Marduk Chimalli Hernández Castro, la noche del 15 de marzo, cuando
caminaba por la calle de Heliópolis, de regreso a su casa, tras haber
acompañado a su hermana a la parada del camión, fue detenido, acusado de un robo que no cometió (un teléfono
celular y dos anillos con “chapa” de
oro). No hubo orden de aprehensión. Simplemente se le detiene porque su
vestimenta (pants azules) ‘coincide’
con la de quien cometió el robo.
Con la conciencia
tranquila, Marduk acepta ir con los policías a la delegación de la Procuraduría
de Justicia del DF en Azcapotzalco, confiando en que ahí se aclarará todo y
será puesto en libertad.
Pero resulta que al
presentarse sus padres y no prosperar la extorsión intentada por el agente del
ministerio público, quien les pide 20 mil pesos para “cambiar el acta”, es consignado y remitido al Reclusorio.
Su familia ahora constata
que, como en el caso de Marduk, hay muchísimos casos de “presuntos culpables”, presos sin haber cometido el delito que se
les imputa, sólo por el “error” de haber estado en el lugar y a la hora
equivocada. Así, sin que medie ninguna investigación, sin una orden de
aprehensión, sin la flagrancia que supondría una detención como la de Marduk,
los policías y los ministerios públicos detienen y consignan personas por
delitos no cometidos para cubrir una “cuota”
que les permitirá alcanzar el “bono de
productividad” previsto en la aplicación de la política de “cero tolerancia” que el sistema de ‘justicia’ mexicano, en proceso de ‘modernización’ adquirió de los métodos
de ‘combate a la delincuencia’
aplicados por Rudolph Giulianni en la ciudad de Nueva York, cuando fue alcalde
de ella. Estos métodos de ‘combate a la
delincuencia’ se aplican en la ciudad de México desde que Marcelo Ebrard
fue jefe de la seguridad pública en el DF, durante el período de López Obrador.
Y retamados y extendidos a nivel nacional durante la guerra anticrimen impuesta
por Calderón y que continúa cobrando víctimas con el actual gobierno federal,
encabezado por Salinas de Gortari, quien tras bambalinas, manipula a Enrique
Peña Nieto.
Ser joven, o ser pobre, o
la apariencia, la forma de vestir, ser ‘diferente’,
pueden ser suficientes ‘elementos’
para que los ‘representantes de la ley’
te detengan, te consignen, te acusen de delitos que no cometiste, y si no te
prestas a ‘comprar’ tu inocencia para
conservar tu libertad, te envían a prisión, truncando tus estudios, tu trabajo,
tus esperanzas de una vida digna.
Marduk es estudiante de dos
carreras: Comunicación
Visual en la Escuela Nacional de Artes Plásticas de la Universidad Nacional
Autónoma de México (UNAM), y de Comunicación y Cultura en la Universidad
Autónoma de la Ciudad de México (UACM), además es profesor de Tae Kwon-Do. Vive
con su familia en la colonia Clavería, Azcapotzalco. Tiene también una actitud
solidaria para con las luchas sociales que defienden la libertad, la justicia,
la dignidad, el bien común.
¿Quién que estudia dos carreras
universitarias y practica las artes marciales opuestas a la violencia y
respetuosas de la dignidad humana encaja en un perfil delincuencial?
En los dibujos y textos que Marduk nos envía
desde la cárcel vemos más de su pensamiento, de su sentido del humor, de sus
sentimientos…
Comentarios