Turismo en Chiapas. Estrategia del capital y el gobierno para quebrar la resistencia zapatista. Conversación con Hermann Bellinghausen
Karolina
Caicedo Flórez | Radio Itinerante / Alba Sud
ALAI,
América Latina en Movimiento
México, 2013-03-26
México, 2013-03-26
Fuente: http://www.albasud.org/noticia/es/408/turismo-en-chiapas-una-conversaci-n-con-hermann-bellinghausen
El
turismo en Chiapas se ha convertido en parte de una estrategia de los grandes
capitales y el gobierno para quebrar la resistencia de las comunidades
zapatistas y en rebeldía, y facilitar así el despojo de sus territorios.
Hermann Bellinghausen nació en
1953 en Ciudad de México. Estudió medicina, aunque actualmente se desempeña
como periodista y escritor. Es corresponsal de Chiapas en el periódico La
Jornada, donde escribe acerca de la lucha zapatista y las agresiones que sufren
esas comunidades, sobre los presos políticos y los megaproyectos en este
Estado. Es también director del suplemento mensual Ojarasca, donde se tratan temas de literatura, arte y luchas
indígenas. Ha dirigido películas como Corazón
en el tiempo, sobre la lucha zapatista. Una de sus obras periodísticas más
destacadas fue sobre la masacre de Acteal. Desde este conocimiento profundo de
la realidad chiapaneca, conversamos con él a propósito del creciente desarrollo
del turismo en este Estado y sus múltiples implicaciones.
Karolina
Caicedo Flórez: ¿Cuáles han sido las estrategias más comunes del gobierno de
México para poder desarrollar los proyectos turísticos en Chiapas?
Hermann
Bellinghausen: El primer problema que tiene el Estado cuando
quiere hacer proyectos turísticos, o de cualquier tipo de aprovechamiento
abusivo de los espacios, es el despojo de las tierras. Todos los grandes
centros turísticos de México inician con un despojo. Así se hizo Huatulco. Y
aquí es lo mismo. Chiapas se ha puesto de moda como atractivo turístico porque
tiene los espacios naturales más llamativos de México, es un lugar donde abunda
el agua, está lleno de ríos increíbles, parajes, cascadas, una gran riqueza
natural. Es sobre estos espacios que se centra la presión del gobierno para
desarrollar proyectos turísticos. Además, en el caso particular de Chiapas el
gancho turístico está garantizado porque hay una cultura indígena atractiva,
hay artesanías, paisaje,…. Pero Chiapas es la punta de lanza para otra cosa, el
turismo no es la verdadera meta en Chiapas, sino la enajenación del territorio.
El
problema es que estos proyectos se han encontrado con el obstáculo de las
comunidades autónomas, en resistencia total, o simplemente las comunidades
organizadas. Eso ha impedido que hagan la carretera a Palenque, un proyecto
ambicioso de una autopista que atraviesa todo el territorio tradicional del
pueblo tzeltal.
Hoy
existe una política deliberada del gobierno de Chiapas por el turismo porque es
una fuente de ingreso de divisas, pero yo creo que esto tiene un límite, hay un
tamaño para el turismo. Pero si tu logras que los pueblos puedan perder el
control de sus tierras, esto significa dar paso a las mineras, a las
hidroelécticas, a las autopistas, a todo eso, que ya no tiene que ver con el
turismo.
Los
proyectos turísticos se venden como un atractivo financiero para los pobladores
de esos lugares, y les dicen que van a tener trabajo, que van a recibir
ingresos, pero lo que sabemos es que los vuelven empleados o sirvientes del
turismo. Entonces, pasan de ser los señores de su tierra a ser los recamareros,
meseros, o sea los esclavos, pasan de ser los dueños del lugar a unos empleados
en el último lugar.
Por
supuesto el gobierno lleva a cabo proyectos donde aparentemente se beneficia a
los pueblos, se crean cooperativas, como Agua Azul, por ejemplo, o Las
Guacamayas en la Selva Lacandona, donde se pueda dar el lujo de hacer
beneficiarios a un grupo de indígenas. Ni siquiera se necesita una empresa
externa, si no que como el interés es mayor que eso, se pueden permitir que un
grupo se vuelvan privilegiados y beneficiarios del negocio directo.
El caso
más evidente es Agua Azul. Tienen una cooperativa, un ejido ecoturístico, que
es un fenómeno muy raro, no sé si haya otro. En Agua Azul hay una población muy
beneficiada, son ricos, y les va bien. Pero son contrainsurgentes porque están
rodeados del conflicto que hay en Chiapas, y ellos son los aliados del gobierno
contra las demás comunidades. Lo vemos en el caso de San Sebastián Bachajón,
Bolom Ajaw y las demás comunidades alrededor de las cascadas, que son todas
zapatistas. Hay otras de las que no se habla: San Miguel Agua Azul, Nuevo
Progreso, que son zapatistas y que también están en el río. Ahí la lucha ha
sido por despojarlos de sus tierras a las comunidades zapatistas, y para eso
usan a los grupos beneficiados por los proyectos turísticos, que reciben los
programas del gobierno, y son los que reciben a los turistas, los que les
cobran, los que reciben las divisas.
¿Cuáles
son los modelos de desarrollo turístico que ha impulsado el gobierno de
Chiapas?
Han establecido balnearios en
distintas partes de la selva, como Las Nubes, pero son subsidiados, incluso Las
Guacamayas, que pareciera ser el más exitoso, dependen del mismo uso que hace
el gobierno. Las Guacamayas es un hotel bastante atractivo, en un paraje
maravilloso en frente de Montes Azules, junto al río Lacantún. Es un hotel como
con pasillos, todo de madera, como es el turismo de aventura en otros lugares
del continente, pero es subsidiado por el gobierno. Siempre que vienen artistas
de televisión los llevan a esos lugares. Y por supuesto Agua Azul, porque está
en el paso entre Palenque y San Cristóbal, y ya es una ruta turística y por eso
han impedido cualquier reivindicación de los pueblos indígenas para la
explotación de Agua Azul.
Ahora
en la zona de Agua Azul, que es una gran cuenca hídrica, lo que quieren hacer
son hidroeléctricas y represas. El río Agua Azul es solo uno, pero está el río
Turijá, el río Bascal, todos esos son ríos de la cuenca del río Grijalva. Y
aparte está la cuenca del río Usumacinta, que está en la selva. Allí también se
habló de hacer hidroeléctricas pero no han avanzado, por eso creo que están más
amenazadas las que están del lado de Agua Azul y Palenque, porque ahí han
avanzado la autopista y las construcciones.
Coca
Cola está muy interesada en tener el agua, y como el anterior gobierno, sobre
todo el de Fox, que era el gobierno de la Coca Cola, de la que fue el gerente.
Tienen mucho interés en la cuenca el río. En Huixtán hay mucha agua y Coca Cola
la tiene concesionada. Otro caso es el Huitepec, que es un cerro del agua y
Coca Cola está al pie del Huitepec. Entonces sucede que el agua es el atractivo
turístico, pero ese es el gancho para los verdaderos planes.
Chiapas
no es Cancún, Chiapas no es Huatulco. Aquí el turismo es colateral a los
verdaderos proyectos de minería, de bioprospeccion, de represas y de energía.
El turismo es, repito, la punta de lanza para entrar a lo que verdaderamente
les interesa, que son los recursos naturales, y esa es la forma de desplazar a
las comunidades o doblegarlas. Tú les ofreces un proyecto de turismo, les pones
cabañitas, un espejismo de prosperidad, y lo que logran es que pierdan el
control de su tierra.
¿Podrías
mencionar algunos de los impactos del turismo en Chiapas?
El turismo en cualquier lugar
tradicional tiene el impacto de que trae gentes muy diversas, sobre todo
europeos y estadounidenses, a zonas tradicionales como cualquier lugar del
mundo. Entonces hay un impacto en la cultura, en unos hábitos de consumo, que
tiene un impacto directo en una población indígena de Chiapas, que en la zona
de Los altos y la Selva es predominante. Una tercera parte del Estado es
indígena, y es la más atractiva turísticamente por sus recursos naturales y
porque los indígenas venden.
San
Cristóbal de las Casas es una ciudad que tiene el problema de que la gente
viene porque hay indios, y la gente en San Cristóbal odia a los indios, pero el
turista viene a ver a los indios, no a los coletos. ¿Y qué es lo que venden?
Artesanías chamulas o de San Andrés, fotos de indios, y los visitantes van al
mercado de Chamula para que tengan la experiencia de un pueblo indio. Si no
hubieran indios nadie vendría a San Cristóbal, bueno, sería un pueblo colonial,
pero lo que le da vida es que es un lugar realmente indígena como los hay en
Ecuador, en Perú.
Pero yo
no estoy seguro de que el caso de Chiapas el impacto cultural del turismo sea
muy negativo porque aquí hay un proceso social distinto del que hay en otras
partes del país. El zapatismo se ha hecho en contacto con extranjeros, que en
otro contexto serían turistas. Si vienen italianos, franceses, argentinos,
vascos, pero es una cosa más de compromiso, más militante, entonces la gente
está más acostumbrada a tratar con los extranjeros. Además San Cristobal
siempre fue un lugar de antropólogos gringos, de turismo étnico, para tomar
buenas fotos, entonces aquí están acostumbrados a los extranjeros, no es que
los vayan a corromper.
El
turismo que viene aquí no es un turismo de mucho poder económico, de hecho es
la desgracia de los coletos, ellos quisieran que vinieran gringos ricos, y
viene puro mochilero, entonces tampoco es el gran turismo. Cuando hace algunos
pocos años empezaron a haber las posadas y hoteles en San Cristóbal los
hoteleros estaban furiosos porque decían que era competencia desleal, porque
pagan menos impuestos, cobran menos, y como el turismo aquí es así, dejan de ir
a sus hoteles que no hacen falta.
San
Cristóbal también tiene mucho turismo mexicano, sobre todo en las temporadas de
vacaciones, porque por un lado Chiapas se puso de moda, que si los zapatistas,
que si las telenovelas, y por otro lado porque se está más tranquilo que en el
resto del país. Ahora ir a Acapulco es arriesgar la vida, en cambio a San
Cristóbal puedes venir con tu familia, y es atractivo. ¿Y por qué pasa esto en
Chiapas? Hay varias explicaciones, pero una fundamental: hay una resistencia de
los indígenas zapatistas, que controlan un pedazo de territorio, y ese
territorio es seguro: no pasan migrantes, no circulan drogas, no hay esa
ilegalidad que ha invadido al país, y tampoco hay grupos armados. Hay
paramilitares pero que lo que quieren es derrotar a los zapatistas, pero no hay
lo que pasa en el resto del país.
Ahora
el gobierno, sobre todo los últimos y el que viene también, han inventado el
ecoturismo, que consiste en justificar la entrada en la selva, a las reservas,
con la idea de que la van a proteger. Pero han puesto en peligro lugares como
Miramar, en la orilla de la reserva de los Montes Azules, la única laguna
grande accesible de las que están en la selva, las demás están adentro. En
principio es una reserva, no hay caminos, ni nada, pero a Miramar se puede
llegar por tierra o por aire. Entonces han querido hacer un proyecto turístico
que podría dañarla realmente: carreteras, hoteles, restaurantes,…
Lo que
tiene atractivo es que es un lugar realmente virgen, y la gente ya no conoce
lugares vírgenes, entonces pagan por conocerlos, ese es el negocio. Vienen de
Noruega o de Londres para ver un lugar virgen, ese es el atractivo. Pero eso
hace que esos lugares dejen de ser vírgenes. Entonces la gran amenaza del
turismo en Chiapas es por un lado la apropiación del territorio y por otro lado
que después del turismo viene otra cosa.
Por
ejemplo, en Chiapas hay más de cincuenta concesiones mineras, pero están
detenidas. Buena parte del Estado ya está concesionado a mineras que quieren
todo, no solo oro y plata, sino también coltán y otros minerales. Pero aquí
sucedió que mataron a un líder, Mariano Abarca, y eso provocó un shock. Y el
gobierno, deseoso de quedar bien, estableció una moratoria. Pero las
concesiones están dadas, les dieron un lapso, y yo creo que las mineras no
tenían prisa por alguna razón, podrían esperar. Pero yo creo que ahora viene
una ofensiva de esas concesiones (canadienses, coreanas, estadounidenses,
incluso mexicanas). Van a presionar, y van a encontrar resistencias porque
Chiapas es un Estado donde hay muchas resistencias: contra las tarifas de la
luz, contra el Plan Puebla Panamá,… aparte de la resistencia autónoma
zapatista.
Entonces,
volviendo a la idea del turismo, en muchos lugares esa es la forma de doblegar
la resistencia. Si hacen proyectos turísticos la gente baja la guardia, y
pueden avanzar. Si lo que quieren hacer es una represa tienen que quitar a la
gente, o por lo menos quitarles el poder sobre el territorio. Entonces creo que
ese es el gran peligro del turismo, sobre todo del ecoturismo, porque para
desarrollar proyectos posteriores, primero tienen que sacar a la población, que
no solo son los legítimos dueños sino son los guardianes del lugar.
¿Podrías
darnos algunos ejemplos concretos que nos podría dar a entender por qué también
el desarrollo del turismo en Chiapas es una estrategia de contrainsurgencia?
La contrainsurgencia tiene la
finalidad de derrotar a los zapatistas pero también de minar su prestigio. Hace
algunos años la gente se da cuenta que los zapatistas han logrado cosas,
entonces lo que buscan es evitar el contagio, evitar que la gente descubra que
pueden tener un buen sistema de educación o que puede haber una buena clínica
sin dinero del gobierno. Por ejemplo, el sistema de salud zapatista es el más
barato de México, es eficaz porque tiene esa idea de prevención, que es la idea
lógica de la medicina, lo que pasa es que la medicina institucional y comercial
está dominada por las farmacéuticas, que tienen es que vender su mercancía.
Entonces la prevención no les funciona: es muy barata pero no venden sus
medicamentos. Los pueblos zapatistas han desarrollado clínicas, pero consiguen
que las mujeres hiervan el agua, se controlen cuando están embarazadas, vacunen
a los niños,… lo que se llama medicina preventiva. Entonces, lo que busca la
contrainsurgencia, es evitar que la gente se contagie, que descubran que se
pueden hacer las cosas de otro modo, impedirlo, hacerlo costoso. Entonces, si
no están en la lucha muy comprometidos son víctimas fáciles de cualquier otra
cosa.
Entonces
yo creo que el blanco es impedir que la gente sea dueña de su vida, de su
gobierno, y el turismo es muy atractivo porque parece inocuo, les pone en una
aparente situación de fiesta y lo que va generando el turismo es que va
haciendo que la gente deje el campo, que esa es la otra meta, que dejen de ser
campesinos para volverse meseros, porque el capitalismo lo que quiere es que dejen
de haber campesinos, entonces todo va junto, no se pueden aislar las cosas.
¿Cuáles
son los proyectos turísticos que amenazan a las comunidades zapatistas? ¿Cuál
es el origen de estos capitales? ¿De qué tipo de proyectos se trata?
Agua Azul tiene cincuenta años
de ser un balneario. El proyecto se ha ido volviendo cada vez más exitoso y el
pueblo de Agua Azul es muy próspero, y ya no son campesinos porque viven del
turismo: son meseros, cocineros, entretienen, transporte, lo que genera el
turismo, que no es que en sí sea malo, todo trabajo es digno. Pero ha tenido
irradiación en todo lo que lo rodea, que también tiene valor turístico, porque
no es el único lugar que tiene cascadas, pero los demás lugares están en manos
de campesinos que no les interesa dejarlo al turismo, y la mayoría son
zapatistas o están en resistencia.
Agua
Clara es otro caso, que es un balneario que está más adelante. Agua Clara era
un balneario antes, lo abandonó el dueño y el gobierno estableció algunos
proyectos turísticos con el desdén que lo caracteriza. No le daba mucha
importancia y lo pone en manos de los priistas, o de los oficialistas, y lo
abandonaron. Entonces los zapatistas, que también están allí, deciden recuperar
el balneario porque está abandonado y es el primer balneario zapatista. No es
que los zapatistas hayan invertido en turismo, lo que están haciendo es cuidar
el lugar, están haciendo un turismo ecológico real, y sin inversión
capitalista. Los zapatistas que están allí son un dique contra la privatización
del lugar.
¿Cuál
es la postura de los zapatistas frente a estos proyectos turísticos? ¿Es la
misma posición frente a todo tipo de turismo o tienen diferentes posturas según
sea el método de turismo?
No han hablado del tema
expresamente, pero uno puede ver precisamente los ejemplos de los que estamos
hablando. Agua Clara es un territorio que no sirve para otra cosa, es un recodo
de río muy ancho, con planicies, entonces decidieron que esto servía para
turistas. Entonces puedes decir que hay un mínimo trabajo turístico pero que el
efecto es la protección del lugar, que es lo que quiere vender el ecoturismo,
pero en este caso zapatista es real. Pero tampoco es que los zapatistas tengan
una teoría o política del turismo. O sea, a unos kilómetros hay un lugar donde
se oponen al turismo y hay otro lugar donde lo practican.
En otro
lugar, Misol Há, una cascada, convergen distintos grupos, incluyendo
zapatistas, y allí lo que ha habido es un curioso acuerdo: ahí se pusieron de
acuerdo zapatistas y no zapatistas para tener una caseta de peaje. Pero son
casos muy concretos. El turismo no es un tema zapatista, ni a favor ni en
contra, a menos que amenace territorios, entonces es en contra, por ejemplo
Montes Azules.
Entonces,
la resistencia de los zapatistas no es contra el turismo, contra esto o contra
lo otro, sino es en defensa del territorio, punto. Y el concepto del turismo no
va mucho con el zapatismo porque implica una mentalidad capitalista. Habrá
quien diga, bueno, los que van a los caracoles hacen turismo, sobre todo a
Oventik, muchos llegan como turistas a Oventik, toman un taxi en San Cristóbal,
van a Oventik y dicen, quiero conocer el zapatismo como quiero conocer las
pirámides y van y se cuentan pero es el único lugar. Ahí podríamos hablar de un
cierto turismo con el zapatismo y está bien, porque los turistas pueden conocer
una experiencia real, que si lo que quieren ver es una escuela autónoma, una
junta del buen gobierno, pues ahí está, y ahí les invitan si quieren comprar
una artesanía y dejan una divisa. Pero no quiere decir que es un atractivo
turístico, sino que hay gente que quiere conocer eso y bueno si eso implica una
mínima derrama de divisas pues no está mal, si quieren comprar artesanías, ámbar...
Entonces teniendo en cuenta
estas afirmaciones que has hecho, ¿te parece contradictoria una categoría que
ahora suena mucho que es el “zapaturismo”?
Bueno, eso es un chiste, y no
es nuevo además. Hace algunos años se creó el “zapatour”, que consistía en que la gente venía a hacer turismo
revolucionario. Pero eso tampoco lo inventaron en México, turismo
revolucionario siempre hay, gente que viene a conocer experiencias
revolucionarias. Pero en el caso del zapatismo ahora es menor porque las
comunidades se han cerrado mucho. Esta experiencia tenía un valor particular,
pues mientras había movimiento de extranjeros el ejército no podía atacar. La
presencia de gringuitos, aunque fueran pendejos, era un escudo, entonces no era
que propiciaran el turismo, no es eso, pero los visitantes eran bien recibidos
porque mientras hubiera grupos de extranjeros era difícil que el ejército
atacara.
Ahora
ya pareciera que eso no es posible, pero hace diez años todos los días eran de
emergencia en las comunidades zapatistas, pasaban muchas cosas. Entonces tener
ahí a una familia o un grupo de franceses, pues eran un escudo. De hecho
mucha gente extranjera llegaba como escudo, y puede que estuvieran tomando el
sol en la selva, pero estaban protegiendo, entonces tenía sentido, y los
zapatistas nunca lo concibieron como turismo.
¿Tú
crees que los proyectos turísticos ecológicos y modestos promovidos por las
mismas comunidades, como el caso de la laguna de Miramar, pueden ser una
alternativa a los megaproyectos turísticos que se vienen implementando en
Chiapas?
No estoy seguro que lo de
Miramar sea tan inocente, depende de gente de fuera. Pero me cuesta trabajo
saber qué se puede hacer en Chiapas, porque hay una insurgencia, pero puedo
hablar de otras comunidades, de otros lugares de América Latina, como por
ejemplo Ecuador, donde comunidades que ya lograron la soberanía sobre su
territorio, y que mantienen su modo de vida y su explotación agrícola y también
silvícola, pueden tener su proyecto turístico que depende de ellos. Hasta las
avionetas, que llevan a los turistas de una ciudad al punto de atracción
turístico, son de ellos. E incluso hay lugares de turismo de mucho lujo, que no
me gustan, pero que están en manos de las comunidades. Yo esto no lo he visto
en México, pues los proyectos que hay están dirigidos a someterlos, no a
liberarlos, entonces yo desconfío de entrada de los proyectos con intenciones
turísticas.
Jan de
Vos, el historiador de la Selva Lacandona, en uno de sus últimos ensayos habla
muy favorablemente del turismo, cree que es una forma de detener la destrucción
de la selva. Pero yo creo que peca, y es mi diferencia con él, de optimismo con
el papel del Estado, porque cree que el Estado puede ser el agente para
permitir eso, y yo creo que siempre detrás de eso hay un despojo. Hay una
corriente de opinión favorable al turismo benéfico pero yo, en el contexto de
Chiapas, no lo veo mucho, no más allá de lo que hay actualmente, no creo que
las comunidades necesitan desarrollar proyectos turísticos, si la gente quiere
ir a ver el río que vaya y lo vea, pero no necesitan poner un hotel y la
ganancia económica del hotel no es comparable con lo que cuesta el mantenimiento
y con lo que van a abandonar de su trabajo campesino, o sea no es negocio para
ellos, es negocio para otros.
El
gobierno está dispuesto a subsidiar los proyectos con tal de debilitar a la
comunidad, y claro, le de imagen, pero no negocio. Las Guacamayas no es un
negocio, es un proyecto bonito, logrado, pero porque está subsidiado, y es
barato, tampoco es tan caro subsidiar un hotel en la selva y pagarle a
indígenas, pero logras que la gente deje de ser lo que era.
Ya
para terminar, ¿consideras que las dinámicas e impactos del turismo en Chiapas
se les ha dado suficiente importancia o crees que ha sido algo marginal?
No lo suficiente, porque hay
mucho conformismo en relación a lo que la gente de afuera ve de Chiapas. No hay
una visión crítica desde acá, bueno la hay desde los ámbitos de la resistencia,
sea ambiental, sea política. Pero fuera de eso no ha sido suficiente y no es
claro. Pero los zapatistas no se levantaron en armas contra el turismo, sino
contra el sistema, contra el Estado, contra el capitalismo, entonces el turismo
es un síntoma colateral del capitalismo y puede tener otras opciones no
capitalistas. Pero el problema no es el turismo, el problema es la propiedad de
la tierra, la soberanía y la autodeterminación.
El
turismo si está dentro de la autodeterminación de los pueblos pues está bien,
pero eso después de que ya obtuvieron su soberanía, pero no es el camino para
obtener autosuficiencia ni nada, que es la falacia del gobierno, que dice “pon tu proyecto turístico y te va a ir
mejor”; no, primero que se liberen y luego si les conviene que pongan
proyectos de turismo o de lo que quieran, pero una vez que se liberen y estén
decidiendo por sí mismos lo que se hace con la tierra donde viven. Pero de lo
contrario el turismo impide eso, porque se cambia la vocación del espacio y de
la gente, el río ya no será para pescar sino para que naden los güeros y el
trabajo de los habitantes de ese territorio ya no será sembrar el maíz sino
servir cervezas, cuando eso sucede ya avanzó la contrainsurgencia. Aquí es
contrainsurgencia porque hay insurgencia, repito.
Nota: Esta
entrevista es una versión reducida y editada de la realizada en Radio
Itinerante el pasado 11 de marzo de 2013. Puede escucharla completa pinchando
aquí:
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