Adazahira Chávez
Fotografías: Espoir Chiapas
Miércoles, 15 Abril 2013
Con todo y
los mecanismos implementados por el gobierno después de las amenazas de muerte
contra el albergue La 72, el crimen organizado llega a sus puertas, mientras el
Estado emprende una verdadera guerra contra los migrantes.
México. “A mí me mandan señales, pero a los migrantes que vienen caminando, que
cruzan la frontera, que se suben al tren, a ellos sí los están matando”,
señala Fray Tomás González al referirse a la presencia, en los alrededores del
albergue de migrantes que dirige, de un integrante del crimen organizado que lo
tiene amenazado de muerte y que apenas tres semanas antes había sido detenido.
El religioso, que encabeza el Albergue para Migrantes La 72, no minimiza el riesgo, pero se
preocupa por quienes considera que están más desprotegidos ante la estrategia “diabólica” del Estado y del crimen
organizado. Los ataques contra él y sus colaboradores se suman a la ola que
también tocó, a principios de 2013, a la Casa del Migrante de Saltillo,
Coahuila.
El criminal en cuestión, conocido como “La Shakira”, paseó por los alrededores del albergue el 6 de abril
y hasta se dio el lujo de platicar con los policías que resguardan a La 72 de las amenazas suyas y de sus
cómplices, denunciados penalmente por los migrantes por extorsión y amenazas, y
liberados por las autoridades.
En entrevista telefónica con Desinformémonos,
el religioso señala que pese al clima de tensión, el albergue sigue trabajando.
“Nos acaban de llegar ocho personas que
fueron asaltadas ahí, pasando el retén de la policía”, señala indignado.
Consciente de que la labor de auxilio a los migrantes entorpece las
ganancias del crimen organizado y de las autoridades cómplices, señala que la
única solución que hay es la unión: “No
podemos aislar las luchas de los pueblos originarios, de los maestros, de las
mujeres, de los homosexuales y lesbianas, de los migrantes. Tenemos que hacer
algo”.
Albergues, oasis en el desierto
Los albergues para migrantes
son oasis donde no solamente se les proporciona comida, bebida y un lugar para
descansar. Quienes ahí sirven asumen también la defensa de la dignidad de los
migrantes, y el visitante que sale de ahí “debe
salir con otra identidad, no con la vista hacia abajo, no dejándose humillar
por los cuerpos policiacos, no pensando que es un delincuente por no traer
papeles”, señala Fray Tomás. “Junto
con ellos queremos revertir esta historia”.
Tanto La 72 como otros centros
de defensa de migrantes realizan cada Semana Santa el Viacrucis del Migrante, una escenificación de la pasión de Cristo
donde se convoca a los habitantes de los pueblos a que escuchen el testimonio
de los migrantes y se habla de cómo defender sus derechos en el largo camino
que les espera.
Con su labor, los intereses que tocan los defensores de los migrantes
son muy fuertes, señala el religioso. Dos datos dan pistas de la dimensión del
negocio: el primero es que por cada migrante secuestrado, los criminales exigen
entre cinco y siete mil dólares, y la Comisión Nacional de los Derechos Humanos
reportó 20 mil casos en 2010; el segundo es que subir al tren conocido como La
Bestia tiene como cuota cien dólares por persona en cada estación -tema que La 72 denuncia desde noviembre de 2012.
Con esto “imagínate las ganancias del
crimen organizado y las autoridades asociadas con ellos”, advierte.
Las ganancias económicas no son la única motivación detrás de los
ataques a los migrantes y las amenazas a sus defensores. “Es una estrategia diabólica del Estado Mexicano” para inhibir la
migración del sur del continente americano, resume Fray Tomás. Eso no es una
política migratoria, señala, sino una guerra abierta contra los migrantes con
el uso de paramilitares arriba del tren.
Estas personas armadas, que en principio eran mexicanos, ahora se
internacionalizan porque “juegan con la
pobreza y el hambre que padecen los migrantes en el camino”, denuncia el
sacerdote. “Les ofrecen, por decir, 500
pesos por espiar al albergue. Así empiezan a cooptar a la gente y acaban como
sicarios. Están lucrando con la pobreza de la gente y eso es algo vergonzoso,
tremendo y diabólico”, sentencia.
Las amenazas
Fray Tomás González está al
frente de La 72, albergue temporal
para migrantes ubicado en Tenosique, Tabasco, desde su creación en abril de
2011. El sitio tomó su nombre en recuerdo del igual número de migrantes
asesinados por el crimen organizado en agosto de 2010 en Tamaulipas. La 72, con tan sólo dos años de
existencia, ya se hizo acreedora a medidas cautelares debido a las cinco
agresiones de las que han sido objeto en tan sólo cuatro meses.
El 17 de marzo, las amenazas llegaron a su clímax y fueron directamente
contra la persona de Fray Tomás y de quienes denunciaron penalmente a los
extorsionadores. Los integrantes de La 72
dieron parte a las autoridades y fueron capturadas tres personas –que no son
los peces gordos, precisa el sacerdote-. Sin embargo, unos días después las
autoridades liberaron y deportaron a los acusados (un salvadoreño y dos
hondureños), a quienes los migrantes identifican como sus extorsionadores. Para
el 6 de abril, “La Shakira” se
encontraba ya rondando el exterior del albergue y platicando con los policías
que supuestamente resguardan el lugar.
El sentimiento que priva en el albergue ante esa “vergonzosa procuración de justicia” es de rabia e indignación,
señala Fray Tomás. “El Ministerio Público
no integró adecuadamente la averiguación previa, el juez los dejó libres sin
consultar bien la consignación del MP y el Instituto Nacional de Migración los
deportó sin avisarnos”, informa. El autor de las amenazas es parte de una
banda internacional del crimen organizado “y
regresan a México cuando se les antoja”.
El mensaje que interpretan desde La
72 es: “Nosotros podemos más que
ustedes, nos pasamos por el arco del triunfo sus denuncias y sus
movilizaciones; aquí volvemos a estar y viene algo más duro”, declara Fray
Tomás.
Las patrullas municipales y federales rondan el albergue; estos últimos
a veces los acompañan a sus actividades, pero en La 72 no les tienen confianza: “Esos
2 mil que reprimieron en Guerrero a los maestros son los que nos cuidan a
nosotros, y en el minuto en que se les antoje a las autoridades nos reprimirán
a nosotros”, dice el religioso a manera de ejemplo.
Fray Tomás decidió no aceptar la escolta personal que se les ofreció
porque “no se trata de ayudar a uno. Las
rutas migratorias siguen desprotegidas; a mí me amenazan, pero a los migrantes
los matan”.
En los días posteriores a la amenaza del 17 de marzo, organizaciones de
defensa de los migrantes señalaron en comunicado que “las acciones emprendidas por los tres órdenes de gobierno siguen
siendo sumamente ineficaces, fundamentalmente porque no se enfocan a atender
las causas que originan esta situación de inseguridad”.
¿Quién defiende a los defensores?
Fray Tomás reconoce que sus
aliados no están en la Procuraduría General de la República, que libera a los
criminales que los amenazan; ni en el Instituto Nacional de Migración, del que
piden su desaparición porque está copado por la corrupción; ni en la Secretaría
de Gobernación, que los inscribe al mecanismo de protección de defensores de
derechos humanos y “lo único que nos
envía es una patrulla y ocho cámaras”.
La solución al problema, señala el religioso, no viene de arriba: “Viene desde abajo, como nos enseñaron los
pueblos originarios de Chiapas”. Este momento, finaliza, “es el de la solidaridad entre todas las
luchas, entre todas las fuerzas, entre todas las rabias y, finalmente, entre
todas las esperanzas”.
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