México: Nuestro lugar como defensoras y defensores de los derechos humanos, caminar al lado del pueblo asumiendo riesgos
por Roberto/Educación-Centro Prodh
Jueves, 08 de agosto de 2013
Amatlán de los Reyes, Veracruz.- El pasado sábado
viajábamos en un en camión rumbo a Amatlán de los Reyes, a un hora demasiado
temprana por mis usos y costumbres (las 5.30 am). Sin embargo, contrariamente a
lo que pensaba, no pude dormir…tenía demasiadas cosas en la cabeza. Y me puse a
escribir.
Habría preferido recordar a
Amatlán sólo como el lugar donde se celebró el X Encuentro del Movimiento
Mexicano de Afectad@s por las Presas en Defensa de los Ríos (MAPDER).
Una fiesta para recordar y celebrar 10 años de luchas dignas de los pueblos
para defender sus tierras y territorios, sus hogares y familias pues, frente a
las represas que inundan, desarraigan pueblos enteros, contaminan…y matan.
Pero no será así, Amatlán de
los Reyes es también el lugar donde el pasado viernes, 2 de agosto, mataron a
Noé Vázquez Ortiz, un compañero defensor que luchaba en contra de la
construcción de la presa El Naranjal, que afectaría a cinco municipios
(Amatlán, Fortín, Cuchiapa, Córdoba e Ixtaczotitlan), despojando de tierras y
agua a unos 30 mil campesinos e indígenas.
Noé iba en el monte recogiendo
flores, plantas y semillas que habría usado en el ritual de inauguración del
encuentro el día siguiente. Pero Noé hoy no llegará. No habrá
fiesta. Su cuerpo lo destrozaron a pedradas. Se inició un juicio penal,
pero todavía no sabemos con seguridad ni quiénes ni por qué lo mataron.
En las llamadas telefónicas
con l@scompañer@s del MAPDER que ya llegaron a Amatlán desde el mismo viernes,
desde todo el país, y a quienes les tocó asistir a la tragedia desde más
cerca, escuché sus lágrimas, su rabia, su indignación…pero también su fuerza
increíble: “Hay que seguirle companer@s,
el miedo no nos doblegará”.
Mapa de ríos y luchas en
México/ Foto:Centro Prodh
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El encuentro no se canceló, es más fue una celebración, no de la
muerte sino de la vida de Noé, frente a quienes nos quieren callad@s. “Noé”, dijeron su compañer@s del
Colectivo Defensa Verde de Amatlán, “no
lo sepultaremos, lo sembraremos para que con su muerte florezca más fuerte la
lucha”.
Mientras viajaba en el camión,
me empecé a cuestionar sobre cuál será nuestro lugar como defensoras y
defensores, sobre todo en las organizaciones de derechos humanos que tienen su
sede en contextos urbanos, a muchos kilómetros a veces de donde se dan los
trancazos.
Aquí veo muy claramente la
existencia de por lo menos dos posturas. Ambas son legítimas y ambas implican
compromiso personal y tiempo. Pero tienen consecuencias personales, éticas y
políticas profundamente diferentes.
La primera es de vernos como
observador@s de los procesos de cambio y de las reivindicaciones legítimas de
los pueblos. Y eso lo podemos hacer con denuncias, acciones urgentes,
artículos, talleres en los espacios de nuestras oficinas, acciones legales,
visitas a cárceles y juzgados etc. Como observador@s tenemos la
posibilidad de escoger más o menos fríamente adónde ir y cuál es nuestro nivel
aceptable de riesgo, incluso que este sea igual a cero y cuales “casos” asumimos. Las
personas con las cuales nos relacionamos, excluyendo a las ONG’s contrapartes,
son “víctimas de violaciones a derechos
humanos” que necesitan o pueden necesitar nuestro apoyo técnico y humano y
nuestro conocimiento como “defensor@s
especializad@s”. Esta es seguramente la posición más segura.
La segunda postura es de
sentirnos nosotr@s mism@s actores y parte del movimiento social para el cambio.
Esta postura, sin excluir ninguna de las actividades mencionadas arriba que
siguen siendo necesarias, brinda un nivel de seguridad inferior porque nos
implica caminar al lado del pueblo, asumiendo, si es necesario, los mismos
riesgos. Ya no vemos a las personas, que pueden o no buscar nuestro apoyo, sólo
como “víctimas de violaciones” sino
agentes para el cambio, hermanas y hermanos, compañer@s de las mismas luchas
que tod@s asumimos como propias.
Personalmente, desde mi changarro, la educación popular en
derechos humanos, no es una educación técnica sino una herramienta para el
cambio social. Y el cambio social así como la justicia sólo la puede exigir el
pueblo organizado.
Aterrizando en el caso
concreto de Amatlán, para mí no hubo duda sobre cuál sea nuestro lugar. La
seguridad, en este caso, fue un elemento a considerar para planear CÓMO ir,
no SI ir.
Nuestr@s compañer@s estaban
allí viviendo una tragedia y necesitaban nuestros apapachos, nuestros abrazos,
nuestros besos, nuestra presencia solidaria y nuestras capacidades también.
X Encuentro Mapder en Amatlán
de los Reyes, Veracruz/Foto: Centro Prodh
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Pensé que ojalá podamos ir más a estos espacios para
conocer a las personas que están al frente en estas luchas, para que pasen de
ser acrónimos (como “MAPDER”) a ser
personas con caras, voces y corazones para que no podamos tener opción de no
amarlos…o de amarlos desde lejitos (desde un lugar seguro pues).
Luego empezaron a dolerme los
ojos y los dedos por estar tecleando tantas ideas en el espacio reducido de un
celular y dormí un rato. Soñé con un mundo en el cual ya no teníamos que ver
a madres llorar por el asesinato de sus hijos, ni la madre de Noé ni a
ninguna más.
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