Cruzada transgénica contra los hambrientos, contra la soberanía alimentaria y la autonomía de los pueblos del maíz
ALAI, América Latina en
Movimiento
México, 2013-04-20
México, 2013-04-20
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La Cruzada Nacional contra el Hambre,
programa insignia del gobierno mexicano, no tiene nada que ver con terminar el
hambre, ni atender o modificar sus causas, pero sí tiene mucho de cruzada. Ahora los infieles son indios y
campesinos que cometen el pecado de tener cultura propia, de ejercer y defender
sus propias formas de organización, de producción, de vida, de lucha. A ellos
hay que convertirlos a la fuerza a la modernidad: comida chatarra, refrescos
embotellados, y si insisten en que en lugar de limosnas quieren seguir
cultivando, que sean transgénicos. Todo sazonado con la creación de consejos
comunitarios y apoyos selectivos, para asegurar votos y promover el
enfrentamiento dentro y entre comunidades.
Es
paradigmática la incorporación de las trasnacionales de comida basura Nestlé y
PepsiCo a esa Cruzada. Ocupan el
primero y segundo lugar como las trasnacionales más grandes del planeta en
procesamiento de alimentos y bebidas, ambas ampliamente conocidas por dar al
mundo abundantes fuentes de desnutrición, obesidad, diabetes y, en general,
promover los malos hábitos alimentarios, generando una enorme carga de gastos
públicos en salud. Nestlé ha sido por más de dos décadas el blanco de un
boicoteo internacional en numerosos países, por su agresiva promoción de
sustitutos de leche materna, provocando mayor desnutrición y colaborando en
aumentar la mortalidad infantil, sobre todo en los países más pobres. Por
detalles, vea el expediente de la International Baby Food Action Network,
IBFAN, galardonada con el Premio Nobel Alternativo justamente por estas
denuncias. Digamos, hablando de desnutrir niños, Nestlé es toda una experta.
Por ello, la Cruzada le asignó un programa de educación de promotoras, que la
trasnacional entrenará en autoempleo. Traduciendo: un pequeño ejército de 15
mil mujeres pobres que hagan propaganda de los productos de la trasnacional,
con respaldo público. Con razón, Nestlé tituló el proyecto Mi dulce negocio. Para complementar los efectos devastadores de
Nestlé con sus sustitutos de leche materna, Pepsico distribuirá galletas
nutritivas (traducción: industriales, con químicos, transgénicos,
conservadores, etcétera), dirigidas a mujeres embarazadas, en etapa de
lactancia y niños menores de cinco años.
Como si
fuera una defensa, Rosario Robles, secretaria de desarrollo social,
coordinadora de la Cruzada, aclara que Nestlé participó en el programa Hambre Cero en Brasil. Omite agregar que
la trasnacional tuvo que salir de allí por las protestas de la sociedad
brasilera en su contra. Estas dos nefastas trasnacionales son apenas la punta
del iceberg: también se anuncia la participación de Walmart, el supermercado
más grande del planeta, cuyo negro historial en competir con producción
nacional, eliminar pequeñas tiendas, bajar salarios, discriminación racial y de
género y muchas otras condiciones para generar más hambre, le califican
ampliamente para esta Cruzada.
Avizoran ganancias muchas otras grandes compañías del sector agroalimentario.
No hay duda, el hambre de ganancias de las megaempresas será bien atendido por
este programa.
Robles
abunda que estamos en una sociedad de globalización y libre mercado, por lo que
la participación de las empresas es determinante. Nuevamente omite decir que
son determinantes para desatar y continuar la crisis alimentaria y de salud, la
pobreza rural, la emigración a las ciudades, a través de la apropiación cada
vez mayor de la cadena agroalimentaria, facilitada como ahora, por políticas
gubernamentales. Cadena que finalmente se propone apresarnos a todos, con
Monsanto en una punta (semillas y agrotóxicos) y Walmart en la otra, y cuyos
eslabones son las grandes cerealeras como Cargill y ADM y los procesadores
industriales de alimentos y bebidas, como Nestlé y Pepsico.
Al
principio de la cadena, Monsanto espera que el gobierno le autorice en breve la
siembra comercial de millones de hectáreas de maíz transgénico en el Norte del
país. Si las solicitudes en Tamaulipas y Sinaloa sorprendían por que pedían se
les autorizara más de un millón de hectáreas para cada tipo de transgénico,
¿qué se puede decir de las que están en curso para Chihuahua, Coahuila y
Durango, donde la trasnacional solicita casi 12 millones de hectáreas (11
millones 985 mil 951) para cada uno de los tres eventos de maíz transgénico, en
distintas localidades de esos estados? Las superficies solicitadas superan con
mucho las actuales sembradas con maíz, porque la intención es ir cubriendo cada
vez más en varias estaciones de siembra, garantizándose así la decisión a
futuro de qué sembrarán los agricultores (no venderán ninguna otra semilla),
haciendo además imposible la fiscalización de lo realmente plantado.
Se
configura desde varias aristas una cruzada contra los hambrientos, contra los
campesinos, contra la soberanía alimentaria y la autonomía de los pueblos del
maíz, para que ni ellos ni nadie más que las trasnacionales puedan decidir qué
plantar y qué comer.
Entre
muchas respuestas a estas realidades, la Red en Defensa del Maíz, Ceccam, la
Vía Campesina, YoSoy132 Ambiental, Jóvenes ante el Desastre y la Emergencia
Nacional, el Movimiento Urbano Popular y otras organizaciones, llaman del 25 al
30 de abril a unas Jornadas contra el Maíz Transgénico, con la participación,
entre otros, de los premios Nobel Alternativos, Vandana Shiva (India), Pat
Mooney (Canadá) y Camila Montesinos (Chile). Acuden además como dictaminadores
de otra pre-audiencia nacional del proceso del Tribunal Permanente de los
Pueblos, esta vez sobre contaminación transgénica del maíz, en Oaxaca el 26 y
27 de abril. (Programa en http://redendefensadelmaiz.net/).
Rendirse ante la cruzada transgénica, definitivamente no está en la agenda.
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Silvia Ribeiro es investigadora del Grupo ETC
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