@antoniacanuta
Lun, 19/08/2013
“Los pueblos
indígenas, son la primera reserva moral y política del país”. En medio de una de las guerras civiles más avanzadas y encubiertas del
planeta tierra, los pueblos indígenas en resistencia se alzan como el mayor
obstáculo ante el avance del narcotráfico, las corporaciones transnacionales y
de los malos gobiernos. El ejercicio de su autonomía se convierte entonces no
en una ofensa, sino más bien en una defensa del territorio y de las identidades
que en él se arraigan. Este hecho se remonta siglos atrás a la llegada de los
españoles, pero la realidad se revive día a día en los pueblos y territorios
mexicanos.
La Cátedra Tata Juan Chávez se presenta como una
oportunidad para rearticular a los pueblos indígenas en el Congreso Nacional
Indígena (CNI). Han sido 137 los pueblos que han participado en el evento a
través de 233 delegados. Los objetivos de este nuevo encuentro, según los
convocantes, son realizar un homenaje a Don Juan Chávez Alonso y denunciar la
guerra de exterminio contra los pueblos y sus formas de resistencia. El congreso,
anunciado hace unos meses por el movimiento zapatista abre un abanico de
oportunidades y expectativas para los pueblos en resistencia, para los
participantes invitados pero también para todas las personas simpatizantes que
se han acercado a aprender de las experiencias de otros compañeros. En el
programa, además de las ponencias abiertas al público en general se han
realizado también dos reuniones a puerta cerrada en la que han participado
representante indígenas de todos los pueblos participantes. En ellas se han
discutido las formas de reconstruir la representación indígena en el país y el
cómo refundar y reorganizar el CNI. Sin embargo los participantes no han dado a
conocer las conclusiones de estas reuniones.
Más de mil personas
venidas de todos los mundos
Son más de mil, de hecho, los asistentes al evento celebrado en CIDECI,
y son centenares los lugares de donde provienen y las expectativas que tienen
acerca del evento. Algunos de ellos llegaron hasta San Cristóbal de las Casas
para poder participar también de la Escuelita Zapatista celebrada durante la
última semana. Otros tantos que no pudieron asistir a la Escuelita,
aprovecharon el viaje para disfrutar de las fiestas de los Caracoles durante
los días 8, 9 y 10 de agosto.
Marcos, por ejemplo, viene de Buenos Aires y fue
invitado a la Escuelita Zapatista. Pertenece al Movimiento Popular la Dignidad.
Para él lo importante de este evento es que se genere unión entre los
diferentes pueblos en resistencia. Lo que más le ha llamado la atención ha sido
la capacidad de los pueblos de ejercer su autonomía y de hacer que sea la
propia comunidad la que decida. Fidel Eabaja con el colectivo Urnesto, es otro
asistente a la cátedra. Es un joven estudiante de diseño que radica en México
DF. Allí trabaja con el colectivo Unión de Promotores de la Cultura de
Izquierda. Fue invitado a la Escuelita pero por razones de tiempo y dinero no
pudo asistir. Cree que es necesario conectar todas las luchas y piensa que el
CNI ayudará a enlazar y hacer conjunción de todas las fuerzas en resistencia.
Su objetivo al venir al evento es aprender para transmitir. Aprender de los
pueblos su capacidad de trabajar en colectividad y cooperando, al contrario de
lo que sucede en las ciudades como DF. Según él las comunidades indígenas
luchan por defender sus recursos y territorios mientras que en las ciudades se
dan otro tipo de luchas, como por ejemplo la de la vivienda. Al respecto, Raúl
piensa que “en las ciudades no tenemos ni
territorio ni identidad” y que por ello resulta difícil entender la guerra
de despojo que viven las comunidades indígenas. Considera que es muy importante
rearticular el CNI porque es una pieza clave para muchas luchas y en general
para combatir el capitalismo. Según él los pueblos indígenas son
anticapitalistas por naturaleza porque frente a lo individual trabajan en
colectividad, conciben el territorio como una extensión de su propia identidad
y además lo defienden.
Un largo camino sin final
a la vista
El Congreso Nacional Indígena (CNI) surge en 1996 en el marco del Foro
Nacional Indígena para ser un espacio de encuentro así como un frente amplio de
los pueblos indígenas. Tras el levantamiento zapatista de 1994 y el inicio de
diálogo con el gobierno estatal para negociar los Acuerdos de San Andrés, el
Ejército Zapatista de Liberación Nacional hizo un llamado a todos los pueblos
indígenas del territorio mexicano con el fin de iniciar un diálogo a nivel
nacional.
A lo largo de su vida el CNI ha tenido momentos muy
particulares de relevancia política, como sucedió en la Caravana del Color de
la Tierra, en el año 2001. Fue en este proceso cuando se celebró un Congreso
Nacional Indígena en Nurío, Michoacán, y tanto la sociedad civil como los
pueblos indígenas convergieron para continuar juntos con la caravana.
El CNI se define más bien como un espacio con una
estructura no orgánica. Algunas personas dicen de él: “Somos asamblea cuando estamos juntos y red cuando estamos separados”.
De hecho, durante los últimos años su presencia en la esfera política ha sido
escasa aunque sí ha tenido un peso importante en el desarrollo de las luchas de
cada uno de los pueblos.
La última reunión en 2006 se celebró en Vicam
(Sonora) y supuso un gran impulso para el desarrollo de La Otra Campaña. Después
del éxito de esta nueva reunión, se habrá de ver qué papel cumple dentro de las
luchas de cada uno de los pueblos en resistencia. Lo que quedó claro es que un
denso tejido de comunidades rebeldes recorre toda la geografía mexicana.
Comunidades dispuestas a resistir ante todo ataque político y neoliberal que se
esté gestando sobre sus territorios e identidades.
Como dice un buen compañero la voluntad de los
pueblos indígenas no es tomar el poder, sino constituirse como poder capaz de
ejercer su autonomía. Y cierro con la cita de otro compañero: “Cuando los pobres retomen sus tierras
dejarán de ser pobres”.
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