por Ricardo Martínez Martínez
Domingo, 11 de agosto de 2013
“Sin importar su
edad, su credo, su color, su peso, su seso y su sexo, se han conducido, durante
toda su vida, con absoluta irresponsabilidad frente al Poder en cualquiera de
sus formas; han recibido el repudio de sus respectivos círculos sociales por su
terco inconformismo; han escandalizado a las buenas conciencias y a policías
del comportamiento; han reiterado su rebeldía y su pasión por la libertad a
pesar de los asegunes; y han militado según su conciencia y no según las modas
a modo. En resumen: no se han vendido, no han claudicado, no se han rendido.”
SupMarcos
Un caracol gigante, iluminado por velas de
cera que levantan con sus manos los pobladores de la comunidad Oventik,
se mueve lentamente. Parece como si llegara de una larga travesía a reposar en
esta ladera nocturna, corazón del nudo montañoso en los Altos de Chiapas y
centro cultural del movimiento indígena zapatista.
Fue
hace diez años que estas luces multiplicadas en manos anónimas, miles ellas,
dieron bienvenida al nacimiento de los cinco Caracoles y Juntas de
Buen Gobierno que articulan el poder social y horizontal de uno de los más
grandes, extensivos y profundos movimientos sociales anti sistémicos existentes
en el mundo.
En
aquella noche y en aquella madrugada del 10 de agosto de 2003, cuando el
calendario de los más pequeños, indígenas mayas, señaló un nuevo paso, un rumbo
y un destino, comenzó a llevarse a la práctica los derechos y cultura indígena
que promovieron con el estandarte de la paz y la reconciliación, después de
haber sido negada su lucha por el gobierno y los otros órganos del Estado
mexicano al incumplir los Acuerdos de San Andrés.
Las
comunidades zapatistas decidieron construir municipios autónomos, nombrando a
sus autoridades locales y delegados para cumplir las tareas encomendadas
colectivamente y honrar su palabra de alcanzar los derechos que por siglos han
sido negados a los pueblos indígenas. En esa construcción están. La autonomía
indígena y sus derechos concomitantes son una realidad en Chiapas.
Se
extendió el mandar-obediciendo como práctica del buen gobierno, donde manda el
pueblo y el gobierno obedece. De tal manera que si una autoridad no cumple con
su mandado, se da paso a una nueva autoridad que viabilice el común, el
colectivo. Por eso, el gobierno autónomo allí escucha y orienta el mandato. El
principio es escuchar para avanzar. Es una crítica alternativa al gobierno
parlamentario, al gobierno de la democracia burguesa. De hecho, es su antípoda.
Es el ejercicio del gobierno de todos.
Por
eso, cuando uno se encuentra en territorio rebelde y habla con un niño,
anciano, mujer, hombre, miliciano, delegado, de por sí está hablando con el
colectivo zapatista, con la voz, la sentir y el pensar de todos ellos y ellas.
No hay jerarquía, no existe la cadena mando-obediencia vertical, excluyente,
sordo.
En
estos diez años que han pasado desde el inicio del palpitar de los Caracoles,
el nivel de vida de las comunidades aumentó, se repartió colectivamente la
tierra, se produce para todos y todas, se resuelven las necesidades educativas,
de salud, alimentación, techo, cobijo.
Ya son
varias generaciones de zapatistas que van caminado el profundo paso indígena.
Quienes prepararon la lucha de insurrección, quienes hicieron la insurrección
en 1994, quienes construyeron el proceso de paz y los Municipios Autónomos
Rebeldes y quienes ahora profundizan los Caracoles, dejan la huella
larga que marca el caracol a su paso, un camino, una historia que en aquellos
lugares de rebeldía territorial se marca como estela de posibilidades
coherentes, sencillas, radicales.
La Escuelita Zapatista
En
ese marco, los zapatistas han invitado en los últimos días a miles de personas
de México y el mundo para asistir del 12 al 16 de agosto a la Escuelita
Zapatista.
El fin es mostrar, en el primer nivel, cuatro perspectivas:
Lo referente al Gobierno Autónomo en dos partes, la participación de las
mujeres en el Gobierno Autónomo y la Resistencia. Las comunidades explicarán
qué es la libertad según ellos y ellas, cómo la viven, la sienten, la piensan.
Los aciertos y errores en la tarea del bueno gobierno.
Allí, no se hablará de tácticas y estrategias políticas ni
geopolíticas, coyunturas de todo tipo, nacionales o internacionales;
formulaciones y recetas de acción y ¡de cocina! (que fuera bueno), sino de
compartir experiencias en la lucha, la organización, la resistencia contra el
capitalismo y sus múltiples caras, discursos y formas en el uso del poder.
En todo caso, se escuchará cómo los zapatistas han
enfrentado al poder y la dominación, su manera de resistir y luchar frente al
paramilitarismo, la guerra del Estado mexicano, el racismo cultural, la
desmemoria. Es abrir una ventana al mundo de los de abajo que con vocación de
izquierda van caminando lento, constante y profundo, la mayor de las veces en
las sombras, de la raíz a las ramas del árbol de la historia, de esa que no se
conoce en los libros best seller, medios de comunicación masiva y
desinformación, clases educativas oficiales.
Es la historia a contrapelo, los murmullos de voz en voz y
generación tras generación. Los retazos e hilos jalados de la memoria colectiva
de quienes, anónimos, realizan todos los días su lucha y perseverancia en que
cambie su situación y la de los otros y otras, que en igualdad de condición,
resisten con ellos y ellas.
Por eso, la Escuelita Zapatista no es una convocatoria para
la formación de cuadros bien “cuadrados”,
sino la forma de acercar luchas diferentes, de modos de ver el desarrollo de
los pueblos, sus anhelos y carencias, sus metas y horizontes. Para quienes
asistirán, será la posibilidad de verse en el espejo, de preguntarse qué ha
significado la libertad y qué debe significar, cómo le hacemos para
practicarla. Cómo le entramos, dicen los zapatistas.
Según han explicado en sus comunicados, allí estarán
presentes quienes quieren saber un poco o un mucho de la lucha indígena. Están
invitadas organizaciones o individuos, niños o ancianos, quienes quieran
aprender sobre la historia de las comunidades zapatistas y su guardián y
corazón, el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN).
En la memoria, que es la práctica en la escuelita, estarán
presentes además de los invitados, los desaparecidos políticos, los caídos en
la lucha, los presos políticos en México y el mundo. En honor a ellos y ellas
se ha levantado la Escuelita, es el deber de seguir en la escuelita de la
historia rebelde de los pueblos. Se trata de la necia, implacable, feroz
memoria. Porque “el único camino para
llegar a la libertad es la memoria”, dicen.
No están invitados los poderosos, los responsables de esas
muertes, desapariciones y sus cárceles; los que hacen del dolor, el lucro.
Tampoco están invitados aquellos que desde un espacio de poder sea cual sea,
dominan, castigan, juzgan, dictan. Quienes en su sordera, atropellan y hacen
del poder una forma de vida.
Los que sí asistirán son quienes miran su corazón, porque
miran hacia atrás, miran en memoria. Con su libertad hacen posible voltear
atrás. Son los invitados de los pueblos indígenas chiapanecos que sorprendieron
la madrugada del 1ro de enero de 1994 y tomaron 4 cabeceras municipales en una
justa lucha armada, y volvieron a tomarlas pacíficamente el 22 de diciembre de
2012. Se cuentan por miles, de todas las edades, que conforman las bases de
apoyo, pueblos y comunidades zapatistas. En territorio rebelde se espera una
historia por escuchar…
Cátedra Tata Juan Chávez
El
EZLN y los pueblos indígenas de México, articulados en el Congreso Nacional
Indígena (CNI), convocan, como la continuación del Primer Encuentro de Pueblos
Indígenas de América de 2007, a celebrar sesiones en todo el continente de la Cátedra
Tata Juan Chávez en honor a la memoria de un líder indígena purépecha de
Michoacán.
En la sesión del Primer Encuentro, en Vícam, Sonora,
noroeste mexicano, participaron 570 delegados de 67 pueblos indígenas de 12
países del continente. Allí, los pueblos participantes acordaron en su
pensamiento que plasmaron en la Declaración de Vícam que “Somos descendientes de los pueblos, las naciones y tribus que
primeramente dieron nombre a estas tierras; que nos nacimos de nuestra madre
tierra y mantenemos un respeto sagrado hacia quien nos provee de la vida y nos
guarda en la muerte; en consecuencia manifestamos ante el mundo entero que
defenderemos y cuidaremos con nuestra vida a la madre tierra”.
Entonces, la Cátedra será la suma de muchas geografías y
calendarios diversos de los pueblos indígenas, que se preparan para la buena
nueva de la lucha extensiva en toda América. De acuerdo a sus modos, tiempos,
espacios, los participantes realizarán actividades y pensamientos sobre la
lucha de los pueblos originarios.
La primera sesión será en el CIDECI-Uni Tierra en San
Cristóbal de las Casas, Chiapas, los días 17 y 18 de agosto [http://seminarioscideci.org/]. Será una
sesión de historia viva y activa, la historia o parte de ella de los pueblos
originarios de México, llena de “cosas
terribles y maravillosas” que la componen.
Agosto, entonces, será el calendario de la rebeldía
de los pueblos zapatistas y también de los otros pueblos que han decidido
cambiar el mundo desde sus raíces. La geografía es el planeta tierra, que
agitada y caótica, piensa en el mañana escuchando y viendo desde la memoria.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor
mediante una licencia de Creative Commons, respetando
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