profesor indígena Alberto Patishtán
El Frayba impulsará la
petición interpuesta ante la CIDH en agosto del 2010
La “justicia
mexicana” nos brinda otra triste lección, indignante por la decisión que
tomaron los magistrados del Primer Tribunal Colegiado del
vigésimo circuito, con residencia en Tuxtla Gutiérrez, Chiapas: Freddy Gabriel
Celis Fuentes, Manuel de Jesús Rosales Suárez y el Secretario en funciones de
magistrado Arturo Eduardo Zenteno Garduño quienes negaron la libertad al profesor indígena Alberto Patishtán
Gómez (en adelante profesor Patishtán).
Con esta decisión, tomada el día de hoy,
confirmamos la falta de voluntad de resarcir medianamente una parte de la
justicia que ha sido negada de manera reiterada al profesor Patishtán; quienes
hemos estado al pendiente de los actos del profesor somos testigos de su
inocencia irrefutable, de ello diversos actores en el Mundo entero han dado
sobrada cuenta. Con esta decisión no se escuchó la voz de la sociedad que en
repetidas ocasiones se movilizó para exigir su libertad como parte de las
señales necesarias para subsanar los cada vez más graves errores del sistema de
justicia mexicano.
El profesor Patishtán ha dado testimonio fiel de la
crueldad y el dolor que cientos de personas indígenas, campesinas y pobres
padecen de manera cotidiana en las cárceles; él personalmente ha sido
trasladado a cuatro distintas cárceles en el estado de Chiapas, también ha
resistido lo inhumano de los penales federales de alta seguridad, en donde la
dignidad del ser humano es humillada hasta la negación de la existencia.
La barbarie del sistema carcelario en México ha
sido desnudada por testimonios de vida como la del profesor Patishtán a quien,
el gobierno mexicano, de manera injustificada y represiva le niega su libertad
de manera reiterada a sabiendas de que es inocente. En el transcurrir de los
días en prisión han acumulado diversas violaciones a los derechos humanos como:
el debido proceso, la incomunicación, tratos humillantes, crueles, inhumanos y
degradantes, tortura, discriminación, violaciones graves a la salud; todos
estos ligados a su integridad y seguridad personal.
La privación arbitraria de la libertad a la cual es
sometido, desde el 19 de junio del año 2000, truncó su proyecto de vida,
quitándole hasta ahora 13 años de sueños, trabajo y esperanzas al lado de su
familia y su pueblo indígena tzotzil. No obstante, hoy en día, desde la cárcel,
sigue su caminar de lucha donde la conciencia de dignidad no claudica.
Durante su encarcelamiento, el profesor Patishtán
ha sido eco de libertad para muchas personas que han tejido organizaciones de
presos como La Voz del Amate y recientemente Los Solidarios de la Voz del Amate
quienes, gracias a su incansable lucha por la justicia, hoy gozan de su
libertad.
Para demandar que se reconozca la inocencia del
profesor Patishtán este Centro de Derechos Humanos interpuso, desde agosto de
2010, la solicitud de apertura de petición ante la Comisión Interamericana de
Derechos Humanos (CIDH) en contra del Estado mexicano; procedimiento que ha
seguido su curso y que en este mes de octubre, impulsaremos de manera directa
ante los comisionados y secretaria general de la CIDH, hasta lograr que al
profesor Patishtán se le deje en libertad y se le reparen los daños por las
recurrentes violaciones que el Estado mexicano comete en contra de uno de los
presos políticos con mayor calidad moral en México.
Al respecto cabe destacar que, la Corte
Interamericana de Derechos Humanos, en su jurisprudencia, ha precisado que no
resulta aplicable el principio de Cosa Juzgada cuando las circunstancias de la
sentencia sean constitutivas de violaciones a las garantías procesales y por lo
tanto se derive de una sentencia “aparente”
que dé como consecuencia un juicio fraudulento; esto lo afirma sustentándolo en
diversos casos1
en donde los Estados han actuado de manera artificiosa, tal como sucede con el
caso del profesor Patishtán.
En contracorriente de la decisión de los ministros
y magistrados encargados de impartir justicia en este país, la libertad del
profesor Patishtán seguirá siendo un ejemplo de esperanza cargado de dignidad.
Seguirá resonando en los corazones de hombres y mujeres que han secundado la
voz del profesor.
Personas como el profesor Patishtán, los compañeros
y compañeras de la Voz del Amate, los Solidarios de la Voz del Amate y muchos
presos y presas más, nos animan a seguir construyendo organización y
solidaridad; en un sólo pueblo que cambie la realidad del sistema neoliberal
abriendo las puertas de la justicia y la verdad, escribiéndolas con la palabra
DIGNIDAD.
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