Rebelión, 02-05-2013
Este
primero de mayo se da dentro de un escenario funesto. Nuevamente nos
encontramos bajo un régimen político que ingenuamente pensamos desaparecería en
el año 2000. Hace casi 13 años que el PRI perdía el mando del gobierno federal
para pasarle la estafeta al también nefasto PAN, partido que se encargó de
elaborar la siniestra “reforma laboral”, para una mayor explotación del pueblo
trabajador, la cual fue aprobada por el PRI y sus partidos comparsas, incluido
el PRD.
El gobierno oligárquico de Enrique Peña Nieto
pretende profundizar la política de privatización de los bienes nacionales
tales como el petróleo y el suministro de energía eléctrica. Todo ello con el
fin de seguir enriqueciendo a una plutocracia local y extranjera (clase
adinerada o formada por los capitalistas o régimen político en que el gobierno
está en manos de la clase capitalista o muy influido por ella). Este es el
propósito neoliberal de la “contrarreforma laboral” aprobada el año pasado y
que, como era de esperarse, no ha tenido ningún éxito, ni lo tendrá, relativo a
la generación de fuentes de empleo; mucho menos de empleos y salarios dignos
para la clase trabajadora mexicana, que sigue hundiéndose en la pobreza y el
desempleo, en el marco de una profunda crisis económica nacional y mundial.
La imposición de la “reforma laboral” y de la “reforma
educativa” ha sido posible por la extrema debilidad política del
proletariado mexicano que, debemos insistir, carece de una organización
política para defender y luchar por sus intereses clasistas; es decir, seguimos
siendo “un proletariado sin cabeza”,
pues los trabajadores del campo y de la ciudad carecemos de un instrumento
político revolucionario que nos permita en primer lugar defender nuestros
intereses y conquistas sociales y, en segundo, avanzar en la lucha de clases
por un mejor porvenir histórico. Hoy día está clarísimo que la burguesía como
clase en el poder es incapaz de construir un proyecto nacional para beneficio
de todo el pueblo mexicano; por el contrario, el pueblo está en vilo por la
creciente barbarie social que se expresa, además del desempleo y la pobreza, en
una violencia terrible con víctimas por doquier, muchas de ellas víctimas
inocentes trabajadoras.
Es muy cierto que hay luchas de resistencia
admirable de miles de maestros en contra de la imposición de la reforma
educativa, la cual pretende anular derechos laborales, en estados como
Michoacán, Guerrero y Oaxaca. Una reforma educativa que no tiene ninguna
intención educativa sino la de someter políticamente aún más a los maestros, no
obstante el encarcelamiento de la cacique sindical Elba Esther Gordillo. Pero,
¿acaso también veremos encerrados a los demás líderes charros sindicales? No
los veremos, pese a su corrupción flagrante. Esta tarea le corresponde hacer a
los propios trabajadores petroleros, electricistas, mineros y maestros,
etcétera.
Para empezar esta tarea es necesaria la lucha
por la autonomía sindical, democrática y clasista; y para ello es urgente e
imprescindible la construcción de un amplio frente único proletario que permita
coordinar las luchas sectoriales en todo el país. No basta con realizar marchas
conmemorativas en el Día Internacional de los Trabajadores, es muy importante
iniciar la organización unitaria de lucha permanente.
Rebelión ha publicado
este artículo con el permiso del autor mediante una licencia
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