Estos días y estos años, en cada lugar del país que
visitamos donde se lucha, hay bibliotecas memorizadas y bibliotecas en papel,
unas y otras son usadas como herramientas de lucha y como trinchera de
construcción de mundo, de presente y futuro, de otros caminos, rebeldes y
antisistémicos. Libros y bibliotecas queridos, memorias entrañables, que dicen
y se leen con mucha curiosidad y emoción, miradas aguzadas, respiraciones
profundas y suspiros.
Antes los libros solo se contaban en
colectivo y se aprendían de memoria, y así se pasaban de generación en
generación. Vino un día en que los libros empezaron a escribirse, se inventó el
papel y la imprenta, y las voces de los abuelos y abuelas se empezaron a
guardar no sólo memorizadas en colectivo, sino también en bibliotecas. En los
libros vivos que se cuentan en colectivo sin estar escritos y en los libros
escritos que se guardan en bibliotecas y también se pueden leer en colectivo,
los abuelos y las abuelas han guardado las ideas y las historias de lucha y
resistencia, donde están latentes, listas para ser escuchadas, leídas,
desplegadas y reinventadas por dignidades que se insurreccionan ante la
indignidad hecha gobierno. Hoy muchos de esos libros en papel también van
siendo digitalizados para leerse de otras formas también en el ciberespacio.
Y se puede detener una o uno a escuchar
o leer largamente: Narraciones de la noche profunda de los tiempos, Memorias de
las comunidades, Historias de los pueblos y sus resistencias, Ideas de
liberación, Métodos de organización, Análisis del enemigo, Métodos de salud y
educación, Ciencia y Técnica, Arte de las resistencias, Poesía que sueña y
lucha, Narraciones para niños y niñas, sobre la Emancipación de las Mujeres,
los Pueblos Indígenas, la Descolonización, etc.
Es un honor conocer ésta o aquella
comunidad que conserva libros liberadores memorizados, y que a la menor
provocación empieza a contarlos y que en su práctica cotidiana hacen que esos
libros sigan vivos. A veces dan ganas de grabar todo y transcribirlo, pero hay
libros que así son y así se quedan, para irse pasando según la tradición:
contados y memorizados y recordados en el ejemplo de las ancestras y los
ancestros, las abuelas y los abuelos.
Es un honor también conocer bibliotecas
en papel, conservadas con mucho afán, cariño y paciencia, que son transferidas,
ordenadas y leídas de generación y generación. Abrir los libros y notar que han
sido leídos y hojeados por muchas manos y sueños. Muchas de esas bibliotecas
también se van desdoblando en el ciberespacio con una nueva vida en bits. Sobre la acción se convierten en
círculos de lectura y estudio, en propuestas de acción concreta y en imaginario
colectivo.
Esos libros y esas bibliotecas que
hablan de otros caminos, otras formas de hacer, de lo subversivo, de lo que no
se somete, de lo que se indigna, de lo que habla de la dignidad de cada persona
y dónde se cuenta cómo encontrar el fuego de rebelión y la magia creadora
adentro de cada persona.
Las bibliotecas de lucha, los libros
liberadores, incluidos los sin papel, también son Medios Libres.
Es curioso, pero el sistema que siembra
la contrainsurgencia en todo, también ha cultivado un pensamiento oposicionista
que dice que los libros y las bibliotecas, en papel y sin papel, son armas
opresoras y del sistema y que hay que abandonar los libros y las bibliotecas,
dejarlas de leer y pasar a otra cosa. Sin embargo hay quienes no olvidan, y con
un pensamiento independiente han crecido comunidades de lucha a lo largo y
ancho del país, donde los libros y las bibliotecas son herramientas y trincheras
de lucha, desde los cuales se piensa y se teoriza y se dan pasos adelante.
Donde también se van depositando nuevos libros memorizados y en papel, frutos
de la experiencia concreta, sistematizados por nuevas generaciones, con nuevas
propuestas para hacer, luchar y construir.
Esas bibliotecas y esos libros, en
papel y sin papel y en bits, son
complementados por editoriales independientes que producen nuevos libros y
revistas, por cuentacuentos, teatreras, escritores y poetas, por quienes
trabajan con la memoria histórica y por quienes hacen ronda de libros
colectivos sin papel en asambleas comunitarias.
Así en resumen y como conclusión suena que quienes
luchan debieran no sólo leer en colectivo y conservar libros y bibliotecas, y
digitalizarlas, sino también continuar las rondas de los libros que se dicen en
colectivo y que jamás se escriben ni se convierten en bits, porque basta con que sean escritos con el ejemplo diario, de
donde se recordarán y volverán a ser repetidos en asambleas futuras donde
volverán a la vida esos otros libros sin papel.
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