Escrito por Eloísa González
Jueves, 14 Marzo 2013
La Plaza de Armas se llena de
gente, miles de personas que se aglomeran bajo un mismo propósito, y no hablo
de las marchas estudiantiles ni de la educación gratuita, hablo de la marcha
por el asesinato de nuestro compañero Juan Pablo Jiménez y de la demanda por
justicia.
Mientras el rostro de miles
lleva el peso de su nombre, nosotros marchamos junto a sus colegas que más de
alguna vez nos acompañaron en alguna toma o protesta. La CUT brilla por su
ausencia y varios de los partidos que levantan con cierta autosatisfacción sus
banderas, desaparecen apenas fuerzas especiales decide dispersar violentamente
la marcha.
Somos los rostros familiares
los que quedamos a la intemperie tratando de continuar avanzando hacia el acto,
veo algunos compañeros de KONECTA con los que ocupamos su empresa a finales del
2012. También nos acompaña un chiquillo de la Villa O’Higgins que conocimos en
la toma de la Escuela República Dominicana, que algo asombrado y orgulloso abre
paso junto a los estudiantes de la ACES.
Hace unos meses atrás podría
haber hablado del 2013 con un dejo de preocupación, con la seguridad de que se
avecinaba un año lento y de escasa movilización. Pero celebramos el año nuevo
en una toma y febrero termina con trabajadores en las calles, es ahora cuando
con una tremenda seguridad puedo afirmar que será un año que promete
sorprender. Y es que no es casualidad todo lo que ha ido sucediendo en estos
cortos dos meses de vacaciones, como dicen por allí la lucha no continúa si no
que es continua.
El 2012 finalizó con los
resultados de las elecciones municipales, y no me refiero al triunfo de tal o
cuales candidatos, si no que a los molestos porcentajes de abstención que
terminaron por claudicar la apuesta de que los últimos años de movilizaciones
podrían haber sido capitalizadas por esta vía. Los argumentos desabridos del
mal menor o la del “le están haciendo el
juego a la derecha”, sentadas sobre la lógica de una democracia asistencialista,
terminaron por agonizar cuando un discurso nuevo y mal visto, (como casi todo
lo realmente nuevo), se instaló.
Hablamos de la política como
la capacidad de nuestra propia sociedad de discutir, zanjar y aplicar los
cambios que considera necesarios para su desarrollo propio, no de una profesión
a terno y corbata con un sueldo grotesco. Volvimos a bautizar conceptos que las
garras de la dictadura y la llegada de la alegría nos arrebató; democracia,
política y participación.
Democracia como el empoderamiento
de la población sobre su propia vida y una participación que incluyese todas
las herramientas posibles, no solamente un voto en las urnas cada 4 años.
Nuestro discurso nace de una realidad concreta, en la cual los embutes de una
educación mercantilizada que segrega y forma sujetos dóciles, no ha sufrido
ningún cambio independiente de los 17 años de movilización estudiantil que se
encargaron de denunciarlo y proponer salidas.
Una estructura que heredamos
de la dictadura que inteligentemente generó la mayor cantidad posible de
anticuerpos ante la amenaza del cambio, se sustenta en una institucionalidad
que vela por su subsistencia y que ante sus parámetros no puede constituir una
herramienta que la desestabilice. Es por eso que no nos extraña la incapacidad
del Congreso, del ministerio o incluso de las municipalidades que tienen cierto
grado de autonomía de servir como cauce para las transformaciones que exigimos.
Lo que sí nos extraña es la persistencia de algunos sectores por abrirse camino
en este terreno teniendo un movimiento social y diverso que dictamina lo
contrario.
Chile comenzó a respirar otro
aire desde que un fenómeno particular que merece examinarse con detención
comenzó a producirse. Hablamos de localidades como las de Freirina o Aysén y otras
tantas que comenzaron a levantarse demandando la mejoría de condiciones básicas
en sus vidas, tan básicas que como diría Víctor Jara, sería el derecho de vivir
en paz. El ejemplo del movimiento estudiantil ha servido para muchos como un
punto de inicio, no solamente por su repertorio en cuanto a formas de
movilizarse, tampoco debido a su discurso que ataca las raíces de un modelo,
sino que también por sus innovadoras formas de organización. La horizontalidad,
la democracia directa y el “obedecer
mandando”, son uno de los tantos principios que instalamos y que hoy se
repiten en las nuevas experiencias de lucha que levantan estas localidades.
Un claro ejemplo, y por lo
demás que atañe directamente a la ACES, es la Florida. Apoderadas del Colegio
República Dominicana deciden tomarse el establecimiento luego de ser informadas
de que el cierre del mismo colegio que habían construido los pobladores de la
Villa O’Higgins hace 49 años atrás, era inminente. El proceso de lucha que han
vivido las apoderadas del República nos recuerda bastante al proceso de madurez
que hemos vivido nosotros desde el movimiento estudiantil. Reconocimos algo de
nuestro discurso en sus voces, sobre todo cuando decepcionadas del silencio de
las autoridades y de las falsas promesas de la oposición, dijeron; sólo nos
tenemos a nosotros mismos.
Y es que en este negocio están
todos implicados. Basta con echarle una ojeada al informe de contraloría sobre
la pérdida de fondos destinados a los alumnos más vulnerables, a través de la
SEP. La misma corporación de la Florida, de la cual dependía el colegio
República Dominicana antes de ser oficialmente cerrado, es una de las más
cuestionadas. $938 millones son los fondos desviados en gastos improcedentes,
pero no hablemos solamente del designado alcalde UDI Rodrigo Carter,
mencionemos de pasada al ex alcalde DC y candidato presidencial Claudio Orrego,
que carga sobre sus hombros $326 millones de fondos desviados. Ni siquiera el
PC se salva. Rodrigo Sánchez alcalde de la Ligua ostenta una modesta suma de
174.625.624 pesos chilenos faltantes entre las sumas entregadas por la SEP
durante enero del 2010 a junio del 2011. Es una larga lista, pero la conclusión
en resumidas cuentas es que por más buenas intenciones que existan, (y de esas
sobran), quien decida sumarse en este juguetón bailoteo de los partidos
políticos y la institucionalidad, está destinado a administrar un modelo que ni
siquiera asamblea constituyente nos permite tener.
El panorama electoral del
2013, con las presidenciales y parlamentarias pilla una izquierda desarticulada
y dispersa. Son tres o cuatro candidatos que se autoproclaman como candidatos
de los movimientos sociales y varios ex dirigentes estudiantiles que también
son bienvenidos en este tragicómico circo electoral. Un voto que la izquierda
tendrá que dividir y repartir por el mejor postor, un voto que no articula ni
propone alternativas reales para el campo popular. Si me preguntan a mí, este
año con derecho a voto y todo, no dudaría en abstenerme.
Es verdad que la derrota es táctica
y que seguirán cerrando colegios, contaminando nuestro medioambiente,
asesinando en democracia o lucrando con nuestros derechos más básicos, pero la
victoria y la lenta derrota de este modelo va de la mano con un movimiento
emergente que desde los vestigios de las grandes movilizaciones en plena
dictadura y de los procesos de lucha que fueron brutalmente congelados con la
llegada de Pinochet, pretende volver a enarbolar banderas de cambio. El control
comunitario como idea levantada el 2012 desde la ACES o las comunidades
educativas que propone el FUR (Fuerza Universitaria Rebelde), son opciones de
construcción que tienen su raíz en los procesos de lucha que evidencian los
diversos sectores movilizados. Y para el 2013, más de alguna experiencia seremos
capaces de levantar, incluso en la Florida las apoderadas ya han discutido esta
opción. Se viene también una pequeña sorpresa para el inicio de clases, porque
el control comunitario ya dejó de ser una propuesta que descanse en la oficina
de partes del Ministerio de Educación y empezó a ser un horizonte en común.
No nos sentimos derrotados por
no haber conseguido educación gratuita, todo lo contrario. Nos sentimos
victoriosos porque hemos logrado abrir un nuevo ciclo de movilizaciones en
nuestro país. La canción del NO, con la alegría ya viene, dejó hace bastante
tiempo de escucharse. Las falsas promesas y la sonrisa conciliadora de la
Concertación nos parece una buena anécdota que contar.
Ballesteros, Vallejo, Jackson
son apellidos que poco a poco se acercan más a los Escalonas, Tohá y otros ex
dirigentes estudiantiles que quisieron marcar la diferencia, y que terminaron
marcando la diferencia con el mismo movimiento social. Como diría un gran
periodista, de los tanto que pude conocer, ellos ya son parte de la conocida
pejitocracia. En el caso nuestro, prometemos con la misma malicia de siempre,
que tanto molesta a los grandes republicanos de nuestro país, que este 2013 se
viene con muchas sorpresas.
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