Público.es, 24-03-2013
La
mayoría de la gente se ha quedado muy sorprendida cuando se ha dado a conocer
que la Troika (la Comisión Europa, el Banco Central Europeo y el FMI) acaba de
dar un préstamo a Chipre a condición, además de privatizar servicios públicos y
recortar gastos, de establecer un impuesto sobre los depósitos bancarios del
9,9% (como si las oferta de un supermercado se tratase) para los de más de
100.000 euros y del 6,75% para los de menos.
Cuando los chipriotas salieron corriendo a los
cajeros automáticos para sacar su dinero se encontraron con que la cantidad
correspondiente a ese impuesto no la podían sacar, se había establecido un
corralito bajo la forma de simple y pura incautación. Y, como siempre suelen
suceder estas cosas, sin que haya habido de por medio una decisión del
Parlamento que es en donde se supone que radica la soberanía popular que debe
acordar las grandes decisiones en las sociedades que se llaman democráticas.
Chipre es una de las economía más pequeñas de la
Unión Europea (sus depósitos bancarios representan más o menos el 0,2% de los
totales) y un país escasamente conocido por los europeos, si no es por su
tradicional oferta turística. Pero ahora conviene saber algo más de él porque
igual resulta que lo que ha pasado allí vuelve a suceder dentro de poco en las
economías más grandes de Europa.
Una brevísima historia
Chipre
mantuvo desde los años noventa una economía modesta y relativamente saneada
gracias a su oferta de turismo tradicional. Sin embargo, entre 2001 y 2008 su
PIB creció un 3,7% de media, bastante más que el de la mayoría de los países de
la Unión, mientras que su deuda pública se mantuvo baja, sin ni siquiera
llegar, cuando estalló la crisis, al 60% exigido por la UE.
Pero a partir de 2010-2011 las cosas se pusieron
mal para la banca chipriota, las agencias de calificación rebajaron la nota a
Chipre y el 26 de junio de 2012 el gobierno solicitó formalmente una ayuda a la
Unión Europea. Lo que había pasado en esos años de crecimiento y las razones de
la caída son muy parecidas a lo ocurrido en otros lugares de Europa.
Chipre entró a formar parte del euro en 2007
pero había vinculado su moneda con la europea desde antes. Eso le permitió
tener tipos de interés reales muy bajos y como al mismo tiempo ofrecía
impuestos muy ventajosos (en realidad, actuaba como un auténtico paraíso
fiscal) registró grandes entradas de capital que le permitían crecer mucho.
Muchas de ellas (algunas estimaciones dicen que entre el 30 y el 40% del total
de los depósitos) procedentes de los oligarcas rusos que blanqueaban allí su
dinero, y también del Reino Unido e incluso (cuando estalló la crisis) de
Grecia.
Los bancos canalizaron la entrada de esa gran
cantidad de liquidez y la dedicaron en su mayor parte a financiar una burbuja
inmobiliaria muy parecida a la de España. Y a partir de 2008-2009 a comprar
grandes volúmenes de deuda griega que era muy rentable por la presión que los
mercados ejercían sobre el país heleno (los bancos chipriotas dedicaron a ello
el equivalente al 25% del PIB de Chipre).
Los economistas neoliberales, y entre ellos las
autoridades europeas, habían estado considerando en los años de bonanza que un
sector bancario super desarrollado y los impuestos muy bajos eran una gran
virtud de la economía de Chipre (lo mismo que decían de Irlanda). La realidad
se encargó de poner su sabiduría en su sitio: cuando en 2011 se realizó una
quita de la deuda griega (como será inevitable que vaya ocurriendo en otros
países), los bancos chipriotas quebraron. Y los bajos impuestos solo se
tradujeron en un mayor incremento de deuda y en casi una nula capacidad de
maniobra cuando la dinámica se torció y los gastos públicos tuvieron que
elevarse (entre otras cosas, porque el desempleo se disparó).
Y en medio de todo eso, no se puede olvidar que
también hubo (como en otros países europeos y también aquí en España) un banco
central dirigido por cómplices de los banqueros que no dijeron nada cuando se
estaba larvando el desastre.
La intervención
Ahora,
como ya ocurriera en otros países, los bancos quebrados arrastran tras ellos al
conjunto de la economía. Es normal. Ya lo hemos dicho muchas veces: la
financiación es como la sangre de la economía y sin ella, la actividad
económica muere sin remedio. Es verdad que dejarlos caer sin alternativa de
financiación es suicida, pero no lo es menos dejarlos vivir simplemente como
zombis que se tragan todos los recursos que les den.
En cuanto cambió ganó las elecciones y entró en
el gobierno el protegido de Merkel, la suerte estaba echada, aunque esta vez la
Troika ha ido mucho más lejos de lo que podría esperarse porque, con tal de
darle un empujoncito más a la alemana frente a su electorado, se ha tomado una
decisión que se vende de nuevo como el castigo ejemplar a los derrochadores
(ahora en forma de mafiosos rusos) pero que puede hacer saltar el sistema
bancario europeo.
Tratar de rescatar a un sistema bancario muerto,
como el chipriota, significa más o menos duplicar la deuda pública del Estado
(situarla en el 150% del PIB). El préstamo que le dan a Chipre y que irá
directamente a los bancos será de 10.000 millones de euros. Poco para Europea
(recordemos que solo Francia y Alemania se gastaron ochenta veces más para
rescatar a sus bancos) pero mucho para Chipre: casi la mitad de su PIB.
Lo que equivale a decir que será materialmente
imposible que se pueda pagar y muchos menos con el plan de austeridad que
también se impone. Tendrá que haber nuevas quitas más adelante pero, mientras
tanto, la Troika hunde así hasta la miseria a otro país que hasta ahora más o
menos salía adelante (aunque, desde luego, podría haber salido mucho mejor si
la Unión Europea no fuese cómplice de los paraísos fiscales y no se hubiera
alentado un modelo de financiarización neoliberal insostenible).
Pero eso, en el caso de Chipre, no es todo. Con
la incautación de una parte de los depósitos bancarios la Unión Europea se
salta sus propias normas y abre la espita para que la gente acuda cuanto antes
a los bancos a retirar su dinero. No solo en Chipre, donde ya está sucediendo
sino en otros países. Veremos a ver si no se da ahora la paradoja de que haya
sido la propia Troika quien va a hundir también a los bancos al provocar que la
gente saque el dinero de ellos ya no solo por indignación sino por la
desconfianza que ella misma ha provocado
Claro que esto no será un desastre para todos.
Ya hay muchas páginas web especializadas que aconsejan que los ahorradores
europeos se lleven el dinero a bancos de Alemania, Holanda, Finlandia o
Luxemburgo. Sus bancos harán el agosto anticipadamente.
Una vez más la Troika actúa con una falta de
inteligencia y con una desfachatez imperdonables. Se va a cargar para muchos
años el sistema bancario chipriota, al intentar revivir a un muerto que no
podrá levantar cabeza. Hunde una economía al dejarla sin financiación, mucho
más endeudada que antes y sin recursos para poner en marcha la actividad
económica. Empobrece para décadas a una población a la que hace responsable de
los desmanes de la banca, a la que se limita a rescatar graciosamente. Y no
hace, por mucho que diga que actúa contra el dinero negro de los rusos, por
acabar con los paraísos fiscales. Aunque eso sí, siembra en ese desastre las
bases para que grandes grupos empresariales se hagan con la riqueza de los
chipriotas, con sus recursos naturales y con sus servicios públicos.
¿Hasta cuándo?
Rebelión ha publicado
este artículo con el permiso del autor mediante una licencia
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