Escrito por Alma Sánchez
Lunes, 11 Marzo 2013
Fuente: Desinformémonos
“Estamos gobernados por la injusticia”
Alberto Patishtán
Gómez.
Penal No. 5 de San Cristóbal
de las Casas, Chiapas
México. Cuando la esperanza en una
intervención correcta de los órganos judiciales de México se desvanece por la
negativa de la Suprema Corte a asumir el caso de Patishtán, queda como recurso
la solidaridad nacional e internacional.
El 6 de marzo, la Suprema Corte de Justicia de la Nación
(SCJN) resolvió no reasumir el caso de Alberto Patishtán Gómez -por tres votos
en contra de los ministros José Ramón Cossío, Jorge Pardo y Alfredo Gutiérrez
Ortiz Mena, y dos a favor de Olga Sánchez Cordero y Arturo Zaldívar-. Rechazaron
conocer el asunto que lleva el despacho de Defensa Estratégica de Derechos
Humanos, integrado por Leonel Rivero y Sandino Rivero. La SCJN delega el caso
al Tribunal Colegiado en Tuxtla Gutiérrez, Chiapas, que ya anteriormente falló
contra la libertad del preso político.
Leonel Rivero declara que se encuentra consternado porque
es un retroceso en cuanto a los derechos fundamentales de las personas. El
abogado señala que si la Corte hubiera determinado que las tesis de
jurisprudencia que actualmente reinterpretan el valor probatorio (elementos que
hace unos años eran considerados como lícitos y ahora son considerados
ilícitos), se hubiera abierto la posibilidad de que miles de personas como
Alberto -que fueron juzgados de manera irregular y nunca se respetaron sus
derechos fundamentales y al debido proceso- pudieran haberse acogido a ese
precedente.
Alberto Patishtán, por su parte, comenta que “era la oportunidad de que en México se
viera la justicia; los presos vamos a seguir luchando”. Los miembros de la Voz
del Amate y Solidarios de la Voz del Amate señalaron que “estamos indignados
porque los jueces tenían en sus manos dar la libertad en un acto de justicia.
Estamos en lo particular decididos a luchar todo lo necesario. No nos vamos a
rendir y desanimar”.
Antecedentes históricos de la Voz del Amate
“Uno de los mensajes que queremos hacer es que todo lo
que vayamos a ver a nuestro alrededor, que no nos quedemos viendo, no hay que
mirar solamente, a cualquier cárcel que vayamos, siempre existe un motivo de
luchar por la verdad”
Alberto
Patishtán
Este grupo de presos políticos indígenas se conformó en
2005 a partir de una historia entretejida años atrás y con antecedentes de
grupos como la “Voz de los Llanos”,
la “Voz de Cerro Hueco” y ahora la “Voz del Amate”. Son voces de un
colectivo, como su historia misma.
En Chiapas y en México, las cárceles
están llenas de presos indígenas pobres, excluidos y que han estado sin defensa
y sin respeto a sus derechos fundamentales. Pero ha habido épocas en que estás cárceles
acumulan líderes sociales, maestros y campesinos, que impulsan colectivos e
iniciativas a su interior.
“A Cerro Hueco, que era la cárcel más grande en Chiapas,
se llevaba a los más peligrosos. En el año 1998, con un desmantelamiento de los
municipios autónomos, empiezan a llenar las cárceles con más de cien personas
bajo con acusaciones de ‘usurpación de funciones’; se conforma entonces ‘La Voz
de Cerro Hueco’, un grupo de presos que hizo denuncias y emprendió varias
iniciativas”, relata Cecilia
Santiago, del Colectivo Ik.
Antes de eso, precisa la activista,
hubo un grupo muy grande de presos zapatistas que quedó libre tras un
intercambio por el ex general Absalón Castellanos. “La voz de Cerro Hueco no fueron los primeros presos zapatistas, pero
sí se identificaron con este nombre”, recuerda Cecilia, “y posteriormente en la
misma cárcel surge un grupo llamado ‘La voz de la dignidad rebelde’ con líderes
sociales y profesores que se organizaron hacia el año 2000”. Los últimos
presos de los municipios autónomos salieron en 1999. Dentro se quedó un grupo
llamado “La voz de la dignidad”,
dentro del que se encontraba el profesor tzotzil Alberto Patishtán.
El 1 de julio de 2004, el grupo fue
trasladado en tráileres, esposados y amontonados como ganado, al Centro de
Readaptación Social (Cereso) 14, conocido como El Amate [1]. Es ahí donde la población empieza a conocerse, a
saber sus derechos fundamentales y a organizarse. Al interior estuvieron varios
días sin alimentación y con malas condiciones. Los querían enviar a centros
federales (CEFERESOS) pero la población no lo permitió: entre 2004 y 2005, se
rebelaron, hicieron un motín, tiraron las cámaras, las puertas, los candados y
lograron un sistema menos rígido.
En 2005, comenta Alberto, en el
templo y haciendo la reflexión de la iglesia católica, se conocieron y tomaron
más conciencia. Decidieron conformar otra organización y de “La voz de la dignidad” pasan a ser “La voz del Amate”.
La Voz del Amate y Los Solidarios
“La Voz del
Amate” se conformó en
el año 2005 por Alberto Patishtán y Antonio Díaz, además de 12 presos
fundadores más. Ese mismo año se declaran adherentes a la Sexta Declaración de
la Selva Lacandona, aunque públicamente se dan a conocer en enero de 2006 como “la Voz del Amate” y empiezan una serie
de movilizaciones.
De 2006 a 2008 permanecen dos años en
plantón dentro de la cárcel y hacen una huelga de hambre. Debido a esto, en el
2008 se crea la mesa de reconciliación que tiene como función que los presos
puedan presentar sus casos y sean revisados. A causa de la mesa, la huelga de
hambre y la intermediación del Centro de Derechos Humanos Fray Bartolomé de las
Casas (Frayba), en el transcurso de 2008 se libera a la totalidad de presos de
La Voz, excepto a Alberto Patishtán.
Dentro de la cárcel y por
recomendación de Pueblo Creyente, Patishtán conoce a Rosario Díaz Méndez, que
ya era solidario de la Voz del Amate, con lo que la Voz reúne a dos
integrantes. En abril del 2009, deciden su traslado al CERESO número cinco de
San Cristóbal de las Casas, Chiapas. Alberto reúne a otro grupo, pero ya no van
a ser integrantes de “la Voz del Amate”,
sino simpatizantes o solidarios, porque a la Voz la define que son presos
políticos. Los solidarios serían presos injustamente encarcelados, no definidos
como presos políticos porque luchan dentro de la cárcel para defender sus
derechos, pero las razones por las que los metieron a la cárcel no son razones
políticas.
Actualmente, al grupo lo conforman
ocho personas. Francisco Sántiz López, base de apoyo del Ejército Zapatista de
Liberación Nacional, fue acogido por este grupo, que le dio cama y comida en su
momento. Aunque durante su año y meses en la cárcel no perteneció al grupo, la
relación era de unidad y solidaridad.
Actividades políticas y denuncias
Cecilia Santiago señala que Los Solidarios “se definen como un movimiento de izquierda,
se hacen visibles dentro de la cárcel y se declaran en total rebeldía contra
las autoridades”. Agrega que se ganan el respeto de las autoridades y de los
internos, y que “pasan un sinnúmero de penurias y calamidades por estar a la
intemperie”. La realización de un plantón dentro de la cárcel, señala
Cecilia, necesita un gran nivel organizativo y cohesión.
Los Solidarios, que se volvieron un
referente moral y de resolución de conflicto, son buscados para resolver
asuntos que la propia cárcel no resuelve. Otro de sus modos característicos –en
los que muchas veces combinan política y religión- es sacar cartas públicas,
por lo cual se ha logrado que se les conozca afuera y que no tengan un delegado
o un vocero; a través de ellas se percibe su nivel de politización y
organización. Ellos mismos se asumen como un actor, no delegan su
representación.
Sus huelgas de hambre han sido otro
recurso para hacerse escuchar, a pesar de que en algunas épocas pasaron
desapercibidas para la ciudadanía. En 2008, Zacario, un catequista de Pueblo
Creyente, realizó una huelga de hambre a la que días después se unieron Los
Solidarios.
En el grupo son católicos, de la
mística religiosa tzotzil maya chiapaneca. Han hecho ayunos y oraciones en
varios momentos para exigir su libertad, buen trato o para mejorar condiciones
al interior.
Cecilia Santiago refiere el grupo ha
convertido las cárceles en las que ha celebrado sus aniversarios “en plazas de mítines donde se cargan de
discursos, se canta el himno zapatista y se hacen declaraciones políticas; en
este séptimo aniversario llegaron más de cien personas”. Para el resto de
los internos, valora Cecilia, es todo un acontecimiento y una lección de cómo
pueden romper el aislamiento en el que están “si como sociedad nos movilizamos
y participamos”, destaca Santiago.
Apoyos y solidaridad Nacional e Internacional
En solidaridad con su exigencia de libertad, Alberto ha
recibido multitud de cartas a nivel nacional e internacional. Su apoyo social
se encuentra entre el Pueblo Creyente, los profesores, el pueblo tzotzil, los
adherentes a La Otra Campaña, grupos solidarios locales, nacionales e internacionales,
y el mundo ecuménico.
Pueblo Creyente –que con una
clara posición evangelizadora logra un compromiso político por parte de los
creyentes- se ha solidarizado con “La
Voz del Amate” desde el 2008, y ellos a su vez se solidarizaron con Zacario
Hernández, catequista de Pueblo Creyente detenido por un delito que no cometió
y del que se logró su libertad unas semanas después. Desde entonces, Pueblo
Creyente realiza jornadas de oración por Alberto, peregrinaciones y una carta a
los ministros de la SCJN para pedir su libertad.
Reconocimiento Jcanan Lum dentro de prisión
El reconocimiento Jcanan Lum fue una
iniciativa de varias organizaciones. “Alberto
Patishtán, más allá de ser católico, es un ecuménico dentro del cristianismo”
dice Cecilia. Fue nombrado Ministro de la Eucaristía por la Diócesis de
Tuxtla cuando estuvo recluido en el CERESO 14; así mismo, fue invitado para
guiar retiros espirituales de agentes de pastoral de dicha diócesis.
Mientras tanto, la Voz del Amate y
Los Solidarios siguen luchando por su libertad pese a este injusto sistema,
siempre de la mano de su defensa jurídica, del Frayba y de las miles de
solidarias de diversos países. Depende de la fuerza, apoyo y solidaridad lograr
la libertad de Alberto Patishtán y los solidarios de la Voz del Amate. Nosotros
seguiremos exigiendo y difundiendo aquí afuera por tu libertad.
Comentarios