[Colombia] Tras dura represión y amenazas de masacrar campesinos, se llega a acuerdo con los cafeteros
José
Antonio Gutiérrez D.
8
de Marzo, 2013
Santos trata de
vender la ilusión de que Colombia es una 'democracia'
en la cual la insurgencia podría participar en política mediante el voto. Pero
¿es acaso una democracia un sistema en el cual se reprime la participación y
donde las masacres contra manifestantes y opositores son cotidianas?
Tras dura represión y amenazas de masacrar
campesinos, se llega a acuerdo con los cafeteros
Y finalmente se llegó a acuerdo.
Quizás no era todo lo que se hubiera querido de primer momento, pero es algo.
Al menos más que lo que se tenía hace dos semanas. Lo triste es que por algo
tan básico los campesinos cafeteros hayan tenido que bloquear carreteras y
movilizarse de manera tan contundente. Qué triste que hayan tenido que
enfrentar toda la furia del aparato represivo del Estado, en la figura del
ESMAD, por un reclamo tan básico y tan justo.
¿Tenía que morir
un campesino, quedar varios heridos, otro perder una mano, para que el gobierno
accediera a subir el subsidio de protección al ingreso de los caficultores a
$145.000 por carga (125 kgs.)? [1]
Miente el gobierno de manera descarada cuando dice que están abiertos al
diálogo pero que no aceptarán vías de hecho [2]. Es solamente mediante la lucha directa que los cafeteros, que
se venían movilizando hace más de un año, han sido finalmente escuchados. Desde
el 25 de Febrero que los cafeteros dieron un ejemplo de dignidad y lucha al
país, alzándose en una sola marea humana en contra de la burocracia
clientelista y corrupta de la Federación Nacional de Cafeteros y contra las
políticas regresivas del gobierno. Estos campesinos soportaron una represión
inusitada: gases, balines, bolillo a la lata, les quemaron sus carpas, les botaron
su comida, etc. Y ahí siguieron hasta llegar al acuerdo de Pereira.
Aunque no se
diga, este acuerdo es lo que los cafeteros pudieron sacar en las circunstancias
actuales, otros logros sobre la comercialización y apoyos financieros pueden
darse en el proceso que debiera llevar a la Constituyente Cafetera. Pero los
cafeteros también plantearon otros problemas que no van a ganar solos, sobre
todo temas relativos al libre comercio y al modelo minero-extractivista. Al
hacer estas demandas, señalaron un camino al conjunto del pueblo colombiano
para las movilizaciones unitarias que se vienen. No se puede enfatizar lo
suficiente que lo que hemos presenciado estas semanas es un síntoma más del
malestar profundo que recorre el territorio colombiano.
El gobierno sabe
que este malestar es muy profundo: no por nada, el incompetente ministro de
agricultura, Juan Camilo Restrepo, dice, en tono de cierta amenaza que “No es aceptable que muchos gremios, con
razón unos y oportunistas otros, quieran entrar en paro. Que ventilen sus
razones y se atenderán. Los alivios se han prestado y se seguirán prestando,
pero no al son de paros” [3]
Miente. Si no fuera por el paro, los cafeteros no habrían sido escuchados y
estarían recibiendo aún esa miseria de “precio
de sustentación”, que no alcanzaba siquiera a cubrir los costos de
producción. De eso se da cuenta cualquiera con dos dedos de frente. Y otros
sectores del campesinado toman nota para movilizarse por sus justas demandas.
Por último,
preocupa el tono amenazante adquirido por el presidente Juan Manuel Santos en
vísperas de la firma del acuerdo. Dijo Santos que la razón por la cual no había
enviado a la Fuerza Pública a desbloquear las vías de comunicación, era porque
esto “produciría una masacre”. Así,
literal, sin siquiera sonrojarse. Remató la frase diciendo que si en las
negociaciones que estaban conduciéndose en Pereira no se llegaba a un acuerdo
en cuestión de horas, “nos va a tocar
enviar a la Fuerza Pública” [4].
Es decir, les tocará perpetrar una masacre.
Estas
declaraciones nos dejan perplejos, sobre todo porque en el contexto de las
negociaciones de paz que están teniendo lugar en La Habana con las FARC-EP, el
gobierno de Santos trata de vender la imagen de que Colombia es una democracia
madura en la cual la insurgencia puede participar en política mediante el voto.
¿Es, acaso, una democracia madura un sistema en el cual se restringe la
participación ciudadana al voto y donde las formas cívicas de manifestación
reciben tratamiento puramente represivo? ¿Es, acaso, una democracia madura un
sistema en el cual las organizaciones sociales que demandan sus derechos son
acusadas de terrorismo? ¿Es, acaso, una democracia madura un sistema en el cual
se asuma como algo natural que el Ejército masacre campesinos? ¿Es, acaso, una
democracia un sistema en el cual aún a sabiendas de que ocurriría una masacre,
el gobierno contemple el uso del Ejército contra quienes reclaman sus más
básicos derechos?
El paro cafetero
ha llegado a un término que no es una victoria rotunda, pero representa un
avance importante: primero, por lo que significa el acuerdo para los campesinos
que dependen del café. Segundo, porque demostró que la unidad de los
trabajadores en lucha puede más que las burocracias más fosilizadas. Tercero,
porque demostró que la lucha da frutos. Cuarto, porque trazó una hoja de ruta
para las luchas que se vienen y que deben articularse entre diversos y más
amplios sectores sociales. Quinto, porque evidenció, una vez más, la naturaleza
real del régimen colombiano y nos dio un aperitivo de lo que entiende Santos
por paz y democracia. Un sistema en el cual se masacre impunemente a los pobres
que osen reclamar lo que les pertenece. En términos de la línea de pensamiento
de la oligarquía colombiana, Santos, desde luego, no representa nada nuevo bajo
el sol…
[1] Sobre la represión y los
antecedentes del paro cafetero, ver: http://www.anarkismo.net/article/24971
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