x Raúl Zibechi
9/3/2013
La
Jornada
Los "guardianes de las lagunas" acampan por turnos a 4 mil metros
de altura, desafían los vientos y el frío, la represión y a las empresas
Cuando el
remolino de los acontecimientos locales y globales tiende a convertir la
cotidianeidad en caos, opacando los caminos, la resistencia de los abajos es el
mejor norte para no perdernos en la turbulencia. Esas resistencias permiten
comprender tanto las estrategias de las clases dominantes como los notables
aprendizajes de los sectores populares, indígenas y campesinos, rurales y
urbanos, y el modo como están resolviendo los errores del pasado y como están
enrumbando la nave de los procesos emancipatorios.
Los guardianes
de las lagunas, las rondas campesinas, los frentes de defensa, provinciales y
departamentales y los comandos unitarios de lucha son algunas de las
expresiones organizativas de estos movimientos. Los paros locales, las
consultas comunales, los bloqueos de rutas para impedir la actividad de las
trasnacionales mineras, las marchas y enfrentamientos directos con las fuerzas
policiales y militares, son las formas de lucha empleadas por las comunidades y
pueblos en la defensa de la vida contra los proyectos de muerte de empresas y
gobiernos.
Los estados de
excepción y la militarización de varias provincias se saldaron con 17 muertos
entre diciembre de 2011 y septiembre de 2012 según la Asociación Pro Derechos
Humanos (Aprodeh). El gobierno de Ollanta Humala aplica el Decreto 1095 emitido
por el anterior gobierno de Alan García que autoriza la intervención de las
fuerzas armadas en el control del orden interno y califica a los que protestan
como "grupo hostil",
mientras las violaciones a los derechos humanos cometidas por las fuerzas
represivas son juzgadas en tribunales militares.
La justicia
altera las jurisdicciones de los procesos contra los manifestantes, trasladando
los juicios a otras provincias a las que los familiares tienen grandes
dificultades para trasladarse. Las grandes mineras como Yanacocha y Antamina
realizan convenios con el Estado para emplear efectivos policiales en labores
de seguridad privada, mostrando cuál es el papel de los estados en este periodo
de acumulación por robo, destrucción y guerra. En el distrito de Kañaris, en la
norteña sierra de Lambayeque, en un solo día, el 25 de enero, la policía hirió
a 24 campesinos durante un bloqueo de rutas para evitar que la canadiense
Candente Copper siga adelante con su proyecto de explotar tres yacimientos de
cobre.
Las estrategias
represivas del arriba se combinan con políticas sociales que en las regiones en
conflicto se denominan Mesas de Desarrollo a cargo de Ministerio de Energía y
Minas. Hasta ahora se instalaron en los departamentos de Apurímac, Cusco y
Lambayeque, donde existen proyectos mineros, "con la finalidad de llevar la presencia del Estado y mejorar la
calidad de vida de la población y generar desarrollo y trabajo", según
confesó el viceministro de esa cartera, Guillermo Shinno (Agencia Andina, 22 de
enero de 2013). Pero el verdadero objetivo de estos programas "sociales", que no son
exclusivos de los gobiernos progresistas es, en boca de Shinno, "evitar que estos elementos radicales
sigan trabando las inversiones y el desarrollo del país".
El último
informe del Observatorio de Conflictos Mineros en el Perú establece que 19 por
ciento del territorio nacional fue concesionado a la minería y que "los conflictos sociales vinculados a
la minería se han convertido en conflictos políticos de envergadura".
El informe concluye que "la
estrategia de abordaje de los conflictos desde el Estado no ha variado mucho:
la principal hipótesis que se maneja desde el Estado y que intenta explicar los
conflictos es la del complot, es decir, que todos los conflictos responderían a
las mismas causas y desarrollan idénticas estrategias antimineras"
(cooperaccion.org.pe, 17 de diciembre de 2012).
Luego de más de
un año de resistencia al proyecto aurífero Conga, el centro de la protesta se
ha trasladado al distrito de San Juan de Kañaris, en el norteño departamento de
Lambayeque, que tiene 96 por ciento de su superficie concesionada a la minería.
Kañaris tiene 15 mil habitantes en 38 caseríos, dos tercios de los cuales sólo
hablan quechua. El 30 de septiembre la población organizó una "consulta ciudadana" en la que
95 por ciento de la comunidad rechazó los proyectos mineros y el 20 de enero
realizaron un paro regional con apoyo del Comando Unitario de Lucha de
Lambayeque.
Cuatro elementos
a tener en cuenta.
El primero es
que la "consulta" se ha
convertido en método de lucha, pero no tiene ninguna relación con el sistema
electoral: busca mostrar la cohesión comunitaria contra la minería, no es un
mecanismo estatal sino comunitario y popular a través del cual se afianzan
posiciones y aliados.
El segundo es la
aparición de nuevas formas de acción como las que encarnan los "guardianes de las lagunas",
estrechamente vinculados a las rondas campesinas, quienes acampan por turnos a
4 mil metros de altura, desafían los vientos y el frío, la represión y a las
empresas, para proteger las fuentes de agua y vida.
El tercero es
que estos movimientos territoriales están formando una camada de dirigentes
jóvenes, con elevada presencia femenina, fuerte ligazón comunitaria y sólido
control de las bases.
Por último, como
apunta Hugo Blanco, "los grupos
locales tienen ventajas porque son más representativos de las luchas reales y
son los pasos iniciales para un reagrupamiento por abajo". Lo que el
sistema político califica como "fragmentación"
y "localismo" incapaces de
modificar la "correlación de
fuerzas" es un modo de eludir la burocratización y la cooptación
propias de las grandes estructuras organizativas, porque los de abajo quieren
controlar más y más a sus dirigentes.
La coordinación
se da en las luchas, durante las que se abren espacios de interconexión para
potenciar las acciones, que luego se disuelven para que no sean apropiadas por
extraños. Son algunas de las lecciones aprendidas por
los-de-abajo-en-movimiento en las dos últimas décadas, para garantizar la
cohesión comunitaria, sin la cual no hay ni habrá cambios.
Comentarios