Guatemala: Vivir a pesar de la justicia. En medio de la impunidad, la sociedad se organiza (por Inés Giménez / LolaMora)
Lunes 01 de abril de
2013: Las heridas de Guatemala siguen abiertas, pero en
medio de la impunidad, la sociedad se organiza. Desde diferentes frentes y
perspectivas, y mientras la justicia llega, organizaciones de mujeres luchan
por revertir, desde su condición de actoras y sobrevivientes, las causas
estructurales de la violencia. Al fin y al cabo, lo personal es político.
Las heridas
de Guatemala siguen abiertas, pero en medio de la impunidad, la sociedad se
organiza. Desde diferentes frentes y perspectivas, y mientras la justicia
llega, organizaciones de mujeres luchan por revertir, desde su condición de
actoras y sobrevivientes, las causas estructurales de la violencia. Al fin y al
cabo, lo personal es político.
Con la apertura del juicio por
genocidio y delitos de lesa humanidad al ex-dictador Ríos Montt, Guatemala se
ha situado, una vez más, en la agenda de la justicia transicional. Montt está
acusado por la Fiscalía de Derechos Humanos de ser el autor intelectual de los
asesinatos de 1.771 indígenas ixiles en 1982-83, una de las épocas más crudas
del conflicto armado interno que se cobró más de 250 mil víctimas entre 1960 y
1996. Aunque el proceso abierto al exdictador arroja esperanzas, el hecho de
que el país esté gobernado por un exmilitar que formó parte del mismo ejército
que Montt también causa escepticismo sobre el alcance del mismo.
Entre los crímenes de lesa humanidad de
aquel periodo se encuentran, además de ejecuciones extrajudiciales y las
desapariciones forzadas, múltiples casos de violencia sexual, algunos de los
cuales ya fueron documentados en los 90 en informes como “Guatemala: nunca más” del REHMI o “Memoria del Silencio” de la
Comisión de Esclarecimiento Histórico, y fueron abordados desde una perspectiva
más profunda en la investigación “Tejidos que lleva el alma”, publicado en 2009 y que,
en palabras de Yolanda Ramírez, “bien
podría ser considerado el tercer informe de memoria histórica de
Guatemala".
Esta
investigación rescata para la memoria colectiva la violencia sexual infligida a
las mujeres mayas como crimen de lesa humanidad y recomienda su visibilización
y la reparación como “condición sine qua
non para construir una paz duradera y un Estado de derecho sobre bases dignas y
justas”. Sin embargo, también hace hincapié en los procesos,
a veces más silenciosos, de sanación y de autoafirmación que permiten a las
sobrevivientes dejar salir el dolor, desprenderse del hecho violento y
reconstruir su vida, superando su condición de víctimas y fortaleciéndose como
sobrevivientes y actoras capaces de incidir en las causas estructurales de la
violencia desatada contra ellas.
En un contexto de criminalización de la
protesta social y de violación de los derechos sociales asociados a la tierra, las
causas estructurales de la violencia contra la mujer, especialmente indígena,
siguen vigentes. Por ello, organizaciones feministas -desde
diferentes frentes, prácticas y perspectivas- siguen trabajando mientras la
justicia llega -y por si acaso no llega- para sanar las heridas y para
recuperar, con la fuerza del testimonio, la energía y el cuerpo, la dignidad de
vivir y de ser mujeres.
Tribunales de conciencia como el
organizado los pasados 4 y 5 de marzo por la Unión Nacional de Mujeres Guatemaltecas (UNAMG),
festivales comunitarios promovidos por el consorcio Actoras de Cambio, como el
Festival por la Vida, Cuerpo y Territorio de las Mujeres celebrado en Barillas
en mayo de 2012 o grupos de terapia de reencuentro llevados a cabo por el Centro de
Formación-Sanación e Investigación Transpersonal Q'anil, son algunas
de estas prácticas.
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