x Gilberto
López y Rivas
2/3/2013
De
imprescindible lectura resulta el libro de Pilar Calveiro 'Violencias de
Estado, la guerra antiterrorista y la guerra contra el crimen como medios de
control global'
(Siglo XXI Editores, 2012).
Argentina de nacimiento y radicada en México desde 1979, la colega Calveiro
sostiene que vivimos en la actualidad una reorganización hegemónica planetaria
basada en una violencia estatal que se despliega principalmente a través de dos
grandes combates, definidos como guerras contra el terrorismo y contra el
crimen, mismas que habilitan el escenario bélico que requieren las dominaciones
autoritarias, y facilitando las formas más radicales de la violencia represiva.
La guerra antiterrorista permite mantener y expandir el nuevo orden global,
mientras la llamada guerra contra el crimen “recurre
a una reorganización jurídica y penitenciaria que conduce al encierro creciente
de personas, en especial jóvenes y pobres, en aras de la supuesta seguridad
interior de los estados. Ambas guerras se entrelazan, se construyen y se dictan
desde los poderes centrales –ya sean estados-nación u organismos estatales
supranacionales– y son instrumentos
útiles para la reorganización global”.
Iniciada con unos puntos de
partida y un marco de referencia en los que se debate en torno a los conceptos
de modernidad, hegemonía, reconfiguración hegemónica (sus rupturas y
continuidades), bipolaridad, genocidio, totalitarismo, entre otros, así como el
paso de un mundo bipolar a otro globalizado, la obra continúa en dos partes
tituladas "Violencias globales: I.
Terrorismo: el enemigo externo. II. Delincuencia: el enemigo interno, con un
cierre con pistas sobre el Estado global". Ante la vastedad del libro,
sus profundidades teóricas, los múltiples alcances de sus reflexiones y lo
reducido de este espacio, expondré sólo algunos aspectos que llamaron mi atención.
Para la autora, los rasgos más
sobresalientes de esta reorganización hegemónica son: el pasaje de un modelo
bipolar a otro global, ambos con un fuerte componente autoritario; en lo
económico, acumulación y concentración neoliberal dentro de un mercado
globalizado; en lo político, debilitamiento de la autonomía del Estado-nación y
el desarrollo de redes de poder estatal-privadas de carácter trasnacional, así
como la instauración de democracias procedimentales; en lo social, la
incorporación de tecnología –en especial de comunicación– que modifica tiempo y
espacio; en lo subjetivo, una individualidad blanda, aislada, en retracción
hacia lo privado, como esfera de consumo de bienes y de cuerpos, todo ello con
un uso importante y diferenciado de la violencia, que se articula con las
nuevas formas de lo político, social y subjetivo.
Esta autora mantiene que las
guerras sucias del siglo XX prefiguran ciertos modos represivos del mundo
global actual, con Estados Unidos a la cabeza, y con la imposición de un estado
de excepción que articula una red represiva legal con otra ilegal, y en la que
se va conformando un Estado criminal. “Ganar
la guerra sucia –afirma Calveiro– fue
una precondición para tener alguna posibilidad en la nueva fase de acumulación.
Así fue como se invirtieron todos los recursos necesarios para asegurar la
derrota de cualquier proyecto alternativo en América, una derrota que fue no
sólo militar sino también política. Se selló entonces el triunfo de una nueva
forma de organización nacional, acorde con la reorganización hegemónica global,
que supuso el vaciamiento de las economías mediante la imposición del modelo
neoliberal, el vaciamiento de la política con la implantación primero de
dictaduras de shock, pero enseguida de democracias formales e incluso
autoritarias, producto de la eliminación de todas las formas de organización y
liderazgo alternativos, y por último, el vaciamiento del sentido mismo de la
nación y de la identidad latinoamericana con la incrustación de nuevas
coordenadas de sentido individualistas, mercantiles y apolíticas”.
Es extraordinaria la revisión
histórico-crítica de la autora sobre los significados de las dos guerras
mundiales, sus costos en vidas humanas, principalmente de civiles, consideradas
poblaciones prescindibles e indeseables; la relación entre los genocidios en
los campos de concentración con la producción industrial, tecnificada y
burocrática de la sociedad de masas que caracterizó aquel momento del
capitalismo. Es especialmente aleccionador y clarificante su escrutinio sobre
el concepto de totalitarismo y las diferencias entre fascismo y estalinismo a
partir de un señalamiento crucial de Calveiro: "La crítica al totalitarismo, hoy por hoy, debe pasar por el
anticapitalismo".
Muy sugerente la idea de la
autora de que el hecho que cierra la Segunda Guerra Mundial y abre el periodo
de la guerra fría, como conector entre ambos momentos, fue el lanzamiento de
las bombas atómicas sobre dos ciudades japonesas, y su conclusión de que el
genocidio y el ataque indiscriminado sobre población civil son prácticas
fuertemente emparentadas, y conllevan la creencia "de que existe un otro racial, religioso o nacional sobre el que
se puede imponer cualquier sufrimiento y a cualquier costo, amparándose en una
racionalidad de eficiencia bélica, política, económica o biológica. La
construcción social de ese otro como alguien exento de todo derecho está en la
base del Estado de excepción".
Lo expuesto es tan sólo una
reducida muestra de la riqueza temática y analítica de un texto pletórico de
reflexiones rigurosas sobre los dramáticos efectos de las violencias de Estado,
tanto en el ámbito global, como nacional, que contiene, además, una detallada
investigación del "modelo
mexicano". Un valioso aporte al pensamiento crítico que debe ser
estudiado a cabalidad.
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