Chile: Se Encuentran evidencias de la llamada «Caravana de la muerte» de la dictadura de Augusto Pinochet
Página
12. Desde Copiapó, 03-08-2013
Un represor
confesó el lugar exacto donde fueron arrojados al mar víctimas de la dictadura
chilena y allí se encontraron evidencias de lo actuado por la llamada
«Caravana de la muerte», que recorrió el país en tiempos de Pinochet.
Antes
de morir, uno de los militares que participaron en diversas violaciones a los
derechos humanos –en los tiempos de la dictadura de Augusto Pinochet– confesó
lo que muchos otros han querido mantener en reserva: el lugar exacto donde
estaban sumergidos algunos rieles usados para hacer desaparecer cuerpos de
víctimas lanzadas al mar, evitando con ello que salieran a flote.
Hace
unos días, los trozos de metal fueron hallados cerca de la costa de Caldera, un
pequeño puerto en el norte de Chile (a 870 kilómetros de Santiago) y subidos
más tarde a la superficie. La información fue revelada ayer a EFE por fuentes
judiciales. Según el testimonio recogido, que coincide con confesiones
similares en distintas causas judiciales, los pedazos de vía de ferrocarril
eran usados para hundir los cadáveres que los represores tiraban al mar en
bolsas atadas con alambre.
La
identidad del militar se mantiene en secreto y los rieles, según dijeron las
fuentes, se encuentran en el Laboratorio de Criminalística de la Policía de
Investigaciones (PDI), en Santiago, donde serán analizados para determinar
si mantienen adheridos algunos elementos. Por ahora se mantiene la búsqueda en
el área del hallazgo con la idea de encontrar otro tipo de restos similares.
La
diligencia se enmarca en el marco del juicio denominado «Caravana de la Muerte», a cargo de la jueza especial Patricia
González, y que hace referencia a una comitiva militar que a fines de 1973
recorrió Chile dejando a su paso cerca de un centenar de presos políticos
ejecutados en distintas ciudades.
Según
trascendió, el hallazgo se mantiene bajo secreto, lo que ha disgustado a
organismos y abogados de derechos humanos, que lo consideran importante, además
en la víspera de los 40 años del golpe de Estado de Pinochet.
En ese
marco, expertos consultados por la agencia dijeron que resulta imposible
intentar siquiera aproximarse a la identidad de quienes fueron lanzados al mar
atados a esos rieles, a menos que el militar fallecido haya confesado nombres.
Así las
cosas, dos casos podrían tener alguna vinculación. El primero se refiere a 26
cadáveres desenterrados en 1976 en el desierto de Atacama, correspondientes a
prisioneros asesinados en octubre de 1973 por la «Caravana de la Muerte» en la ciudad de Calama. Esos cadáveres
fueron arrojados al mar desde un avión de la Fuerza Aérea, según admitió
judicialmente el mecánico de esa institución, Sergio López Maldonado, quien
lanzó los cuerpos, pero no señaló en qué parte de la costa del norte.
El
segundo episodio se relaciona con tres ejecuciones extrajudiciales ocurridas en
octubre de 1973 en la ciudad de Copiapó, a 75 kilómetros al sureste de Caldera,
también a manos de la «Caravana de la
Muerte».
Las
víctimas fueron el gerente general de la Compañía de Cobre Salvador, Ricardo
García Posadas, y los dirigentes sindicales de esa empresa Maguindo Castillo
Andrade y Benito Tapia Tapia, cuyos cuerpos fueron sepultados en el cementerio
de Copiapó, pero rápidamente desaparecieron del lugar.
El de
Caldera es el segundo hallazgo de rieles usados para lanzar cuerpos de
prisioneros al mar desde 1973. El primero ocurrió en septiembre de 2004 frente
a Quintero, a 44 kilómetros al norte de Valparaíso. Esa vez, cuatro piezas
metálicas fueron halladas por detectives de la PDI, bajo la supervisión del
juez especial Juan Guzmán Tapia. Las piezas pasaron después a formar parte de
un museo recordatorio en el ex campo de prisioneros de Villa Grimaldi, en
Santiago. Algunas de ellas mantenían aún botones adheridos.
Según
declaraciones judiciales de suboficiales y mecánicos del Comando de Aviación
del Ejército, entre octubre de 1973 y agosto de 1977, al menos 500 cuerpos
fueron arrojados al mar desde helicópteros. Varios declarantes coinciden en que
al menos hubo 40 vuelos, con entre ocho y quince cuerpos transportados en cada
uno.
Hasta
ahora, el único cuerpo que emergió desde el fondo del océano fue el de Marta
Ugarte, una profesora comunista, cuyo cadáver apareció en una playa de la
región de Coquimbo el 12 de septiembre de 1976.
Según
el expediente del caso, uno de los alambres que unían el riel a su cuerpo fue
utilizado por el agente de la DINA, Emilio Troncoso Vivallos, para
estrangularla, pues tras la inyección letal que le fue administrada antes de
subirla al helicóptero, ella permanecía aún con vida. Así, una vez en el agua,
el riel se soltó y su cadáver emergió.
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