Colectivo La Digna Voz, 01-05-2013
VERACRUZ
EN LLAMAS: SEDE DE LA DESCOMPOSICIÓN DEL PRI-ESTADO
El estado-nación, como lo
conocieron las generaciones precedentes, o como lo describiera la siempre
grisácea e inexacta teoría política, está en proceso de expiración: acudimos a
su accidentado fenecimiento. Pero no hace falta rasgarse las vestiduras. Todas
las instituciones o autoridades que rigieron los estadios civilizatorios
pretéritos están en estado acelerado de pudrimiento o mutación –llámese
iglesia, matrimonio, estado, familia. La advertencia ya había sido emitida: la
modernidad erosionaría todas las actividades e instituciones sagradas, a cambio
de una concesión, que en términos católico-apostólico-romanos correspondería a
una especie de pacto con el diablo –la libertad de comercio, la libertad de
perseguir el fin egoísta, en provecho, según la torcida teoría, del bienestar
común. En vocabulario cristiano, el apotegma luciría así: “haz el mal para hacer el bien”. (No cabe duda que Adam Smith se
las tronaba con especial ímpetu). O como dicen en nuestros días las juventudes
encandiladas con la ideológica treta entrepreneur: “Yo quiero ser rico para ayudar a la gente pobre”. En este contexto
de transmutación, degradación a gran escala, los valores también sucumben al
efecto arrollador de la modernidad, más duramente castigados por la
posmodernidad: el esfuerzo, el respeto, el pudor, nadie los premia ni practica;
el éxito es la única divisa, sin consideración de los medios utilizados .Y si
existe un ámbito señaladamente afectado por esta naciente axiología, con todas
las implicaciones que arrastra para la vida pública, es el de la política. El
estado-nación que conocieron nuestros ascendientes, orientado a la gestión de
la producción, el adiestramiento de la fuerza de trabajo, la cohesión material
e inmaterial, ha capitulado en favor de la versión decantada de la polis
proto-selvática: el estado nacional de competencia, orientado a la desposesión
por apropiación, a la caridad filantrópica, al abaratamiento de la mano de obra
nacional, al desgarramiento de la sociedad, a la producción de imaginarios
fragmentarios. En este renglón, el de la devaluación de la política, el estado,
los valores, Veracruz puja con fuerza y exclama sin empacho: “¡Adelante!”.
Un hambriento, un
voto: “¡esto es oro puro!”
Todo
el mundo sabe que el PRI-Estado compra votos, elecciones, voluntades. 84 años
encumbrados en el poder lo avalan. (Inclúyase los doce de Acción Nacional). Se
sabe que los programas asistenciales se usan invariablemente con fines
electorales. Que las leyes electorales (así como todas las demás) se violan con
frenesí. Pero pocas veces se captura in fraganti a los operadores de la
defraudación electoral, quizá porque otrora la discreción era un valor
inviolable en el modus operandi del octogenario tricolor. Pero fieles a
la recomendación de Gloria Trevi, y acaso afectados por el “efecto arrollador de la modernidad”, los priistas se soltaron la greña.
La semana anterior se filtró un video que exhibe
a funcionarios del círculo íntimo del gobernador veracruzano confabulando para
desviar los recursos de programas federales, en particular los provenientes de
la proto- teletónica cruzada
nacional contra el hambre, a favor del Partido Revolucionario
Institucional. La fórmula de la estrategia electoral en puerta consiste en “ganarle al PAN el padrón de los abuelitos…
y el padrón de Oportunidades”. En suma, que cada hambriento o adulto mayor
constituya un voto para la causa priista. Véase la franca e impúdica
conversación de los coordinadores operativos en jefe: “No es fácil comprar una elección, el ir y comprar votos, porque hay
que saber a quién comprárselos. Y lo han visto y lo han vivido y lo hemos visto
todos los que sabemos de esto: No es fácil porque a veces damos el dinero a
quien no nos va a responder o al menos nos agarran de pendejos” (Pablo
Anaya Rivera). Salvador Manzur Díaz remata, aunque lacónico, con más optimismo:
“Entonces es realmente oro molido lo que
tenemos en la mano, hay que aprovecharlo” (Proceso).
El nuevo PRI o “aguanta Rosario”
Erosionadas
todas las formas y formalidades, el nuevo PRI se pasea en foros y tribunas sin
su antiguo atuendo de pudor. Para muestra, un par de chascarrillos de nuestra pricámbrica
juventud:
1. En plena tribuna
parlamentaria, el diputado federal por el distrito IX de Veracruz, Fernando
Charleston, confesó con lujo de inusitada franqueza: “No caigamos en provocaciones amigas y amigos. Esto que pasa en una
entidad de nuestro país pasará seguramente en las otras trece entidades donde
habrá elecciones”.
2. Ante el aluvión de
amonestaciones que recibió la secretaria de Desarrollo Social, Rosario Robles
Berlanga, con motivo de las corruptelas de su programa anti-pobreza en
Veracruz, Enrique Peña Nieto, en un arrebato de cínica despreocupación,
refrendó su respaldo a la reina del triunvirato partidario con un: “Aguanta Rosario”.
Libertad de prensa
o licencia para matar
Los agravios contra los periodistas en la
entidad veracruzana no cesan. En el preludio del aniversario del asesinato de
Regina Martínez, antigua corresponsal de Proceso en Veracruz, las
amenazas contra el gremio se intensifican. A las sistemáticas hostilidades
contra periodistas en la entidad, se suman las recientes amenazas de muerte al
reportero Jorge Carrasco Araizaga, denunciadas por el semanario Proceso.
Mientras ciertos funcionarios del gobierno de Veracruz sostienen que en el
estado “hay 100% libertad de expresión
garantizada”, un estudio elaborado por la Asociación Mundial de Periódicos
y Editores de Noticias contradice terminantemente la entusiasta versión
oficial. De acuerdo al organismo internacional, en Veracruz los periodistas “no sólo se enfrentan al riesgo que conlleva
cubrir (informativamente) al crimen
organizado, sino también al de ejercer su profesión bajo un régimen de hostil
intolerancia… se sabe que en muchos casos, el crimen organizado actúa bajo los
dictados del gobierno local” (Proceso).
Si se
coacciona con dinero el voto, ¿por qué no coartar con terror la libertad?
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