x CORREPI
Se sabe que detrás de la represión al Hospital Borda se agazapa un negocio
inmobiliario y que no es cierta en modo alguno la parodia de la ayuda al "vecino" de zona sur
La policía metropolitana
emergió, en la madrugada del viernes 26 de abril, alrededor de las 6 de la
mañana, para custodiar a trabajadores municipales que tenían la misión de
demoler el edificio en donde funcionaba el Taller
Protegido 19, donde los pacientes internados en el Hospital Borda realizaban actividades terapéuticas. Este lugar
venía siendo protegido por los trabajadores desde hace meses.
La demolición precedería a la
construcción de un Centro Cívico tan innecesario como insidioso en su función
de “poner en valor” una zona que los
cínicos gobernantes de la Ciudad nombran como olvidada o eufemismos emocionales
semejantes –el sur de Buenos Aires– como si ellos no tuviesen injerencia en las
desigualdades existentes. Se sabe que detrás de esto se agazapa un negocio
inmobiliario de Macri y que no es cierta en modo alguno la parodia inmunda de
la ayuda al “vecino” de zona sur,
negocios análogos –en su naturaleza y en su modo de defenderlo– a los que el
oficialismo nacional llevó y lleva adelante en Catamarca (con la gobernadora
Corpacci) y en La Rioja (con Beder Herrera). Se sabe, también, que la ideología
que profesa el macrismo desprecia a aquellos “elementos sociales” (seres humanos, si traducimos) que sobran o
combaten al sistema. Para ellos, los locos pobres, en esta lógica, conforman un
grupo a eliminar si es necesario, más allá de cualquier resolución judicial y
de todos los requerimientos formales propios de los procesos democráticos para
desarrollar un operativo como el realizado.
La represión desatada por los
efectivos de la Metropolitana (en un hospital neuropsiquiátrico, adonde no
llegó la represión siquiera en tiempos de Videla) apuntó a los trabajadores,
que fueron golpeados a mansalva y ocho de ellos fueron detenidos por defender
el derecho a la salud pública. Los medios, escandalizados al haber sido sus
trabajadores también víctimas de la represión, se dignaron transmitir y
difundir crudamente las imágenes que mostraban cómo la policía descargaba toda
su violencia contra quienes no se resignan a perder un derecho tan básico como
la salud pública y gratuita.
A pesar de la represión,
cientos de compañeros ocuparon el predio durante más de diez horas enfrentando
la ocupación policial, enfrentado la represión y luego peleando frente a la
comisaría por la liberación de todos los detenidos, que fueron arrojados en
buzones similares a los que se ven en las prisiones de máxima seguridad estadounidenses.
El accionar de la
Metropolitana puso de manifiesto, en primer lugar y una vez más, la respuesta
del estado ante la oposición a sus designios espurios y clasistas, ante
cualquier lucha o reclamo que entorpezca su desarrollo. CORREPI no considera que esto sea una excepción a la regla que el
estado, en todos sus niveles, determina frente a quienes considera sus
enemigos, aunque esta represión en particular ha demostrado, por otra parte,
los extremos a los que la derecha política puede llegar, o amenazar con llegar,
frente a cualquier resistencia.
La policía Metropolitana
representa, desde su propia fundación, un caso único en el mundo si se atiende
a que su plana mayor –con el Fino Palacios, Chamorro y Ciro James a la cabeza–
debió renunciar en un tiempo récord debido a las imputaciones de espionaje a
referentes de movimientos sociales. Este cuerpo, creado bajo el cómico concepto
de una fuerza preventiva y de proximidad, repleta en sus filas de militares,
gendarmes, policías provinciales y federales, cuestionados precisamente por su
corrupción y ferocidad, atacó a los manifestantes con la alevosía y el
autoritarismo genéticos de cualquier fuerza de seguridad –aquí no hubo un abuso
de autoridad, la autoridad policial en sí es un abuso– y con maneras peculiarmente
encarnizadas, con gestos propios de un Grupo de Tareas, sin nombre ni cargo en
su vestimenta de ciencia-ficción norteamericana, con armas que apuntaron
siempre por sobre la cintura de un ser humano promedio, con la furia que los
cobardes saben mostrar cuando superan en número y armamento al otro. Nada muy
diferente a los ocurrido en el Parque Indoamericano, en conjunto con la policía
federal, o el 12 de marzo en la Sala Alberdi, con decenas de lesionados y tres
periodistas de medios alternativos heridos con balas de plomo.
La lucha popular, una vez más,
muestra las fisuras de un sistema malvado: fue la lucha de diferentes sectores
lo que protegió durante años la función del Taller
19 y también fue la resistencia popular lo que en definitiva pone en cuestión
el ilegítimo y perverso accionar del gobierno de la Ciudad y su brazo armado.
En este punto, CORREPI desaprueba
los dichos de medios de comunicación y los legisladores de la ciudad que
señalan la presencia de “profesionales, legisladores, periodistas” en la
manifestación, como si el hecho de que los manifestantes fueran únicamente
luchadores sociales o gremialistas pudiera ayudar a comprender mejor el grado
de represión.
La indignante respuesta del
PRO, en su conjunto, a los sucesos, no sólo justificó el proceder de su policía
–y por tanto, de ellos mismos– sino que “abrazó”
a sus efectivos heridos en un melodrama que enmascara –apenas- la arenga
represiva, aludiendo a falacias como la supuesta categoría de “trabajadores” de los policías. Cuando
asistimos a situaciones como éstas, solemos considerar el procedimiento
desplegado como propio de un “accionar
fascista”. Sin embargo, es imprescindible que entendamos y denunciemos su
política como tal y no al hecho en sí. La rabia no es pasajera, ese perro vive
rabioso.
Y en esa tónica, utilizaron
sus voceros las estadísticas de CORREPI
para jugar su impúdica lucha política con el gobierno nacional, lucha que es
indiferente y ajena a CORREPI, por
ser una disputa intestina de la burguesía que apunta a la alternancia de
poderes en un estado al que consideramos un instrumento de opresión de la clase
dominante hacia los trabajadores y el pueblo.
CORREPI
repudia el oportunismo
del macrismo al usar datos de nuestro
Archivo de Casos para hacer su política, estadísticas que, por cierto,
estuvieron mal citadas, considerando que tres de los muertos en la represión a
la protesta del período de gobierno kirchnerista,
también son de Macri (Parque Indoamericano), y sin olvidar los varios casos de
gatillo fácil metropolitano desde que la fuerza existe (Rodrigo Romero, Kevin
Marchioni, Matías Guerra y otros).
CORREPI no provincializa ni
nacionaliza la represión según las conveniencias de quien las quiera utilizar.
Si bien las estadísticas están compuestas por números y porcentajes, también
portan el espíritu de quien las realiza. CORREPI
no es un organismo oficial -nada más lejos– y tampoco es una palabra “neutra”, por eso no acepta ser
utilizada por ninguna fuerza política para defender sus intereses. CORREPI no “juega” para nadie y se rehúsa a ser funcional a cualquiera de los
bandos que se disputan el poder del estado burgués, especialmente cuando la
manipulación apunta a que los sectores más claramente de derecha se
auto-sindiquen como “menos represores” que el sector rival.
En el mismo sentido, debemos
también remarcar el oportunismo del gobierno nacional, que, ante el salvajismo
ostentado por el PRO, reafirma su discurso basado en los derechos humanos, sin
responsabilizarse de los muertos, heridos y represaliados que carga en su
período “dorado” desde 2003:
persecución judicial de referentes sociales con más de 4.000 compañeros
criminalizados; represión contra obreros y manifestaciones sociales (Zanón, la
protesta por la tortura y asesinato de Cristian Ibáñez en Jujuy, los Qom, los
docentes de ADOSAC con justificación de Filmus incluida, entre muchísimos
otros); tercerización de la represión mediante las patotas (no hace falta dar
ejemplos ¿verdad?); militarización territorial; uso cotidiano del gatillo fácil
y la tortura en cárceles y comisarías (es interminable la lista que podríamos
citar en este punto).
CORREPI rechaza, de este modo, también la posición oficial del
gobierno nacional, que se adjudica banderas que no son las suyas a un nivel
meramente discursivo, mientras emplea todos los modos repasados de represión de
cualquier disidencia. Prueba fresca de esto son los dichos virtuales de
Cristina Fernández, quien dijo textualmente, aunque suene increíble a nuestros
oídos: “Le sigo explicando. No queremos
reprimir. Preferimos pagar todos los costos. Es la política que llevamos
adelante estos 10 años”.
Insistimos: CORREPI no acepta ser funcional a
ningún partido ni fuerza política burguesa. Y eso es posible porque no le debe
favores a ningún poderoso y porque el único compromiso que sostiene es con las
masas de oprimidos y desangelados de este sistema que siguen siendo asesinados,
torturados y reprimidos por los verdugos azules (y de otros colores) del estado
burgués, mucho más allá de los gobernantes de turno.
Fueron los trabajadores
quienes defendieron hasta las últimas consecuencias los talleres y fue la lucha
popular la que enfrentó a la represión con absoluto coraje. Fue el pueblo
organizado el que auxilió a los heridos y arrancó de la comisaría a los presos.
Las internas que hoy se juegan
entre el macrismo y el kirchnerismo, tirándose represaliados y
muertos por la cabeza, sólo muestra lo poco que les importa la vida del pueblo
que trabaja y lucha por vivir dignamente.
No esperamos nada de ninguno
de estos sectores ni de los que comparten proyectos similares de cómo
administrar este estado represor.
Por eso repetiremos siempre,
en las calles, que el camino es la organización y la lucha, y así enfrentaremos
la represión para avanzar en nuestras conquistas.
Comentarios