Revista Sudestada. Fuente:
18-08-2013
"Vivimos
en una época de revoluciones, y la revuelta del negro norteamericano es parte
de la rebelión contra la opresión y el colonialismo que han caracterizado esta
época”, pronunció Malcolm X con voz firme y dura, característica
que lo convertiría en un orador excepcional. Frente a él, mil quinientos
estudiantes y profesores lo escuchaban en la universidad Barnard College de
Nueva York. “Es incorrecto clasificar la
revuelta del negro como un simple conflicto racial de los negros contra los
blancos o como un problema puramente norteamericano. Más bien, lo que hoy
contemplamos es una rebelión global de los oprimidos contra los opresores, de
los explotados contra los explotadores”, aseguró ese hombre que desde hacía
años conmocionaba al pueblo y preocupaba cada vez más a las autoridades
estadounidenses. Tres días después, el 21 de febrero de 1965, un disparo
retumbó en el Audubon Ballroom de la ciudad de Manhattan. Los segundos
posteriores estuvieron marcados por el caos y otros dieciséis disparos que
estallaron hacia un blanco concreto. Sobre el escenario del auditorio, Malcolm
X caía abatido, y su traje negro y la camisa blanca con los que siempre vestía
se teñían de rojo. En ese preciso momento, finalizaba una posibilidad real de
cambio social en Estados Unidos, encabezada por uno de los dirigentes de
izquierda más importante que conoció ese país.
En
medio del descontrol provocado por los disparos, Thomas Hagan fue detenido,
mientras que los testigos identificaron como sospechosos a Norman 3X Butler y
Thomas 15X Johnson. Los tres eran miembros de la Nación del Islam, organización
que Malcolm X había dejado meses atrás. Tras el juicio, los sospechosos fueron
condenados, aunque del asesinato quedaría el manto de sospecha sobre el rol
jugado por la Central de Inteligencia Americana (CIA).
Nacido
en 1925 con el nombre de Malcolm Little, la historia de Red, como era conocido por sus cabellos rojizos, estuvo marcada por
la opresión al pueblo afrodescendiente. Hijo de una ciudadana de la isla
caribeña de Granada y de un pastor bautista, que murió en hechos confusos,
Malcolm abandonó sus estudios a los 15 años y se trasladó desde Michigan a
Boston y a Nueva York, ciudades en la que comenzó una carrera frenética de drogas,
juego ilegal y delitos.
En
1946, Red fue apresado en Boston tras
cometer varios robos y recibió condenas recurrentes de ocho a diez años. Ese
mismo año se produjo su cambio profundo en una cárcel de Massachusetts mientras
cumplía una condena por robar una joyería. Dentro del presidio, donde estaría hasta
1952, descubrió la lectura y la existencia de la Nación del Islam, organización
encabezada por Elijah Muhammad. A partir de ese momento, su conversión al islam
lo transformaría en un líder indiscutido a la hora de defender los derechos
civiles del pueblo negro. Su capacidad política y su carisma lo llevarían a
confrontar no sólo con el poder estadounidense, repartido entre demócratas y
republicanos, sino también con el propio Muhammad.
Malcolm,
quien agregó la X a su nombre porque
simbolizaba el apellido africano original que los negros americanos habían
perdido, no dudó en defender la conformación de grupos de autodefensas en los
barrios negros para protegerse de organizaciones como el Klu Klux Klan. Sobre
el polémico tema de la violencia, en más de una oportunidad sentó su posición:
“Yo mismo aceptaría la no-violencia si
fuera consecuente, si fuera inteligente, si todos fuéramos no violentos, si
siempre fuéramos no violentos. Pero nunca voy a aceptar la no-violencia de
ninguna clase a menos que todo el mundo sea no violento”.
(La nota completa en Sudestada nº 121,
agosto de 2013)
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