Escrito por Heriberto Paredes Coronel
Jueves, 04 Abril 2013
Trataré de sumergirme en los detalles invisibles y en las consecuencias de
que un ejército de indígenas ‘reaparezca’ –y
no– el mismo día en que terminaba la cuenta calendárica maya.
Los zapatistas no reaparecieron, ellos y ellas siempre estuvieron ahí, luchando y
resistiendo los embates de una vida cotidiana que implica la construcción de un
mundo distinto, estuvieron denunciando las agresiones de las que fueron objeto
por parte de las instancias –legales e ilegales– del Gobierno mexicano. También
estuvieron desarrollando y fortaleciendo los proyectos que componen los
cimientos de la organización social y política de los cinco Caracoles.
Estuvieron ahí siempre, listos para solidarizarse si lo requería la
causa. Nadie se fue y el movimiento zapatista continuó sin atraer
reflectores, firme, silencioso, observador. Los medios de comunicación
alineados con la clase política mexicana nunca voltearon a verlos, nunca
consideraron noticia el hostigamiento, por parte de grupos de choque y
paramilitares, de varias comunidades en distintas zonas del estado de Chiapas.
Para el periodismo canónico no había interés en un montón de indios insurrectos
jugando a la política.
Ésta es la primera consecuencia de la ‘reaparición’ del zapatismo: sus pasos
llenos de silencio desnudaron la fraudulenta realidad de los consorcios
informativos, no sólo en México, también a nivel internacional. Aquel lluvioso
día de diciembre, la ciudad de San Cristóbal de las Casas presenció un
caminar y un actuar que marcaba una manera de ejercer la política que
distaba mucho de la disyuntiva en la que se enfrasca este país: o lucha
electoral, o vía armada. Televisoras, radio, prensa escrita y electrónica se
enfrentaron a la cobertura de algo que no entendían. ¿Dónde estaban los
comandantes? ¿Habría algún acto de demostración de fuerza? Sin que la prensa
oficialista se diera cuenta siquiera, quienes componen y dirigen al EZLN
pasaron frente a sus cámaras, se presentaron sin armas y en silencio. A la
prensa le hace falta mucho para quitarse las dinámicas que le permiten decidir
quién reaparece y quién no.
Conforme avanzaron estos meses aparecieron varios
comunicados, algunos explicativos de la dinámica en la que va a entrar la organización,
y otros análisis de la situación política nacional. También existe una serie de
textos, llamada “Ellos y nosotros”,
que expone la necesidad de continuar la lucha política en base a todo un
sistema ético, y en el cual se define la propuesta del zapatismo para el país.
Textos en los cuales es posible dialogar con el propio zapatismo y enfrentar
análisis que llevan a desenmascarar los tabús políticos que en los últimos años
han hecho de México un verdadero fracaso: la lucha electoral y mañosa de López
Obrador, candidato de una supuesta izquierda
oficial; el movimiento
#YoSoy132 y las falacias en las que cayó desde su nacimiento;
las ambiciones del priísmo que se reacomoda en el poder, sus mecanismos de
acción y las formas de desprecio y de despojo que comienzan a reestructurarse.
Otros temas también se abordan, por ejemplo, la
apelación a la conformación de un movimiento nacional llamado la Sexta, que
parta del respeto a la diversidad en las formas de pensamiento y acción, que
elimine los vanguardismos y los liderazgos inútiles. Al terminar este conjunto
de comunicados, los zapatistas, a través del vocerío del Subcomandante Insurgente
Marcos, dan dos pasos fundamentales: nombran públicamente a un nuevo
subcomandante, quien fuera el teniente coronel Moisés. Y lanzan una iniciativa que
revierte los largos siglos de colonialismo en el pensamiento: una escuela en la
que sean los invitados quienes aprendan de las experiencias del zapatismo y no
al revés –como suele suceder–, que los de fuera siempre van a enseñar.
¿Cuáles pueden ser algunas de las consecuencias de
que el EZLN vuelva a establecer este tipo de comunicación directa con las y los
mexicanos? Porque no le habla a los líderes políticos, a quienes buscan
reflectores o piensan que los merecen. Esta organización político-militar le
habla a la gente sencilla que sobrevive todos los días y que además tiene la
disposición de luchar para construir un país distinto sin que se genere más
violencia.
La segunda consecuencia de esta ‘reaparición’ queda ubicada en la
propuesta política que plantea, entre líneas muchas veces, el zapatismo a
través de sus comunicados y sus acciones. El contexto mexicano ha cambiado
mucho, no sólo en ámbitos específicos como el político o el social, ha habido
una profundización de la conciencia en tanto que se ve como evidente la
necesidad de cambiar el rumbo, de transformar este país desde la raíz. Hace
varios años no era tan generalizado el coraje con el que se afrontaban los
altibajos de la vida y no se veía con tanta claridad la línea que separa a
la clase gobernante del resto de la población. La guerra desatada por Felipe
Calderón, con sus decenas de miles de muertos y desaparecidos, y el descarado
fraude electoral de Peña Nieto, han sido golpes muy duros, casi decisivos.
En este diálogo abierto por el EZLN en sus
comunicados, también se apela a las distintas formas de lucha y resistencia que
conforman en gran medida lo que puede llamarse sociedad mexicana. Cada vez en
más zonas del país se hace visible la urgencia de tomar las riendas de la vida,
se lucha contra los proyectos mineros o de un aparente desarrollo económico
sostenible, y se multiplican las luchas y resistencias sustentadas en la
autonomía, rechazando la violencia como modo de resistencia. Experiencias que
día a día se levantan gracias a la apertura de espacios de participación
antes vedados. A pesar de que la realidad del despojo y la violencia no se ha
ido, a pesar del dolor y el vacío. El zapatismo vuelve a interpelarnos, siempre
respetuoso, claro, y firme en su lucha y en sus principios. Ahora nos
corresponde aprender a escuchar esta interpelación y reflexionar nuestra
respuesta, y llevarla a la práctica en las formas más variadas.
La tercera consecuencia que ubico, es la del
ejercicio de la honestidad. O de cómo se establece un diálogo desde la
confianza. El EZLN nos invita a conocer sus logros en estos últimos diez años
de trabajos en el desarrollo de la autonomía. Los comunicados nos
comparten con delicadeza una pequeña parte de lo que, a su modo, significa otra
forma de hacer política. Cada fragmento de la palabra de promotores y
promotoras de salud, de educación, de las autoridades de las Juntas de Buen
Gobierno, de personas que han puesto su esfuerzo, es un fragmento-carnada. Nos
están conquistando para que no olvidemos y no seamos arrogantes al pensar que
lo sabemos todo, que somos los mejores en organización y resolución de
problemas. Lo mejor, nos invitan a aprender con ellos, en su territorio, con
sus palabras.
Tal vez lo mejor de esta presunta ‘reaparición’ es que se trata de un
recordatorio de la presencia y vigencia de este movimiento. Es posible pensar
que podemos tomar las riendas de este país y reconstruirlo desde abajo.
Comentarios