Todos contra los maestros: México vive un “antisemitismo” contra los maestros. La burguesía mexicana, feliz.
Rebelión, 09-04-2013
México es el país más desigual
de la OCDE. ¿Cómo llegamos a esto? Por supuesto, esta tendencia se aceleró con
la metamorfosis del nacionalismo revolucionario del PRI en neoliberalismo
radical. Empezó con Miguel de la Madrid y arrasó con Carlos Salinas. Como
efecto, hoy nuestro país tiene al magnate más rico del mundo, Carlos Slim, mientras
el salario real no ha dejado de caer desde entonces, junto con los derechos
laborales. ¿Exagero? Vivimos en el reino de los contratos por honorarios y el
acceso a prestaciones como préstamo para vivienda o seguro social se perciben
como privilegios.
En un contexto de deterioro de las condiciones
de vida para la mayoría de la población, alguien debe ser responsable, o mejor aún, culpable.
Desde la crisis financiera global de 2008, el mundo occidental ha estado en
búsqueda del causante de los males.
En Europa, las élites lo han encontrado en los inmigrantes. El ascenso de
partidos fascistas entre los que destacan “Nuevo
Amanecer”, de Grecia, se explican así. “Son
los migrantes árabes/africanos los que nos vienen a robar los empleos a
nosotros, los buenos europeos”. Tiempo atrás, los culpables eran los
judíos. Alguien debe pagar.
En México, los
maestros son los causantes de que el país no avance. Una y otra vez
Televisa y TV Azteca, los políticos y los intelectuales señalan que el problema
del país “se resuelve con educación”.
En su forma actual esta afirmación pertenece a “la cultura del emprendedor”. El mensaje ideológico es este: si todos aprendiéramos a ser emprendedores,
todos podríamos ser como Carlos Slim, y nadie sería pobre. Estúpida como
suena, esa es la ideología dominante en el capitalismo mexicano.
Es tan dominante, que la reciente Reforma Educativa impulsada por Peña
Nieto con apoyo del PAN y el PRD ha provocado aplausos de todos lados. Hoy
todos son peñanietistas. Se confunde a la recién encarcelada Elba Esther
Gordillo con todos los maestros. Y la CNTE, que siempre se opuso a ese
sindicalismo, es vista como la organización de una horda de salvajes que hay que azotar –con el debido respeto a sus
derechos humanos, claro está.
Según la UNICEF, 5 de cada 10 niños y
adolescentes mexicanos se encuentran en situación de pobreza. Como dije a una
persona con la que polemicé en un foro electrónico: “váyase a dar clases a alguna zona marginal y lo reto a que sus alumnos
desnutridos pasen las pruebas PISA”. Por supuesto, debatir desde este nivel
implica confrontarse con el problema de la élite que enriquece ricos y
empobrece pobres.
En contraste, el linchamiento social es contra
un sector de trabajadores mal pagados mientras la palabra “burguesía” sigue desterrada del vocabulario nacional. El empresario es bueno; el trabajador, malo.
Algo anda mal. Este bullying nacional contra los maestros ha alcanzado
incluso a las “ciencias” sociales.
La imagen que domina es la del profesor malvado: “si un maestro abusa de un alumno, ¿a quién acude el padre de familia?
Al director de la escuela. Pero ¿en dónde están las lealtades de este último?
No en la escuela y sus alumnos sino en la organización gremial”. Este es un
ejemplo del experto en educación Gilberto Guevara sintetizado por Francisco
Valdés, director de FLACSO-México. ¿Ciencia Social? No. Ideología pura.
El maestro es visto como abusador de sus alumnos en vez de uno que tiene que ejercer la
docencia en condiciones de exclusión. Y es en este nivel donde se ganan o
pierden las batallas ideológicas. El magisterio democrático y sus aliados
tienen mucho que remontar para ganar si quieren escapar a un destino de
exterminio como pasó con el SME.
En lo inmediato hay dos temas que atender: la evaluación y la autonomía de gestión.
Primero. ¿Debe el magisterio
democrático oponerse a la evaluación? No, sería suicida e imposible de
defender. Se trata, entonces, de proponer un modelo alternativo de evaluación. Para el experto en educación
Reijo Laukannen, elegir a los profesores mediante un examen estandarizado “es nefasto”, y defiende que sean los
padres de familia, mediante entrevistas, quienes elijan a los docentes.
Laukkannen ha sido miembro del Consejo Nacional de Educación de Finlandia, país
con los mejores resultados educativos en las evaluaciones internacionales. El
diario El País le preguntó “¿Qué
pasaría si hicieran pruebas como las que se hacen en España para medir la
capacidad de los candidatos?”. A lo que el finlandés respondió: “Sería impensable. Se confía ya en su
capacidad. Lo que pasaría es que los profesores perderían la confianza del
Gobierno y la sociedad en los profesores. Eso sería nefasto para el país, pero
es impensable”.
La objeción natural a este argumento es que lo
que funciona en Finlandia no necesariamente tendría que funcionar en México. La
respuesta es obvia: tampoco debe funcionar en nuestro país lo que no funciona
en España. Como sea, el involucramiento de los padres de familia en el proceso
pedagógico es democrático, la reforma actual no.
Segundo. ¿Hay intento de
privatización y atentado contra la gratuidad? Sí, pero de forma larvaria, de momento
tímida. ¿Dónde está? En las Reglas de
Operación del Programa Escuelas de Calidad publicadas en el Diario Oficial
de la Federación en febrero. Ahí se busca, con la autonomía de gestión, estimular la participación de “Organismos de la Sociedad Civil”, pero
en México, donde cualquier organización gremial es mal vista y la COPARMEX es
el niño bueno, esto tiene por efecto
ir abriendo la puerta a los empresarios en la educación pública. Hoy como ‘corresponsables’, ¿mañana cómo?
Además, en este país tan desigual, el
intercambio de una política universal por una donde cada escuela se vaya rascando con sus propias uñas, agudizará la
segregación escolar. Esta última, llevará a que los “Organismos de la Sociedad Civil” -que en México esto casi equivale
al Slim filántropo y sus amigos- se
presenten como posibles salvadores.
En otras palabras, en vez de garantizar la responsabilidad estatal en la
educación pública, se abre la puerta para que esta pase a un segundo plano como
un “actor más”. Inadmisible.
Una conclusión es crucial: no basta con oponerse
lisa y llanamente a la Reforma Educativa. Deben sugerir alternativas en los
puntos donde el poder los tiene arrinconados. Es erróneo oponerse a la
evaluación del docente como principio
absoluto. Tampoco servirán palabras como “privatización” si no se demuestra dónde está o dónde podría
incubarse. Futuras protestas magisteriales deberán tomar esto en cuenta para
explicar a la población sus acciones, empezando por los padres de familia.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor
mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para
publicarlo en otras fuentes
Comentarios