13 de mayo de 2013.- Cruzamos el país de una punta a otra, de una
frontera a otra, haciendo una parada en medio, en la frontera del Trópico de
Cáncer, donde por 2 días discutimos sobre la constructibilidad de los mundos
nuevos en el presente "venimos
regresando del futuro" se dice. Ayer cruzamos el Trópico de Cáncer
hacia el sur.
En el camino un convoy militar de 30
camiones. En las ciudades al norte vimos estas semanas diversos convoyes
militares y policíacos, los mismos convoyes que tienen repetidas acusaciones
por parte de la CNDH de desaparecer gente.
Llegando a la penúltima escala del
viaje vemos esos convoyes recorriendo la ciudad de Oaxaca. Esos convoyes se
quedaron acá tras la ilegal y cruenta represión de 2006 y 2007, luego se
quedaron para no irse, aumentando a partir de 2010.
En el norte y en el sur, esos convoyes
implican dos caras de una misma guerra insurgente contra la población. Que acá
empezó como una represión directa contra un masivo movimiento social cansado de
la ignominia hecha gobierno y al norte empezó simplemente como un achicamiento
contra quienes viven la vida: contra la población abierta. Esas dos caras se
pueden ver claramente a lo largo y ancho del país. En Chiapas, Guerrero o el
Sur de Veracruz como guerra contra los movimientos sociales, algunas veces
combinadas. En Chihuahua, Coahuila, Nuevo León o Tamaulipas como guerra abierta
contra la población.
A pesar de ser dos caras diferentes las
tácticas similares pueden identificarse en los dos lados: espionaje contra la
población, operativos conjuntos de diversos cuerpos, grupos paramilitares,
golpeadores, provocaciones, muertes, desapariciones, heridos, cerco
informativo, silenciamento, terror, etc.
Pero ante la guerra la gente no se amedrenta, se
reconoce, empieza a organizarse y sobre la acción a construir otra cosa, otro
presente, otro mañana, también a construir tejido social, comunidad. Ha sido
iluminador ver estas semanas esos esfuerzos organizativos en diversas partes
del país, donde gente de diversas generaciones, diversas extracciones sociales,
dice no al terror, dice sí a la construcción de otra cosa y empieza a hilar en
lo cotidiano, en la vida diaria, esa otra cosa. Lo mismo colectivos
estudiantiles, organizaciones barriales, que las organizaciones de familiares
de desaparecidos, bibliotecas populares, esfuerzos de educación popular, arte
de lucha, etc.
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