Escrito por Tito Tricot / G80
Martes, 16 Abril 2013
Entonces aplicaron la Ley anti-terrorista con sus consecuencias de
detenciones, allanamientos masivos a las comunidades, torturas y asesinatos. La
aplicaron los gobiernos de la Concertación de Ricardo Lagos y Michelle
Bachelet. Sin reparos, sin pudor, sin contemplaciones.
A veces uno sueña lo que no
desea soñar y le llamamos pesadillas; otras tantas miramos a través de una
ventana humeante sin entender por qué se nos asoma de repente un narval
incrédulo. Pero hay noches terribles en que se nos aparecen los desaparecidos,
sin rostro, sin ojos se nos aparecen, como desapareciendo nuevamente en sus
sepulcros marinos. Hay noches de lluvia cuando se nos aparecen otros
desaparecidos, otros ojos, otros tiempos, otros bosques, se nos aparecen. Y en
la distancia de lo incomprensible creemos atisbar una leve sonrisa, entonces se
nos eriza la piel, se nos conmueven los dientes, se nos agota la paciencia
cuando se dibujan ante nosotros en todo su descomunal sacrificio jóvenes de
tierra húmeda. Soy Alex Lemun, murmuran, soy Matías Catrileo, declaran; soy
Jaime Mendoza Collío, proclaman. Y se me inunda el alma de tristeza, porque
ellos nunca quisieron estar donde están, aunque no sepamos donde están. Jamás
quisieron morir antes de tiempo, de aquel tiempo mapuche que es distinto al
tiempo chileno. Quizás por eso los mapuche luchan por recuperar su tiempo, su
tierra, su memoria, y tal vez por lo mismo el Estado chileno sigue imponiendo
su tiempo y su memoria que es la memoria del despojo y la violencia contra los
indígenas.
La violencia decimonónica de
la clase dominante chilena no ha cesado jamás, y para que a nadie se le olvide,
declararon una guerra a muerte permanente contra el mapuche. Y muertos ha
habido. Los han acusado de salvajes, subversivos y terroristas, por ende, desde
la lógica estatal, era importante construir un imaginario colectivo donde la
justa lucha del pueblo mapuche se transformara discursivamente en una lucha
terrorista. Entonces aplicaron la Ley anti-terrorista con sus consecuencias de
detenciones, allanamientos masivos a las comunidades, torturas y asesinatos. La
aplicaron los gobiernos de la Concertación
de Ricardo Lagos y Michelle Bachelet. Sin reparos, sin pudor, sin
contemplaciones. Por lo mismo, uno podría suponer que el asesinato de tres
jóvenes mapuche a manos de la policía fue también sin vergüenza, sin vértigo,
sin consideración alguna.
Entonces ¿Qué pensar cuando la
ex presidenta Bachelet afirma que la
utilización de la Ley anti-terrorista fue un error? ¿Qué decir cuando aquel
“error” le costó la vida a mapuche,
destrozando para siempre a sus familias? ¿Cómo entender que alguien como ella,
que fue encarcelada por la dictadura, recurra a la violación de los derechos
humanos de los mapuches? ¿Qué dirían Alex, Matías, Jaime? pensé quedamente
tratando de no despertar de aquel sueño terrible y en la esperanza de encontrar
alguna respuesta de aquella juventud acribillada.
¿Qué pensarán de este tardío
arrepentimiento? La espera se hizo eterna, quizás fueron días o breves segundos
¡Vaya uno a saber! Sólo sé que se me turbó la garganta al escuchar una risa
estentórea desde el fondo de mis sueños. Esas preguntas no se hacen, dijo una
voz suave como alas de ángel. Intenté balbucear un por qué, pero solamente
brotó un silencio como de garúa. No se hacen, dijo nuevamente la voz, porque ya
se sabe la respuesta. Están de más, no hay misterio, ni laberintos, sólo certezas.
Creí advertir un dejo de amargura en su mirada cuando la voz señaló con
absoluta claridad que era demasiado tarde, que ellos seguirán allí
irremediablemente, que la palabra del winka vale poco, que es palabra electoral
que, en definitiva, no es palabra.
No supe que decir, no me dejó
la hojarasca que opacó aún más los escasos fulgores del sueño. Quise
ofrendarles un clavel amaranto a aquellos jóvenes valientes, pero me dijeron
que no, que por qué mejor no les decía si es verdad que a su llegada a Chile la
ex presidenta Bachelet de manera arrogante le dijo a un joven como ellos: ¡tú
no sabes de lo que estás hablando! Dije que sí, que era verdad. Creí escuchar
un estallido de cristales antes que la misma voz resonara atronadora: ¡Nosotros
sabemos de lo que estamos hablando! y ese conocimiento es conocimiento antiguo.
Nos mataron ayer y nos siguen matando hoy. Nos despojaron de nuestra tierra
ayer y nos siguen despojando hoy. ¿Pero saben? Luchamos ayer y seguimos
luchando hoy y para siempre.
De pronto esa noche de sueños
terribles cedió paso a la esperanza de Alex, Matías y Jaime.
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