Guatemala, un primer paso contra la impunidad. El poder empresarial y el gobierno insisten en que la sentencia no es definitiva
Olga Rodríguez
eldiario.es, 16-05-2013
Fuente
original:
Cuando hace unos días la jueza Yasmín Barrios
condenó a 80 años de cárcel al exdictador guatemalteco Ríos Montt por genocidio
y crímenes contra la humanidad, la sala estalló en cánticos. Víctimas,
supervivientes y defensores de los derechos humanos entonaron algunas estrofas
de este poema de Otto René Castillo:
“Aquí no lloró nadie.
Aquí solo
queremos ser humanos,
comer, reír,
enamorarse, vivir,
vivir la
vida y no morirla”.
La propia magistrada no pudo evitar las lágrimas. Lo que parecía imposible acababa de ocurrir, en un país caracterizado por la impunidad, donde 250.000 personas murieron, la mayoría indígenas y civiles, masacrados, y donde miles de mujeres fueron víctimas de violencia sexual. Según Naciones Unidas, el 93% de los crímenes fueron cometidos por militares y paramilitares.
“Las atrocidades incluyeron violaciones, desplazamientos forzosos,
asesinatos extrajudiciales”, destacó la jueza Yasmín
Barrios, que no pudo evitar una voz temblorosa ante el capítulo histórico del
que estaba formando parte. “La población
indígena maya ixil fue criminalizada. El solo hecho de pertenecer a este grupo
indígena era un crimen fatal”, sentenció.
“El Ejército violó de forma sistemática a las mujeres ixil, incluyendo a
mujeres embarazadas y a ancianas. Esto contribuyó a la destrucción social y étnica.
El trauma psicológico sufrido por los supervivientes ha causado un daño
intergeneracional. Los juzgadores hemos podido constatar que se produjo la
muerte sistemática de adultos, niños y ancianos de forma indiscriminada", afirmó la jueza Barrios en la lectura de la condena.
Y concluyó: “Sí hubo genocidio”.
Guatemala: courtroom
just after Ríos Montt genocide trial guilty verdict
[Vídeo: Reacción tras la lectura de la
sentencia. Gritos de "Sí hubo
genocidio" y canto de "Aquí
solo queremos ser humanos". Por Xeni Jardin]
Además, esta semana la magistrada ha anunciado que el
Estado deberá pedir perdón a las víctimas, a las mujeres violadas y
ha establecido que las fuerzas armadas deberán ser “educadas” para “nunca más”
cometer violaciones de los derechos humanos.
El genocidio de
Guatemala era hasta hace poco una desgarradora injusticia olvidada, y sigue
marcando el día a día del país, con una mayoría de la población discriminada,
sin acceso a cargos públicos, sin igualdad de oportunidades.
“Este juicio ha sido como ver caer el muro de Berlín”, ha dicho en una
acertada comparación, la periodista Xeni Jardin, que ha
seguido el juicio desde Guatemala.
Reacciones contra la sentencia
Pero tras la sentencia han surgido las previsibles
reacciones por parte de los poderes conservadores del país, y en concreto del
poder empresarial y el propio gobierno. La patronal guatemalteca ha pedido a la
Corte Constitucional que
anule la sentencia contra Ríos Montt y el presidente ha insistido en
que la condena no es definitiva.
Durante la celebración
de la sentencia el pasado viernes un
hombre se dedicó a filmar con una cámara a víctimas
supervivientes y defensores de los derechos humanos en una actitud que fue
definida por varias personas como “amenazante”.
En los días siguientes al fallo judicial han empezado a circular notas por
Internet, impulsadas por grupos opuestos a la sentencia, que tratan de estigmatizar a
reconocidos defensores de los derechos humanos, como la Premio Nobel de la Paz
Rigoberta Menchú.
Las asociaciones de
víctimas son conscientes de la presión existente para anular la sentencia en
defensa de la impunidad y recalcan por ello la importancia de la presión social
y mediática a favor de los derechos humanos.
El juicio que ha salpicado al
presidente actual de Guatemala
Las víctimas denuncian que hay otros responsables del
genocidio que siguen ocupando puestos de responsabilidad en el ejército o en el
gobierno actual. El propio presidente, Otto Pérez Molina, está
en el punto de mira. Durante el juicio ha habido entorpecimientos de
tipo procesal, presión política y de toda naturaleza, como han denunciado
diversas asociaciones de víctimas y defensoras
de derechos humanos.
De hecho, pocos días
antes de la sentencia contra el dictador Ríos Montt la Corte de Apelaciones
dictaminó la anulación del juicio.
Según el
periodista estadounidense Allan Nairn esa decisión de suspender el
proceso se tomó por presión directa del propio gobierno de Guatemala, para
evitar que se viera involucrado el presidente actual, Otto Pérez Molina, ex
general del ejército, graduado en la Escuela de las Américas, ex integrante de
las fuerzas especiales llamadas kaibiles -célebres por su brutalidad- y ex
director de inteligencia militar durante la dictadura.
El
video que el presidente de Guatemala Pérez Molina no quiere que usted vea
Vea la entrevista completa en la web de Democracy Now! en Español: http://ow.ly/kjHlQ
El periodista Allan
Nairn fue citado a declarar como testigo en el juicio, ya que en los años
ochenta entrevistó ante las cámaras en Guatemala al jefe de operaciones del
Ejército, el general “Tito”, que
posteriormente sería identificado como el propio Pérez Molina.
“La decisión de suspender el proceso fue técnicamente tomada
por un tribunal de apelaciones, pero detrás de ella se encuentra la
intervención secreta del actual presidente de Guatemala, como también las
amenazas de muerte contra jueces y fiscales hechas por asociados del ejército”, ha afirmado Nairn.
“En el
último momento se me impidió subir al estrado [como testigo para declarar] para
evitar una confrontación con el Ejecutivo. Se me dio a entender que lo que eso
significaba era que el general Otto Pérez Molina, el presidente de Guatemala,
cancelaría el juicio si yo subía al estrado, ya que mi testimonio podría
implicarlo a él”, ha relatado el periodista estadounidense.
“Existía también el temor, concretamente manifestado, de que
al tomar el estrado, y dada la naturaleza de mis pasados escritos y
declaraciones, yo implicara a la ‘institución armada’ y que eso podría desatar
la violencia”,
ha agregado.
En 1982 Allan Nairn
entrevistó, por ejemplo, a un soldado guatemalteco en una zona de
indígenas mayas Ixil. El soldado decía cosas como esta:
Soldado: “Así es como tenemos
éxito. Y también, si los hemos interrogado, lo único que podemos hacer es
matarlos”.
Pregunta de Nairn: “¿Y a cuántos has
matado?”
Soldado: “Matamos a la mayoría
(...) Si ellos no quieren hacer las cosas bien, no queda más remedio que
bombardear las casas, con granadas o bombas colectivas”
Pregunta: “¿Qué es una bomba
colectiva?”
Respuesta: "Son como
cañones".
Pregunta: “¿Cuál es la mayor
cantidad de personas que han muerto a la vez?”
Soldado: "Alrededor de 500
personas, en Sololá".
Nairn también entrevistó
en 1982 al general ‘Tito’, seúdonimo
del presidente actual, Pérez Molina. En la conversación Pérez Molina afirmaba
que “todas las familias [de la zona
indígena en la que se encontraba] están
con la guerilla”, lo que se interpreta como un intento de justificar la
matanza de indígenas.
Un testigo contra el presidente
Pérez Molina
Durante el juicio a Ríos Montt un testigo, el soldado Hugo
Ramiro Leonardo Reyes, afirmó que “los
militares y los soldados a las órdenes del Mayor Tito Arias, conocido como Otto
Pérez Molina, el general José Luis y los comandantes de las compañías de
ingenieros coordinaban la quema y saqueo de la gente para luego ejecutarlos”.
El presidente, Pérez
Molina, afirmó que lo sostenido por este testigo “son mentiras” y dijo que no se iba a prestar “a ese circo”. Pérez Molina sostuvo en su momento que no hubo
genocidio en Guatemala: “Aquí lo que hubo
fue un conflicto armado interno que la guerrilla llevó al interior del país y
quisieron involucrar a los mayas”.
Preguntado sobre el
genocidio justo tras la sentencia contra Ríos Montt en la cadena de televisión
CNN Español, dijo que prefería no opinar y quiso subrayar que la
sentencia judicial no es definitiva.
El papel de Estados Unidos
Estados Unidos apoyó a los militares guatemaltecos en la
dictadura de Ríos Montt, proporcionándoles apoyo militar, personal y mostrando
su respaldo público. Durante su mandato, el presidente Ronald Reagan calificó a
Ríos Montt como “un hombre completamente
dedicado a la democracia” y “de gran
integridad personal”.
Washington estuvo al
tanto de lo que ocurría en Guatemala y mantuvo
su apoyo a la dictadura y sus militares, que recibieron
asesoramiento de Israel y Argentina.
Diversas organizaciones
defensoras de los derechos humanos, como Human Rights Watch, han subrayado la
alianza de Estados Unidos con Ríos Montt, al que han calificado como un
dictador apoyado por Washington. Ahora, con su condena por genocidio y crímenes
contra la humanidad, Guatemala comienza a vislumbrar el fin de la impunidad.
"Sabemos que queda un largo camino y que nos pueden
poner obstáculos", destacaban algunas víctimas el pasado viernes. "Pero ha quedado clara la importancia
de la presión social, que hay que mantener", añadían, entre abrazos,
risas y lágrimas, envueltas por el célebre poema y cántico:
“Aquí
solo queremos ser humanos, comer, reír, enamorarse, vivir, vivir la
vida y no morirla”.
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