06 Mayo 2013
Eugénie Laclass
“Desde que llegaron los
transgénicos en el sistema alimentario, el acceso a la comida ha bajado, porque
la producción ha bajado, la biodiversidad se ha reducido, y lo más importante
es que el componente humano de este sistema industrial ha bajado”.
Vandana
Shiva
En
estos momentos, las corporaciones productoras de semillas transgénicas
presionan al gobierno mexicano para obtener permisos de siembra comercial de
maíz genéticamente modificado en millones de hectáreas de Sinaloa, Tamaulipas,
Chihuahua, Coahuila y Durango. ¿La Secretaría de Agricultura (SAGARPA) será
suficientemente irresponsable como para otorgárselos? No nos extrañaría. El
Estado mexicano ha permitido desde hace varios años la entrada de semillas
transgénicas al país, como denunciaron l@s asistentes a la pre-audiencia del
Tribunal Permanente de los Pueblos (TPP) en Oaxaca.
Por su importancia para la cultura y la
alimentación de l@s Mexican@s, siendo México el principal centro de origen de
esta planta cultivada desde hace más de 9000 años, el maíz ha sido nombrado
como uno de los principales temas del TPP en su capítulo México. El TPP es un
tribunal ético internacional de carácter no gubernamental, cuya misión es
promover el respeto universal y efectivo de los derechos fundamentales de los
pueblos, de las minorías y de los individuos. Está conformado por múltiples
personalidades de reconocida autoridad moral provenientes de diversos países,
disciplinas y horizontes ideológicos. Los días 26 y 27 de abril, en el marco de
la pre-audiencia sobre contaminación transgénica —es decir los preparativos
para llevar a cabo la audiencia general en la que se juzgará al Estado
mexicano, prevista en 2014— se reunieron en Oaxaca decenas de representantes de
pueblos indígenas, organizaciones campesinas y civiles de todo el país,
científicos, expertos e intelectuales para analizar y denunciar los efectos
culturales, económicos y ambientales que ha causado esta contaminación. La
pre-audiencia fue convocada por más de 40 organizaciones que conforman el
Espacio Estatal en Defensa del Maíz Nativo de Oaxaca y la Red en Defensa
del Maíz, donde participan más de 1200 comunidades. Juntos, empezaron a
formular las demandas contra el Estado mexicano por su (ir)responsabilidad en
la contaminación de los maíces criollos, como resultado de leyes y políticas
públicas que buscan deliberadamente subordinar la agricultura mexicana a los
intereses de un sistema agro-industrial mundial.
Contaminación programada
La contaminación
transgénica de maíces nativos fue comprobada en septiembre del 2001 cuando
Ignacio Chapela y David Quist, científicos de la Universidad de Berkeley,
detectaron maíces contaminados en varias comunidades de la Sierra Norte de
Oaxaca y en Puebla. En entrevista Chapela comenta: “nos causó mucha sorpresa
a todos porque no se esperaba que estuviera aquí, no debería de estar aquí, en
esta época era completamente ilegal sembrar transgénicos en México y los
cultivos más cercanos pues estaban en Estados Unidos”. Otras
investigaciones confirman los hechos y revelan que la contaminación se ha
extendido en Morelos, Durango, Chihuahua, Estado de México, San Luis Potosí,
Puebla, Tlaxcala y Veracruz. Según los académicos, la introducción de semillas
transgénicas originarias de los Estados Unidos se ha venido realizando con el
apoyo del gobierno mexicano, por medio de sus tiendas departamentales. Chapela
aclara que “el sistema de gobierno y el sistema de distribución en México
estaba consciente y sabía que se estaban difundiendo estos materiales
transgénicos”. En ese sentido, Ana de Ita responsabiliza a las tiendas
Diconsa —la extinta empresa para-estatal de abasto popular en zonas rurales—,
quien importaba maíz a través de Archer Daniels Midland (ADM), vinculada a
Novartis, y lo distribuía en sus más de 23 mil tiendas en todo el país sin
ningún etiquetado. Por otra parte, el gobierno mexicano autorizó en 2009 la
siembra experimental y la siembra piloto de transgénicos en varios estados del
norte de la república. Son estas mismas corporaciones que desarrollaban
cultivos “experimentales” –Monsanto, Dupont-Pioneer, Dow– las que ahora
presionan al gobierno para obtener los permisos de siembra comercial.
Jugar con fuego
Elena Álvarez-Buylla,
coordinadora del Laboratorio de Genética Molecular del Desarrollo y Evolución
de Plantas de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), explicó que el
maíz es una planta de polinización abierta y que por lo tanto la expansión de
los transgénicos en el país también se ha dado de manera natural. Según los
expertos que acudieron a la pre-audiencia, tales como Silvia Ribeiro o Ignacio
Chapela, el maíz nativo no puede coexistir con el transgénico. A pesar de las
promesas de las autoridades, las transnacionales y los científicos
pro-transgénicos, es imposible restringir los cultivos de transgénicos a áreas
específicas de conservación.
La
imposición del maíz transgénico representa un riesgo para el ambiente y la
población. Recientemente, una investigación encabezada por el francés Gilles
Eric Séralini demostró que las ratas alimentadas con maíz transgénico
desarrollan mayor propensión al cáncer. Decenas de estudios científicos
demuestran que liberar los experimentos transgénicos al ambiente es como jugar
con fuego [1]. En Oaxaca, los científicos
también aportaron casos de estudio locales. “Hay una diversidad
impresionante de deformaciones que hemos encontrado”, declaró Flor Rivera,
Integrante del Centro de Estudios para el Cambio en el Campo Mexicano (CECCAM).
Por ejemplo, “encontramos un jilote que medía como dos metros. En la punta
de este jilote tenía —en lugar de pelos de elote— un tipo de espiga. En la
punta de esta espiga —que no debía de ser espiga— hojas. O sea, esta planta de
maíz estaba totalmente anormal, deformada y por supuesto no produce nada, no te
va a dar ningún grano”.
Joel Aquino, Camila Montesinos y Gustavo Esteva, los tres dictaminadores
Los transgénicos
prometen mayor productividad… para las empresas semilleras. A largo plazo, lo
único que garantizan es la reducción de la diversidad en la alimentación,
cambios de uso del suelo —de la milpa al monocultivo— y acaparamiento de las
tierras para la siembra a gran escala. Para muchos ponentes, este modelo de
desarrollo implica el aniquilamiento de la autonomía de los productores. En
entrevista, Vandana Shiva, ganadora del premio Nobel alternativo, invitada de
honor en el TPP, nos comenta que “desde que llegaron los transgénicos en el sistema
alimentario, el acceso a la comida ha bajado, porque la producción ha bajado,
la biodiversidad se ha reducido, y lo más importante es que el componente
humano de este sistema industrial ha bajado”.
El maíz transgénico no ofrece ninguna ventaja para
los campesinos ni para el pueblo en general. Sin embargo, el Estado mexicano al
servicio de las grandes productoras de semillas, se ha empeñado en reformar las
leyes a su favor. Desde los años ochenta, el Estado avanzó en las reformas
estructurales que los organismos internacionales le exigieron “como vía corta
hacia la modernidad”, iniciando una liberalización unilateral del
sector agropecuario. Un paso agigantado fue la firma del Tratado de Libre
Comercio de América del Norte (TLCAN), que según Ana de Ita “institucionalizó
el modelo económico neo-liberal y pretendió darle un carácter definitivo e
irreversible”. La aplicación del TLCAN impidió a cualquiera de los
tres países firmantes restringir el manejo, transporte y empaquetado de
alimentos transgénicos, mediante la adopción del “principio de equivalencia
sustancial”, que implica que “un alimento o componente alimenticio nuevo es
sustancialmente equivalente a un alimento o componente alimenticio ya existente
y puede ser tratado de la misma manera”. Siendo el primer Tratado
que asocia como iguales a dos países desarrollados y a uno subdesarrollado, el
TLCAN desfavoreció particularmente a México, quien empezó a importar sus
alimentos de los países nórdicos. Para colmo, las decisiones del propio
gobierno mexicano profundizaron la brecha: aunque se contaba con un plazo de 15
años para liberalizar por completo el comercio del maíz, éste permitió la
entrada de importaciones por arriba de la cuota y sin arancel. En muy poco tiempo
los precios del maíz disminuyeron en un 50% (no así los precios al consumidor)
y aumentó la competencia de manera tremenda para los campesinos mexicanos. Al
contrario de sus homólogos gringos, los campesinos mexicanos sufrieron el
desmantelamiento de los programas de apoyo al campo y, con la reforma al
artículo 27, se atentó contra sus derechos colectivos. Sus tierras, en cambio,
quedaron al asecho de la inversión capitalista.
Cruzada transgénica contra los hambrientos
En
el foro oaxaqueño se expusieron un conjunto de leyes que acompañan al nuevo
modelo de producción agro-industrial. Por ejemplo, se habló de la Ley federal
de producción, certificación y comercio de semillas, aprobada en 2007, que
estipula que toda semilla debe ser auto producida o adquirida en el mercado.
Eso significa que el intercambio tradicional pasa a ser… ilegal. Según Antonio
Turrent, investigador y Presidente de la Unión de Científicos Comprometidos con
la Sociedad, cada semilla tiene que estar registrada, excluyendo de facto
a la mayoría de los campesinos. De este modo, 70% de las semillas usadas e
intercambiadas en la actualidad son ilegales por no estar registradas. Resulta
increíble que las 62 razas y miles de variedades que se han desarrollado gracias
al intercambio de saberes campesinos tengan que ser sometidas a certificados de
propiedad intelectual y que, al mismo tiempo, las autoridades promuevan el
cultivo y la comercialización de semillas de laboratorio con sus paquetes de
agro-tóxicos.
En el dictamen final, Camila Montesinos, Gustavo
Esteva y Joel Aquino resolvieron que “se trata ante todo de controlar el mercado de
semillas en México, que representa 200 000 mil toneladas y 1,200 millones de
dólares al año”. Según los dictaminadores “los poderes
constituidos han empleado sus facultades para desmantelar las leyes y
disposiciones que protegen la soberanía y el territorio, lo mismo que los
derechos de los campesinos, a fin de acomodarlas a los intereses de
corporaciones privadas y entidades extranjeras. Las políticas y programas que
han aplicado están claramente en contra de los intereses campesinos y a favor
de las mismas corporaciones”. Enmarcando el debate en el contexto
actual, Joel Aquino, otro de los dictaminadores del tribunal, acusó a la
Cruzada Nacional contra el Hambre promovida por Enrique Pena Nieto: es el
“nuevo engaño” del gobierno mexicano para acabar con el cultivo tradicional en
las comunidades de todo el país. Para Silvia Ribeiro, se trata de una
“cruzada transgénica contra los hambrientos”. Para la investigadora todo va de
la mano: “es un proyecto de apropiación, desde las semillas hasta lo que comemos.
Buscan reemplazar lo que comemos por lo que nos quieren vender”
¡Sin Maíz, No hay País!
El
maíz es la base de la alimentación diaria de la mayor parte de la población
mexicana. El maíz no solo es un alimento, es la raíz de una forma de vida, una
relación milenaria del hombre y la mujer con la tierra. “Es nuestra
Madre el Maíz porque es ella es la que nos da la vida, y nosotros somos también
parte de ella. Entonces somos una familia, que somos parte de ella y ella es
parte de nosotros”, nos comentó un representante Huichol
proveniente del Estado de Jalisco. “El maíz para nosotros no es cualquier alimento nada
más que está en el campo, que se puede cultivar, que se puede vender, que se
puede intercambiar, sino que es una esencia y un espíritu”. El
cultivo del maíz es la vida de millones de campesinos. Su defensa significa
desde luego una forma de luchar por su propia seguridad alimentaria. Más allá,
como lo precisa Flor Rivera, “México es el centro de origen del maíz”,
que a su vez es “el segundo alimento más importante del mundo”. Por ende, la
defensa del maíz mexicano no sólo apela únicamente al ámbito nacional sino a
todo el planeta. Como dice Chapela, “no sólo se trata de Oaxaca o de México sino que es
un problema que se tiene que resolver aquí para el mundo. Es un problema en
realidad global”. Preservar el maíz nativo y los saberes
ancestrales vinculados a él, como por ejemplo la milpa, significa continuar
enriqueciendo a la humanidad en términos de seguridad y de diversidad
alimentaria. “La agricultura industrial depende del monocultivo y siempre nos han
dicho que produce más comida, pero si hacemos un cálculo
aproximado, tal vez solo el Midwest de los EEUU produce cuatro veces el maíz.
Pero aquí, en Oaxaca, el maíz con los frijoles, la calabaza, los plátanos, los
mangos, y todos los demás alimentos producirían diez veces más”, concluye Vandana Shiva.
Los expertos insisten en la fuerza genética de los
maíces nativos y su capacidad de aguantar condiciones difíciles o imprevistas.
En su ponencia, Antonio Turrent explicó que en zonas con suelos y climas
áridos, las razas nativas de maíz son las únicas que pueden resistir. Así, en
cinco de las ocho millones de hectáreas dedicadas al maíz en México, no podrían
funcionar las semillas transgénicas. El científico declaró que al adaptarse
mejor que el maíz de Monsanto a climas extremos, el maíz nativo es crucial ante
el calentamiento global. Un centro de origen representa una reserva para el
planeta, y “si lo dañas, estás matando la posibilidad de poder salvar otros
cultivos, de tener la solución. Si dañas la reserva genética, tienes un
problema a nivel mundial, y somos centro de origen”, admitió Flor
Rivera.
La defensa del maíz nativo es necesaria y urgente.
Según Ignacio Chapela, “ya es tarde”
pero “no
es imposible hablar de una recuperación aunque han pasado ya muchos años desde
que se inició la contaminación”. El científico hace hincapié en la
necesidad de preservar las formas originarias de cultivo y los saberes
ancestrales de los pueblos. “Si se promoviera la plantación de variedades
criollas y el cultivo en milpa, el cultivo campesino en sus diversas variedades,
podría empujar otra vez al material transgénico fuera de la ecología de
nuestros paisajes”. Hay esperanza.
2013
Año de resistencia contra el maíz transgénico y en defensa del maíz nativo de
Oaxaca y todo el territorio mexicano de la vida y autonomía de los pueblos del
maíz
Para más información respecto
a la Pre-audiencia y a la defensa del Maíz, puedes buscar en:
• El blog de la Pre-audiencia nacional “Contaminación Transgénica del Maíz Nativo”: http://maiznativodeoaxaca. wordpress.com/
• Facebook: Espacio Estatal del Maíz Nativo de Oaxaca
• Twitter: @MaizNativoOaxaca
• El blog de la Pre-audiencia nacional “Contaminación Transgénica del Maíz Nativo”: http://maiznativodeoaxaca.
• Facebook: Espacio Estatal del Maíz Nativo de Oaxaca
• Twitter: @MaizNativoOaxaca
Notas
[1] El sitio México
libre de transgénicos (mexicolibredetransgenicos.org )
refiere los siguientes estudios: “El polen del maíz Bt daña a las mariposas”,
“Se ha descubierto un gen viral oculto en cultivos GM”;
“El glifosato tiene efectos negativos sobre patógenos
potenciales y sobre la micorbiota beneficiosa para las aves in vitro”;
“Las plantas transgénicos Bt se descomponen menos en el
suelo que las no Bt. Se han encontrado toxinas de transgénicos en bebés aún
no nacidos”, “El maíz transgénico Bt resulta letal para larvas de
catarinas y otros insectos no blanco”; “La combinación del herbicida
Roundup y maíz tolerantes a glifosato desarrollan toxicidad por consumo a largo
plazo“; “Nuevos estudios se enfocan en
nuevos indicios de toxicidad por consumo de alimentos transgénicos en animales
y humanos. Dicha información debe de ser tomada en cuenta por las
autoridades correspondientes de dicho país”; “El glifosato tiene efectos teratogénicos y
genotóxicos”.
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