Rebelión,
14-04-2013
La situación de crisis por la que atraviesa la
península de Corea parece no terminar. Más allá de la retórica que ha
acompañado las declaraciones de cada parte dentro del marco de la determinación
de la República Popular Democrática de Corea de mantener adelante su programa
para el desarrollo de armamento nuclear y las pruebas de sus sistemas de
misiles de corto, mediano y largo alcance, en esta ocasión comienzan a
perfilarse otros elementos más preocupantes con relación a lo que puede ser el
desenlace de esta crisis.
De todas las
declaraciones hechas por la República Popular Democrática de Corea, a nuestro
juicio, las dos más preocupantes son, en primer lugar, su advertencia al
personal diplomático acreditado de que evacúen su país ya que a partir del día
10 de abril, no podría garantizarse la seguridad de dichos diplomáticos.
Recordemos que en la RPDC las delegaciones diplomáticas existentes si bien
excluyen la estadounidense, de otro lado sí incluyen otros países para los
cuales dicho país no es el “eje del mal”
que se pretende proyectar. En su declaración los portavoces norcoreanos han
afirmado que “la pregunta no es si va a
estallar una guerra en la península coreana, sino cuándo va a estallar ante
esta creciente amenaza de Estados Unidos”.
La
advertencia al personal diplomático conlleva algún sentido de urgencia, por lo
que el “cuándo” al que hace
referencia la expresión no debe tomarse livianamente. Claro está, en el “cuándo” puede estar presente la
percepción de este país de que exista el potencial de ser agredido por quien
precisamente ha dirigido agresiones, participa del desarrollo de las mismas o
amenaza con llevarlas a cabo al presente, como son los casos de Libia, Siria o
la República Islámica de Irán. Después de todo, la amenaza a la cual se refiere
la RPDC en sus denuncias es al conjunto de medidas que ha venido tomando
Estados Unidos y sus aliados a lo largo de varias décadas y que en meses
recientes se han incrementado a niveles intolerables para dicho país.
Una segunda
medida ha sido la tomada por la RPDC en los pasados día relacionada al cierre
del complejo industrial de Kaesong, ubicado a 10 kilómetros del Paralelo 38
dentro del territorio de la RPDC, construido con capital proveniente de al
menos 13 industrias de la República de Corea, donde trabajan 53 mil
norcoreanos, así como cientos de técnicos surcoreanos. La interrupción de la
producción en este complejo industrial, que hoy se indica puede ser con
carácter permanente, puede acarrear consecuencias a mediano y largo plazo, aún
en un escenario bajo el cual la distensión sea el curso que tome la presente
crisis, en lo concerniente a los esfuerzos por la reunificación del país que
tanto sectores en el sur como en el norte han promovido en los pasados años.
Mientras los
medios de comunicación masiva que circulan en Puerto Rico presentan al
presidente de la RPDC como un “loco”
que puede llevar a la Humanidad a un conflicto nuclear sin precedente, se nos
oculta la información que describe el rol que a su vez ha jugado Estados Unidos
en esta escalada. Por eso, antes de llamar “loco”
al dirigente norcoreano, es necesario conocer los puntos de vista de ambas
partes en el conflicto para luego de hacerlo ponderar dónde está o ha estado la
locura.
Un artículo
escrito por Ernesto Guevara en 1960, cuando apenas habían transcurrido siete
años desde el final del armisticio, describe la situación de la RPDC, de la siguiente manera:
“Corea del Norte salió de la guerra sin una industria en pie, sin una
casa en pie, hasta sin animales. En una época en que la superioridad aérea de
los norteamericanos era tan grande, y ya no tenía qué cosa destruir, los
aviadores se divertían matando bueyes, matando lo que encontraban. Era, pues,
una verdadera orgía de muerte lo que se cernió sobre Corea del Norte durante
dos años solamente. En el tercer año aparecieron los Mig–15 y la cosa cambió.
Pero esos dos años de guerra significaron, quizás, la destrucción sistemática
más bárbara que se ha hecho”.
El Armisticio, acordado el 27 de julio de 1953, produjo un cese en las
hostilidades pero no significó el fin de la guerra. La experiencia que
significó la guerra, donde millones de coreanos perdieron sus vidas, ha forjado
particularmente en el pueblo norcoreano una psiquis de guerra y la percepción
de pueblo asediado. Por eso para los ciudadanos de la RPDC, la guerra no ha
concluido; la guerra es una posibilidad cercana dado que en todo momento se
vive bajo la percepción de que en cualquier momento las hostilidades pueden
reanudarse. El elemento disuasivo al cual ha recurrido la RPDC para impedir un
nuevo conflicto, a juicio de sus dirigentes, está en fortalecer su capacidad
militar cueste lo que cueste.
Quien primero han recurrido a la amenaza nuclear en Corea ha sido
Estados Unidos. Durante los años que siguieron al conflicto, cuando nadie podía
imaginar que algún día la RPDC pudiera desarrollar su capacidad nuclear,
algunos analistas estadounidenses argumentaron que la razón por la cual la
guerra terminó en un armisticio y no en una contundente victoria militar para
Estados Unidos, estuvo basada en que no se utilizara el armamento nuclear que
su país poseía. Fue precisamente el general Douglas MacArthur, quien fuera el
comandante militar supremo de Estados Unidos en el Pacífico durante la Segunda
Guerra Mundial y a quien se le delegó inicialmente el comando principal de las
tropas estadounidenses al comienzo del conflicto en Corea, uno de los
principales defensores de esta opción militar. De hecho, en aquel momento, la
estrategia de MacArthur incluía, además, continuar el esfuerzo militar
avanzando sobre la recién fundada en 1949 República Popular China.
Más adelante, concluido el conflicto armado, según voceros de la RPDC,
al menos desde julio de 1957, dentro del marco de las maniobras “Focus Lens” y “Focus Retina”, Estados Unidos ha reconocido su capacidad para el
uso de armamento nuclear en la península como parte de los ejercicios militares
que anualmente desarrolla con la República de Corea y sus aliados. Entonces, la
RPDC tampoco contaba con capacidad nuclear. Durante las décadas de 1970 y 1980
se efectuaron los ejercicios de desarrollo de guerra nuclear “Team Spirit” con la participación de
aviación estratégica, submarinos nucleares, agrupaciones de combate navales
donde han participado varios portaviones. En la década de 1990 se desarrollaron
otros ejercicios de guerra nuclear denominados OPLAN 5026 y OPLAN 5027. Durante
el año 2002 Estados Unidos produjo un informe sobre “revisión del estado nuclear”, y en 2005 y 2008, desarrolló otros
ejercicios relacionados con el desarrollo de una guerra nuclear en el área.
Vale destacar que no fue sino hasta el año 2006 que la RPDC probó su primera
arma nuclear. En el año 2009 probó su segunda bomba nuclear y en 2013 efectuó
su tercera prueba.
Durante los recientes ejercicios desarrollados por Estados Unidos con
las fuerzas militares de la República de Corea, se han utilizado aviones
Stealht B–2A, que es un avión bombardero no detectable a los sistemas de
rastreo, que desde bases localizadas en Estados Unidos han volado hasta la
península de Corea para sus ejercicios de guerra y regresado a Estados Unidos
luego de efectuar un ensayo de lanzamiento de bombas atómicas. Como puede
verse, lo que se nos presenta como una reacción aparentemente ofensiva de la
RPDC, si la valoramos a la luz de estos elementos, es realmente una de carácter
defensiva. Deberíamos preguntarnos qué haría Estados Unidos si algún país junto
con sus aliados se planteara desarrollar ensayos de ejercicios militares que
incluyen la guerra nuclear en el mar cercano a sus costas, para luego definir
qué es una medida ofensiva y qué es una medida defensiva.
Los últimos desarrollos en este conflicto si bien desde un punto de
vista racional, no deberían llevar a un enfrentamiento irreversible entre las
partes, el problema es que en materia de conflictos militares, la historia está
llena de ejemplos donde la irracionalidad y no la racionalidad, es la que ha
jugado el rol determinante al estallar una guerra. Un error humano, una
valoración equivocada de la realidad por parte de un responsable militar, e
incluso, un acto marginal pero intencionalmente motivado, puede encender la
chispa que lleve a un incendio en la región con repercusiones impredecibles
para la Humanidad.
Quizás por eso, con su acostumbrada sabiduría, Fidel Castro ha indicado
que si en Corea estallara una nueva guerra, “los
pueblos de ambas partes de la Península serán terriblemente sacrificados, sin
beneficio para ninguno de ellos”. En el caso de Estados Unidos, también
indica Fidel, en la eventualidad de una guerra, “el gobierno de Barack Obama en su segundo mandato quedaría sepultado
por un diluvio de imágenes que lo presentarían como el más siniestro personaje
en la historia de Estados Unidos”. Por eso recalca, dirigiéndose directamente
al Presidente Obama, “el deber de
evitarlos es también suyo y del pueblo de Estados Unidos”.
Kim Jong–un por medio de sus declaraciones ha adelantado la existencia
de un virtual estado de guerra entre la RPDC y Estados Unidos junto a sus
aliados en la región. Dentro de los preparativos militares desarrollados por la
RPDC se encuentra la activación de sus fuerzas armadas en estado de preparación
inmediata para un enfrentamiento de grandes proporciones, que incluye el uso
del potencial nuclear de su país y el uso de misiles de largo alcance con
armamento nuclear y convencional dirigidos a Corea de Sur, Japón, Guam y
algunos estados de Estados Unidos. De parte de Estados Unidos, además de
reforzar su poder naval y aéreo en Corea del Sur y el Mar Amarillo, se
encuentra la colocación de importantes y desarrollados sistemas anti misiles
localizados en Japón, Guam; así como el desplazamiento de buques de guerra con
armamento anti misiles en las áreas hacia donde la RPDC podría dirigir sus
ataques.
Aunque Estados Unidos procura dar la impresión de no temer a un ataque
contra su territorio; lo cierto es que de manera discreta ha colocado sus
recursos militares en aquellos lugares donde los sistemas de misiles
norcoreanos tienen la capacidad de impactar, en una especie de alerta militar
nuclear. Igualmente, las Fuerzas de Defensa de Japón están en estado de alerta,
colocando sistemas de defensa anti misiles en las cercanías de los centros de
mando militares, base militares en el país y las instancias principales del
gobierno.
Estos días que vivimos son de cardinal importancia en el giro futuro que
tome este conflicto. Mañana es el 101 Aniversario del natalicio de Kim Il Sung,
fundador de la República Popular Democrática de Corea y líder que dirigió la
lucha de resistencia anti japonesa en ese país durante la Segunda Guerra
Mundial y bajo cuya iniciativa y dirección de condujera el esfuerzo de
unificación de la Península que culminó en la guerra de 1950–53. Kim Il Sung es
el abuelo de Kim Jong–un, actual dirigente del país. Ese día o alrededor de la
fecha de su natalicio, la RPDC pudiera estar desarrollando ejercicios de prueba
de misiles de mayor alcance, mientras de paso, dar inicio al comienzo a otro
tipo de iniciativas vinculadas al desarrollo de su programa nuclear.
Si bien Occidente conoce el desarrollo de la industria de la RPDC en la
construcción de misiles con alcance de mil, dos mil quinientos, cuatro mil y
seis mil kilómetros de distancia, nadie sabe con certeza qué otro tipo de
armamento o cuál pueda ser la capacidad tecnológica disponible de la RPDC en su
arsenal. Aún con la capacidad de interceptación de los sistemas anti misiles
estadounidenses, nada garantiza que en una situación de guerra total en la
región, países aliados de Estados Unidos como Japón, o instalaciones militares
como las existentes en Guam y otras partes en la región inmediata a la
Península, no sean impactadas.
El escrito del Che de 1960 al que hiciéramos referencia previamente
indica que una de las cosas que más le impresionó “es el espíritu de ese pueblo”.
La experiencia de quienes han leído o estudiado el desarrollo de la guerra
librada durante los años de resistencia a la ocupación japonesa; y más adelante
en la guerra librada contra Estados Unidos; unido a su perseverancia en el
proceso de reconstrucción del país hasta lo que es hoy la RPDC, dice mucho
sobre las dificultades que una intervención militar a librarse sobre suelo
coreano conllevaría para quienes se propongan hacerlo, ya sea desde el aire o
el mar o sencillamente colocando una bota en el terreno.
Rebelión ha publicado este
artículo con el permiso del autor mediante una licencia de
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